P. Luigi Butera, msp.
La violencia intrafamiliar, en vez de disminuir con el supuesto avance, de la civilización, ha aumentado en todo el mundo.
Tanto el hombre como la mujer son responsables de violencia que se da en el ámbito familiar. El hombre es más propenso a maltratar físicamente; la mujer los hace psicológicamente. En algunos casos se invierten los papeles, pero el porcentaje de violencia física es mucho mayor en los hombres.
El agresor generalmente no tiene capacidad de autocontrol y actúa impulsivamente. La mayoría de los agresores proceden de hogares violentos. Es por eso que lo niños, que viven en estos ambientes, se están programando a ser adultos agresivos.
Este fenómeno <<hereditario>> nos hace entender mejor lo grave que es hacer crecer a los hijos en un ambiente violento
Los actos considerados como factores de violencia intrafamiliar son los golpes, insultos, amenazas, chantajes, limitación económica, control exagerado de actividades, abuso sexual, aislamiento, prohibición de trabajar fuera de casa, abandono efectivo, humillaciones, desprecio de opinión del otro… la más grave violencia es la que acaba con la salud o la vida de algún miembro de la familia.
La violencia psicológica consiste en humillar, hacer sentir mal en insegura a una persona. Se manifiesta a través de las palabras hirientes, descalificaciones, gritos e insultos. En este tipo de violencia, las mujeres son las que más pecan.
El hombre al sentirse impotente ante algunas cosas tales como el no generar suficientes ingresos para el hogar, se vuelven agresor, porque cuenta con una mayor fuerza físicamente. Con esto se afirma en su complejo de <<superioridad>>, pero manifiesta que no tiene control sobre sí mismo ni un uso adecuado de la razón. La superioridad entre seres humanos no está en la fuerza física, si no en la inteligencia, la voluntad y el amor. Solo entre animales la superioridad se mide en fuerza físicamente.
Una particularidad que hay que tener presente es que normalmente, en un matrimonio en donde el esposo tiene menos preparación profesional que la esposa, está más propenso a tomar actitudes violentas.
Solo hasta el año 1960 se reconoció en la violencia intrafamiliar un problema social, y se empezó a buscar remedios con leyes y castigos para los culpables. También se crearon instituciones para proteger a los débiles. Hoy han crecido estas instituciones necesarias para poner freno a la violencia intrafamiliar, pero poco se ha hecho para educar a la convivencia pacífica y con valores. En algunos casos se ha exagerado mucho la protección a los niños, haciéndoles ver a estos, violencia en donde no la hay.
Con esto solo se ha logrado que los niños se zafen de sus justas obligaciones e, incluso, amenazan a los papás con denunciarlos.
Sin duda alguna, es muy lamentable y preocupante la presencia y, sobre todo, el crecimiento de la violencia en las familias. El hogar es una necesidad natural para todo ser humano. A diferencia de los animales, que en poco días o mese se independizan de los progenitores, los humanos necesitamos años de la presencia amorosa de los papás para crecer física, intelectual y moralmente. Hacer de esta morada infierno es crecer desesperados y violentos.
¿Qué es lo que está fallando al sistema de vida que promueve la sociedad?
No podemos negar que hay preocupación y búsqueda de soluciones para estar triste y humillante realidad que es la violencia intrafamiliar. Pero los esfuerzos son desproporcionados a las necesidades, ya que no consiguen nada de lo que se espera.
¿Cuándo aprenderán los que tienen autoridad que sin la ayuda del señor se va de mal en peor?
El motivo es evidente: sin la ayuda del señor, todo esfuerzo es inútil.
De: Inquietud Nueva enero_febrero 2014 N°175
Capturado Por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas
Grupo: CERS
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz
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