Gloria Rodríguez C. hmsp
El bullying es un tipo de violencia cada vez más frecuente en nuestro país. Además de la violencia física, el acoso escolar incluye el excluir al compañero del círculo de amistades, evitando que los demás se relacionen con él o ella; insultarle, ponerle sobrenombre, burlarse, reírse de él; sembrar mentiras, rumores; amenazas verbales o por escrito; envió a través del teléfono o del internet de mensajes desagradables, fotos, correos electrónicos acosadores (ciberbullying); grabar en los teléfonos móviles las palizas dadas a otros chicos y después difundirlas por el internet, entre otros.
Lo más grave de todo esto es de que nos estamos acostumbrado al bullying. Incluso se bromea con él y se menciona en las conversaciones cotidianas. Pero a escala nacional existe un registro de 4 mil 200 un varones y 989 mujeres que perdieron la vida en el 2012 por acoso escolar. Por lo tanto, no podemos estar indiferentes, es preciso cuestionarse sobre el origen del bullying y encontrar soluciones efectivas a este mal.
El bullying no es un hecho aislado, sino que una manifestación más del ambiente individualismo agresivo de egoísmo y sin sentido que caracterizan al hombre de hoy. Sumando factores negativos, la sociedad actual no proporciona ni proyectos de identificación ni puntos de referencia coherentes. La juventud se encuentra con más alternativas de destrucción que con un proyecto de vida provechoso. Asimismo, los medios de comunicación no enseñan un comportamiento emocional adecuado que permita la sana convivencia social.
Roberto Coles, prestigioso psiquiatra norteamericano, después de numerosos estudios prácticos de resolución de conflictos escolares, llego a la conclusión de que la causa del acoso no es un déficit de inteligencia emocional, sino una carencia de lo que se llama inteligencia moral: una conciencia que ya no se sabe distinguir entre el bien y el mal y que se ha acostumbrado a un comportamiento brutal sin sentir remordimiento alguno. Así es. Y una de las causas principales de esta conducta es el deterioro familiar. Una familia desestructurada frecuentemente genera jóvenes desarraigados.
El bullying puede empezar en los primero años de vida. Hay niños que cuando acuden al colegio, muerden, arañan o quitan juguetes, ropa o comida a otros niños de su misma edad. Suelen ser niños que durante su crianza en casa, han estado totalmente consentidos a tener todo lo que le pedían. Están acostumbrados a que nadie les lleve la contraria, por lo que cuando se encuentran conviviendo con otros niños en la escuela, no admiten que lo que ellos quieren, no se lo den inmediatamente. Es entonces cuando agreden para conseguir lo que quieren. Los padres y los maestros tienen que estar muy vigilantes, para ir corrigiendo con mucha paciencia, estos malos hábitos de los niños.
Los padres en la prevención, corrección y castigo del acoso escolar y sus derivados, no pueden tener ni laxitud, ni tolerancia. Tampoco dejadez, irresponsabilidad o desgaste, por lo hechos que ocurren. Tienen que tener, amplios conocimientos, firmeza y sobre todo mucho cariño: <<cero tolerancia en corregir sus manifestaciones violentas>>.
Si la violencia se aprende, es responsabilidad de todos desaparecerla. Los hijos descubren los valores por la forma de actuar de los padres. La disponibilidad para escuchar, el afecto y al compasión de los padres son el medio principal que a de ayudar a reducir el número de víctimas de acoso escolar.
De: Inquietud Nueva enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas
Grupo: CERS
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz
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