2017

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(ZENIT – 31 dic. 2017).- El Papa Francisco ha rendido homenaje  a los ciudadanos de Roma que cumplen con su deber cada día, sin publicidad, en las primeras vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, en la Basílica de San Pedro, este domingo 31 de diciembre de 2017. Ha expresado su gratitud a “todos los artesanos del bien común, que aman a su ciudad no con palabras sino con hechos” y que cooperan así “silenciosamente por el bien común”.

En su homilía, el Papa ha saludado a “todas aquellas personas que cada día contribuyen con gestos concretos, pequeños pero preciosos, al bien de Roma: buscan cumplir mejor con su deber, se desplazan en la circulación con criterio y prudencia, respetando los lugares públicos y señalando lo que no va bien, están atentas a las personas mayores o con dificultades.

“Estas personas, ha añadido, no lloran entre ellos mismos, ni albergan resentimiento ni amargura, sino que se esfuerzan por hacer su parte todos los días para mejorar un poco las cosas”.

El Papa Francisco también ha expresado su gran ”estima por los padres, maestros y educadores que, con este estilo, buscan formar a los niños y a los jóvenes en el sentido cívico”.

Citando “las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental”, ha dicho el Papa al final del 2017: “Queremos y debemos asumir nuestra responsabilidad de todo, delante Dios, delante de los hermanos y delante de la creación”.

La liturgia ha sido seguida por la exposición al Santísimo Sacramento, por el tradicional Te Deum, en acción de gracias por el año civil que se va, y por la bendición eucarística.

A.K

Homilía del Papa

“Cuando vino el cumplimiento de los tiempos, Dios envió a su Hijo” (Gal 4: 4). Esta celebración vespertina respira la atmósfera de la plenitud de los tiempos. No porque estamos en la última tarde del año civil, sino porque la fe nos hace contemplar y sentir que Jesucristo, el Verbo hecho carne, dio plenitud al tiempo del mundo y de la historia humana.

«Nacido de una mujer» (v.4). La primera en experimentar este sentido de plenitud dado por la presencia de Jesús fue precisamente la “mujer” de quien “nació”. La Madre del Hijo Encarnado, Theotokos, Madre de Dios. A través de ella, por así decirlo, ha brotado la plenitud del tiempo: a través de su corazón humilde y lleno de fe, a través de toda su carne impregnada del Espíritu Santo.

A partir de ella, la Iglesia ha heredado y hereda continuamente esta percepción interna de la plenitud, lo que alimenta un sentimiento de gratitud, como la única respuesta humana digna del don inmenso de Dios. Un agradecimiento conmovedor, que, a partir de la contemplación de aquel Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, se extiende a todo y a todos, al mundo entero. Es un “gracias” que refleja la Gracia; no viene de nosotros, sino de Él; no proviene de mí, sino de Dios, e involucra al yo y al nosotros.

En este ambiente creado por el Espíritu Santo, elevamos a Dios la acción de gracias por el año que toca a su fin, reconociendo que todo lo bueno es su don.

Incluso en esta época del año 2017, que Dios nos había dado íntegro y sano, los humanos hemos perdido y herido en muchos aspectos con obras de muerte, con mentiras e injusticias. Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. Queremos y debemos asumir nuestra responsabilidad de todo, ante Dios, nuestros hermanos y nuestra creación.

Pero esta noche prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María. Por lo tanto, prevalece la gratitud, que, como Obispo de Roma, siento en mi alma, pensando en las personas que viven en esta ciudad con el corazón abierto.

Siento una sensación de simpatía y agradecimiento por todas aquellas personas que cada día contribuyen con pequeñas pero preciosas acciones concretas para el bien de Roma: tratan de hacer lo mejor su deber, que se mueven en el tráfico con sabiduría y prudencia, respetando los lugares públicos y señalan cosas que están mal, prestan atención a las personas mayores o en dificultad, y así sucesivamente. Estos y miles de otros comportamientos expresan concretamente el amor por la ciudad. Sin discursos, sin publicidad, pero con un estilo de educación cívica practicada en la vida cotidiana. Y así ellos cooperan silenciosamente en el bien común.

También siento una gran estima por los padres, maestros y todos los educadores que, con este mismo estilo, intentan formar a los niños y jóvenes en un sentido cívico, una ética de responsabilidad, educándolos para que se sientan parte de ellos, para que se cuiden a sí mismos, para interesarse en la realidad que los rodea.

Estas personas, incluso si no son noticia, son la mayoría de las personas que viven en Roma. Y entre ellos, muchos están en condiciones de dificultades económicas; sin embargo, no lloran entre sí, ni albergan resentimientos y rencores, sino que se esfuerzan por hacer su parte todos los días para mejorar un poco las cosas.

Hoy, en la acción de gracias a Dios, los invito a expresar también la gratitud por todos estos artesanos del bien común, que aman a su ciudad no con palabras sino con hechos.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

 

 

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(ZENIT – 31 dic. 2017).-  Para la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco ha elogiado a la familia como una “unión armoniosa “, en un tweet publicado el 31 de diciembre de 2017 en  @Pontifex.

“La familia es la unión armoniosa de las diferencias entre el hombre y la mujer que es aún más cierto que es capaz de abrirse a la vida y a los demás” ha escrito el Papa.

Durante el Ángelus dominical al mediodía, ha hablado de la misión hacia la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y completo de los niños, para que puedan vivir una buena vida , digna de Dios y constructiva para el mundo”

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

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(ZENIT – 31 dic. 2017).- Para el último día del año civil, 31 de diciembre de 2017, el Papa Francisco ha recomendado “tomar un poco de tiempo para pensar en todas las cosas buenas que he recibido del Señor….y de dar gracias. Y si también ha habido pruebas, dificultades, dar gracias también porque nos ha ayudado a superar esos momentos”.

Esta es nuestra traducción de las palabras que el Papa ha pronunciado en italiano después del Ángelus de este domingo que ha presidido en la Plaza San Pedro.

A.K

Palabras del Papa después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Expreso mi cercanía  a los hermanos coptos ortodoxos de Egipto, golpeados hace dos días por dos atentados en una iglesia y en un comercio en las afueras de El Cairo. Que el Señor acoja las almas de los difuntos, sostenga a los heridos, a los seres queridos y a toda la comunidad y convierta los corazones de los violentos.

Hoy dirijo un saludo especial a las familias aquí presentes, y también a aquellas que participan desde su casa. Que la Sagrada Familia os bendiga y os guie en vuestro camino.

Os saludo a todos romanos y peregrinos; en particular, a los grupos parroquiales, las asociaciones y a los jóvenes. No olvidemos en este día de dar gracias a Dios por el año que termina y por todo lo bueno recibido. Y esto nos hará bien a cada uno de nosotros, tomar un poco de tiempo para pensar en todas las cosas buenas que he recibido del Señor en este año. Y si ha habido también pruebas y dificultades, también dar gracias porque nos ha ayudado a superar esos momentos. Hoy es un día de acción de gracias.

A todos, os deseo un buen domingo y un sereno fin de año. Os agradezco nuevamente vuestros deseos y vuestras oraciones: y continuad orando por mí. ¡Buen apetito y adiós!

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

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REDACCIÓN CENTRAL, 31 Dic. 17 (ACI).-
Hoy se acabará el 2017 y este cambio de año es una buena oportunidad para hacerse nuevos propósitos o resoluciones. Mons. José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), es uno de los que sugieren realizar esta práctica.

“Hacer resoluciones de Año Nuevo es un hábito profundamente cristiano. Refleja un hermoso deseo de crecer en amistad con Jesucristo y refleja nuestra conciencia de que no somos todavía el pueblo que Dios quiere que seamos”, indicó en una de sus columnas publicadas en ACI Prensa.

Por ello, presentamos las tres resoluciones  sugeridas por Mons. Gómez para el año nuevo:

1.- Colocar a Jesús en el centro de nuestras vidas

El Prelado indicó que la mejor forma de acercarse a Jesús es leyendo el Evangelio diariamente. Cada día durante unos minutos lea un pasaje, puede ser de la lectura diaria de la Misa.

Después “pídanle a Jesús que abra su Palabra para ustedes. No se pregunten lo que el pasaje del Evangelio dice “en general”, o lo que podría significar para otras personas. Pregúntenle personalmente a Jesús: “Señor, ¿qué me estás diciendo a mí? ¿Qué quieres que yo haga? “¿Qué debo cambiar en mi vida si quiero seguirte más de cerca?”.

Mons. Gómez sugiere aplicar lo que el pasaje dijo a cada uno durante el día. “De este modo, empezamos a ver nuestras vidas como él las ve desde su perspectiva”.

2.- Mejorar la vida de los demás

La segunda resolución es tener la disposición y la intención diario para servir, “de mejorar la vida de alguien”. El Arzobispo de Los Ángeles indicó que el amor “empieza con aquellos que nos exigen más cosas, con los que representan un reto para nuestro egoísmo”. Con aquellos que están más cerca.

Por ello, sugiere tener más paciencia, ser más comprensivos, no juzgar inmediatamente sino dar el beneficio de la duda; aceptar a las personas tal cómo son. También dejar de criticar y hacer que las conversaciones sean positivas.

“Hemos de tratarnos unos a otros con ternura y amor. Algunas veces podemos cambiar todo el curso del día de las personas tan solo sonriéndoles, tan solo con escuchar lo que ellas tienen qué decir”, manifestó.

3.- Perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros

Este propósito consiste en pensar en silencio en alguna persona con la que uno esté enfadado o que no nos agrade.

“En silencio, pensemos… en alguna persona con la que estemos molestos, con los que estemos enojados, en alguien que no nos guste. Pensemos en esa persona y… oremos por esta persona y volvámonos misericordiosos con esta persona”.

“No perdonamos lo suficiente. Esto daña a nuestras familias. Esto perjudica nuestras relaciones. La gente nos va a hacer daño y nos va a ofender todos los días. Pero permanecer enojados o resentidos no cura nada. Sólo hace que las cosas nos lastimen por más tiempo”, indicó el Arzobispo de Los Ángeles.

Lea la columna completa de los propósitos de año nuevo AQUÍ

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VATICANO, 31 Dic. 17 (ACI).-
En la homilía de las Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco reflexionó sobre el sentido de plenitud de esta Solemnidad que se celebra el 1 de enero.

“Jesucristo, Verbo hecho carne, ha dado plenitud al tiempo del mundo y a la historia humana”, dijo el Santo Padre ante los fieles congregados este domingo 31 de diciembre en la Basílica de San Pedro, para explicar por qué “esta celebración vespertina respira la atmósfera de la plenitud del tiempo”.

Francisco señaló que “la primera en experimentar este sentido de plenitud entregada en la presencia de Jesús fue la mujer de la cual nació: la Madre del Hijo encarnado, Theotokos, la Madre de Dios. Por medio de ella llegó la plenitud de los tiempos: por medio de su corazón humilde y pleno de fe, por medio de su carne toda impregnada del Espíritu Santo”.

También la Iglesia debe a María su plenitud: “De ella la Iglesia ha heredado, y continúa heredando, esta percepción interior de la plenitud, que alimenta un sentido de gratitud como única respuesta humana digna del don inmenso de Dios”.

Se trata de “una gratitud conmovedora que, partiendo de la contemplación de aquel Niño envuelto en pañales y depositado en un pesebre, se extiende a todo y a todos, al mundo entero. Es una gracia que refleja la Gracia; no viene de nosotros, sino de Él; no procede de mí, sino de Dios, y abarca al ‘yo’ y al ‘nosotros’”.

Además, el Papa también invitó a que, “en esta atmósfera creada por el Espíritu Santo, elevemos a Dios una acción de gracias por el año que llega ahora a término, reconociendo que todo el bien es don suyo”.

En este sentido, hizo una reflexión sobre el modo en que la humanidad gestiona los dones entregados por Dios: “También en este tiempo del año 2017, que Dios nos había entregado íntegro y sano, nosotros humanos lo hemos malgastado y herido de tantos modos con obras de muerte, con mentiras e injusticias”.

“Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. De todo ello debemos asumir, ante Dios, los hermanos y la creación, nuestra responsabilidad”.

Sin embargo, el mensaje del Papa no ha sido de reproche si no de esperanza, y subrayó que “en esta noche prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María”.

Francisco también se dio tiempo para agradecer a todas las personas que en Roma colaboran al bien común de la ciudad: “Estas personas, aunque no sean noticia, son la mayor parte de la gente que vive en Roma”, aseguró.

En concreto, el Pontífice expresó “un sentimiento de simpatía y agradecimiento a todas las personas que cada día contribuyen con pequeños pero preciosos gestos concretos al bien de Roma: tratan de cumplir con su deber del mejor modo, se mueven en el tráfico con criterio y prudencia, respetan los lugares públicos y señalan las cosas que no funcionan, y están atentos a las personas ancianas o en dificultad”.

Asimismo, dijo, “siento en mí una gran estima por los padres, los profesores y todos los educadores que, con este mismo estilo, tratan de formar a los niños y a los chicos en el sentido cívico, en una ética de la responsabilidad, educándoles a sentirse parte, a ayudar, a interesarse por la realidad que les rodea”.

 

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(ZENIT – 31 dic. 2017).- El Papa Francisco ha expresado su cercanía a la comunidad copto ortodoxa de Egipto , durante el Ángelus del 31 de diciembre de 2017, dos días después de los atentados perpetrados  en Helwan, en las afueras del sur de El Cairo.

Mientras que los coptos están preparándose para celebrar la Navidad el 7 de enero de 2018, de acuerdo con el calendario Juliano, dos nuevos ataques, que han dejado al menos diez muertos, han tenido lugar en una iglesia y en un comercio. Han sido reivindicados por el grupo terrorista daesh.

Después de la oración mariana que ha presidido desde una ventana del palacio apostólico que da a la Plaza San Pedro, el Papa ha expresado su “cercanía a los hermanos coptos ortodoxos de Egipto”.

“Que el señor acoja las almas de los difuntos, sostenga a los heridos, a los seres queridos y a toda la comunidad, y convierta los corazones de los violentos”, ha deseado.

 

 

 

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(ZENIT – 31 dic. 2017).- Un niño llevando sobre su espalda a su hermano muerto en el bombardeo atómico de Nagasaki (Japón) el 9 de agosto de 1945. Esta es la foto de choque que el Papa Francisco ha querido hacer imprimir para tomar conciencia del horror de la guerra. La Oficina de Prensa de la Santa Sede la ha difundido en la tarde del 30 de diciembre de 2017.

La imagen en blanco y negro está acompañada de la firma del Papa, bajo el simple comentario: “…el fruto de la guerra”.

La cara posterior de la tarjeta incluye también la siguiente leyenda en español: “Un niño esperando su turno en el crematorio, para su hermano muerto, (que él lleva) sobre u espalda. Es la foto tomada por un fotógrafo estadounidense, Joseph Roger O’Donnell, después del bombardeo atómico de Nagasaki. La tristeza del niño se expresa solo en el gesto de morderse los labios, llenos de sangre”.

La iniciativa del Papa, muy mediatizada, interviene al final del año civil marcado por las tensiones nucleares y por la adopción del Tratado de prohibición de las armas Nucleares de la ONU. Otra de sus incesantes llamadas para el fin de los conflictos, el pasado 26 de septiembre, el papa había publicado este Tweet para el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares: “Comprometámonos para un mundo sin armas nucleares, aplicando el Tratado de No Proliferación para abolir estos instrumentos de muerte. Y durante el Ángelus del 10 de diciembre, pidió “trabajar duro para construir un mundo sin armas nucleares”.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

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(ZENIT – 31 dic. 2017).- “Todos los padres son los guardianes de la vida de los niños, no son los propietarios” porque “solo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo nos viene de Él” ha afirmado el Papa Francisco en el Ángelus del 31 de diciembre de 2017, domingo de la Sagrada Familia.

Para el último Ángelus del año civil, que ha celebrado en la Plaza San Pedro en presencia de unas 30.000 personas, el Papa ha llamado a cada familia a “reconocer esta primacía” de Dios y educar a los niños “a abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida”.

“Jesús, ha subrayado, ha venido para derribar las falsas imágenes que tenemos de Dios y también de nosotros mismos; para “contradecir” las seguridades mundanas….para hacernos “renacer” a un camino humano y cristiano auténtico, basado en los valores del Evangelio. No hay situación familiar que sea excluida de este nuevo camino…. Cada vez que las familias, incluso las que son heridas y marcadas por debilidades, fracasos y dificultades regresen a la fuente de la experiencia cristiana, se abren nuevos caminos y posibilidades impensables”.

Esta es nuestra traducción de las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado antes de la oración mariana.

A.K

Palabras del Papa Francisco

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En este primer domingo después de la Navidad, celebramos la Sagrada Familia de Nazaret, y el Evangelio nos invita a reflexionar sobre la experiencia vivida por María, José y Jesús, mientras crecen juntos como familia en el amor recíproco y en la confianza en Dios. El rito cumplido por María y José con la ofrenda de su hijo Jesús a Dios es la expresión de esta confianza, el Evangelio dice: “llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor” (Luc. 2,22) como mandaba la ley de Moisés. Los padres de Jesús van al templo para atestiguar que el hijo pertenece a Dios y que ellos son los guardianes de su vida y no sus propietarios. Y esto nos hace reflexionar. Todos los padres son guardianes de la vida del hijo, no propietarios, y deben ayudarlos a crecer y a madurar.

Este gesto subraya que solo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo nos viene de Él. Cada familia está llamada a reconocer esta primacía, protegiendo y educando a los hijos para abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida. El secreto de la juventud interior se encuentra ahí, como da testimonio de ello en el Evangelio una pareja de ancianos, Simeón y Ana. El viejo Simeón, en particular, inspirado por el Espíritu Santo, dice a propósito del niño Jesús: “He aquí que este niño ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten y será como signo de contradicción para que se ponga de manifiesto los pensamientos de muchos corazones (vv. 34-35).

Estas palabras proféticas revelan que Jesús ha venido para hacer caer las falsas imágenes que nos hacemos de Dios incluso de nosotros mismos; para “contradecir” las seguridades mundanas sobre las cuales pretendemos apoyarnos para hacernos renacer a un camino humano y cristiano auténtico, fundado sobre los valores del Evangelio. No hay situación familiar que esté excluida de este nuevo camino de renacimiento y resurrección. Cada vez que las familias, incluso las que están heridas y marcadas por fragilidades, de fracasos y debilidades, vuelven a la fuente de la experiencia cristiana, se abren a nuevos caminos y a  posibilidades impensables.

El relato del Evangelio del día relata que María y José, “cuando terminaron todo lo que prescribía la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret”. El niño crecía  y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él” (vv. 39-40)

Una de las grandes alegrías de la familia es el crecimiento de los niños. Están destinados a crecer y fortalecerse, a adquirir sabiduría y a recibir la gracia de Dios, como le sucedió a Jesús. Él es verdaderamente uno de nosotros: el Hijo de Dios se hace niño, acepta crecer, fortalecerse, está lleno de sabiduría y la gracia de Dios está sobre él. María y José tienen la alegría de ver todo esto en su hijo, y es la misión hacia la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y completo de los niños, para que puedan vivir una vida nueva, digna de Dios y constructiva para el mundo.

Y es el deseo que dirijo a todas las familias, acompañándolas con la invocación a María, Reina de la Familia.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

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VATICANO, 31 Dic. 17 (ACI).-
El Papa Francisco mostró su cercanía y solidaridad con las víctimas de los atentados terroristas que el pasado viernes 29 de diciembre causaron numerosos muertos y heridos en una iglesia copta ortodoxa y un comercio a las afueras de la ciudad egipcia de El Cairo.

“Expreso mi cercanía a los hermanos coptos ortodoxos de Egipto, golpeados hace dos días en dos atentados contra una iglesia y un comercio en la periferia de El Cairo”, fueron las palabras que el Santo Padre pronunció este domingo 31 de diciembre tras el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

El atentado, reivindicado por el grupo terrorista Estado Islámico, dejó el trágico saldo de diez personas muertas y numerosas heridas, según indicaron fuentes del Gobierno egipcio.

El ataque se produjo en la localidad de Mar Mina, en los suburbios de El Cairo, en una iglesia ortodoxa copta tras la celebración eucarística. El terrorista tenía la intención de hacer explotar un artefacto, pero al ver las fuertes medidas de seguridad a la entrada del templo abrió fuego contra las personas situadas en el acceso.

Después, se dirigió en motocicleta a un comercio propiedad de una familia copta y allí volvió a disparar contra personas inocentes.

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VATICANO, 31 Dic. 17 (ACI).-
Luego de rezar el Ángelus este domingo 31 de diciembre en la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco hizo un pedido a los fieles para terminar bien este 2017 y recibir adecuadamente el Año Nuevo 2018.

El Santo Padre alentó a los fieles a “no olvidar en este día agradecer a Dios por el año transcurrido y por todo bien recibido. Nos hará bien, a cada uno, tomar algo de tiempo para pensar en cuántas cosas buenas he recibido del Señor este año y agradecer”.

“Y si hubo algunas pruebas, dificultades, agradecer también porque Dios nos ha ayudado a superar esos momentos. Hoy es una jornada de agradecimiento”, prosiguió el Pontífice.

Para concluir, el Papa deseó a todos un buen domingo “y un sereno fin de año. Les agradezco a todos sus buenos deseos y sus oraciones. Sigan rezando por mí por favor”.

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VATICANO, 31 Dic. 17 (ACI).-
En el Ángelus de este sábado 31 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco indicó cuál es la misión hacia la que está orientada la familia.

Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Pontífice dijo que la misión de la familia, de los padres esencialmente, es “crear las condiciones favorables para el crecimiento armónico y pleno de los hijos, con el fin de que puedan vivir una buena vida digna de Dios y constructiva para el mundo”.

El Papa hizo hincapié en la alegría que los hijos suponen para la familia: “Una gran alegría de la familia es el crecimiento de los hijos. Están destinados a desarrollarse y a fortalecerse, a adquirir sabiduría y a acoger la gracia de Dios, como hizo Jesús. Jesús realmente es uno de nosotros”, afirmó.

Ante la multitud congregada bajo la ventana de los aposentos pontificios del Palacio Apostólico, el Santo Padre reflexionó sobre “la experiencia vivida por María, José y Jesús mientras crecen juntos como familia en el amor recíproco y en la confianza en Dios”.

Francisco afirmó que José y María expresan esa confianza en Dios cumpliendo el rito de la presentación del Niño en el templo: “Los padres de Jesús acuden al templo para dar fe de que su hijo pertenece a Dios y que ellos son los custodios de su vida y no los propietarios”.

“Este gesto subraya que solo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo procede de Él. Toda familia está llamada a reconocer tal primado, custodiando y educando a los hijos para que se abran a Dios, que es la fuente de la vida”.

A continuación, el Papa destacó cómo el texto evangélico habla “del secreto de la juventud interior, testimoniada paradójicamente en el Evangelio por una pareja de ancianos: Simeón y Ana”.

“En particular, el viejo Simeón, inspirado por el Espíritu Santo, dice a propósito del Niño Jesús: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción (…) a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”.

Mediante estas palabras proféticas se revela que “Jesús vino para hacer caer las falsas imágenes que nos hacíamos de Dios y también de nosotros mismos; para contradecir la seguridad mundana sobre la cual pretendíamos apoyarnos, para hacernos resurgir a un camino humano y cristiano auténtico, fundamentado sobre los valores del Evangelio”.

Francisco concluyó con unas palabras de apoyo a las familias que atraviesan momentos de dificultad: “No hay ninguna situación familiar que esté cerrada a este camino nuevo de renacimiento y de resurrección”.

“Cada vez que una familia, también las que están heridas o marcadas por la fragilidad, el fracaso o la dificultad, regresa a la fuente de la experiencia cristiana, se abren caminos nuevos y posibilidades impensables”, finalizó.

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Eran tan grandes las virtudes de este prelado pasionista, que su fundador, san Pablo de la Cruz, le encomendó la fundación con la certeza de que haría obras más grandes que la suyas. Fue estimado por los pontífices de su tiempo.

En esta solemnidad de María Santísima, Madre de Dios, entre otros santos, la Iglesia aclama al pasionista Vicente María Strambi, prelado de Macerata y Tolentino, insigne discípulo de san Pablo de la Cruz que cuando lo conoció ya vio en él a un gran santo.

Nació en Civitavecchia, Italia, el 1 de enero de 1745. Fue el único superviviente de los cuatro hijos nacidos en el matrimonio del farmacéutico Giuseppe Strambi y Eleonora Gori. El celo de su padre por mantenerlo junto a él y ver cumplidos en su heredero los sueños que fraguó para su futuro no fue impedimento para que el joven defendiese firmemente su vocación. Ambos progenitores le transmitieron su fe y generosidad con los necesitados que Vicente aún superó con creces al punto de ser frenado en sus ansias de donación.

La madre, comprensiva y gozosa al conocer su inclinación al sacerdocio, le dio su bendición. Se formó en el seminario de Montefiascone. Inteligencia y piedad marcaron estos años en los que su amor a Cristo crucificado presidía su acontecer. Antes de recibir el sacramento del orden fue prefecto y luego rector del seminario de Bagnoregio. Ya se advertían sus numerosos dones y celo pastoral. Fue ordenado sacerdote unos meses antes de cumplir 23 años. Pero se sentía inclinado a la vida religiosa. Contra la voluntad del padre, llamó primero a las puertas de los padres de la Misión y luego las de los capuchinos. No era su lugar. Unos lo rechazaron por su débil salud y otros por su condición de hijo único hasta que conoció a Pablo de la Cruz en una misión, y quedó seducido por su ardor apostólico y virtud.

Cuando le pidió ingreso en los pasionistas, Pablo le abrió los brazos. Y a Giuseppe, que rogó y acudió no solo a él sino a quienes pensaba que podrían disuadir a su hijo, le respondió: «Debería alegrarse sumamente al ver que el Señor elige a su hijo para hacerlo un gran santo». Profesó en 1769. Unos años más tarde, después de haber encendido muchos corazones con su predicación, partió a Roma para ocuparse de los jóvenes estudiantes formándoles en todos los ámbitos. En 1775 Clemente XIV, sabedor de sus virtudes y dotes apostólicas que ya le precedían, le encomendó predicar en Santa María en Trastévere, convirtiéndose él mismo en uno de sus oyentes. Desde entonces, asiduamente y a petición del papa, el que ya era reconocido como «el predicador pasionista santo», impartió retiros a la curia pontifical, y otros estamentos del clero.

Sus dotes diplomáticas hicieron de él un valioso instrumento para la conciliación que llevó a cabo a petición de los pontífices. Hombre humilde, sencillo, abnegado, de intensa oración y penitencia, fue incluido en el cónclave que eligió a Pío VII y votado por una parte de los cardenales. No quiso distinguirse nunca de sus hermanos, y lejos de aceptar prebenda alguna por razón de su oficio: superior, provincial, consultor general, efectuaba las labores cotidianas en la huerta y en la cocina como uno más. Fue agraciado con el don de profecía y de penetración de espíritus; en sus predicaciones acaecieron hechos prodigiosos.

Pablo de la Cruz al sentir cercana su muerte le encomendó la Congregación: «Harás cosas grandes, harás mucho bien». Vicente tenía 30 años y había sido fidelísimo al fundador en los seis que llevaba como pasionista. Luego sería también su biógrafo. Escribió la vida de Pablo de rodillas en la celda que aquél había ocupado. Y más tarde fue su postulador. Muy devoto de la preciosísima Sangre de Jesús le dedicó su primer trabajo. Fue autor de obras escolares y espirituales. En 1801 Pío VII lo nombró prelado de Macerata y Tolentino y aceptó el nombramiento aunque su deseo habría sido vivir como simple religioso pasionista. El papa valoraba sus muchas virtudes y capacidad para regir, enseñar y santificar, y lo tranquilizó: «Sábete que nadie se ha interesado para elegirte; lo he hecho yo espontáneamente, por mi personal conocimiento, por inspiración divina».

A Vicente se deben grandes conversiones, como la de la hermana de Napoleón, emperador que lo envió al exilio al constatar que no podía vencer su fidelidad al Santo Padre. Los pobres, sin excluir a los demás necesitados, fueron objeto de su predilección. Decía: «Los pobres son mis patrones. Yo no soy sino su ecónomo». Como pastor dosificó la firmeza y la comprensión. Fue un gran renovador. León XII, que lo mantuvo en su oficio hasta 1823, afirmó: «Es suficiente su sombra para gobernar la diócesis». El pontífice lo retuvo junto a él. Cuando enfermo de muerte fue a administrarle el viático, manifestó: «Vicente mío, yo creía hacerte santo, pero algún otro pontífice lo hará». El humilde pasionista ofreció su vida por la del papa que se hallaba enfermo, y éste sanó de improviso, muriendo él repentinamente en el curso de una semana el 1 de enero de 1824. Fue beatificado por Pío XI el 26 de abril de 1925, y canonizado por Pío XII el 11 de junio de 1950.

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VATICANO, 31 Dic. 17 (ACI).-
En la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, publicada en abril de 2016, el Papa Francisco incluyó una hermosa oración dirigida a la Sagrada Familia, cuya fiesta la Iglesia celebra este 31 de diciembre. 

Este es el texto completo de la plegaria del Santo Padre:

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 8 de abril de 2016

 


Sistema de Información del Vaticano

VATICANO, 30 Dic. 17 (ACI).-
La Oficina de Prensa de la Santa Sede dio a conocer este 30 de diciembre que el Papa Francisco ha pedido que se imprima una foto para generar consciencia sobre la guerra y sus lamentables consecuencias.

#PapaFrancesco ha voluto che si stampasse e divulgasse questa foto: "…il frutto della guerra…"
Un niño que espera su turno en el crematorio para su hermano muerto en la espald, del fotógrafo americano, Joseph Roger O’Donnell, después del bombardeo atómico en Nagasaki pic.twitter.com/SNW5aG902L

— Giovanni Tridente ? (@gnntridente) 30 de diciembre de 2017

El Santo Padre solicitó que en la parte posterior de la foto se escriba la siguiente inscripción:

“… el fruto de la guerra
Franciscus”.

Debajo aparece la siguiente descripción:

“Un niño que espera su turno en el crematorio para su hermano muerto en la espalda.
Es la foto que tomó un fotógrafo americano, Joseph Roger O’Donnell, después del bombardeo atómico en Nagasaki.
La tristeza del niño sólo se expresa en sus labios mordidos y rezumados de sangre”.

Vatican News recuerda que en 1995 el fotógrafo O’Donnell dijo sobre la escena que “vi a este niño que caminaba. Tendría unos diez años. Noté que cargaba a un niño sobre sus espaldas. En esos días era una escena muy común en Japón. Con frecuencia nos cruzábamos con niños que jugaban con sus hermanitos o hermanitas en la espalda, pero ese niño tenía algo distinto”.

En múltiples ocasiones el Papa Francisco ha denunciado que en el mundo actualmente existe una “Tercera Guerra Mundial a pedazos”, y ha alentado todos los esfuerzos para alcanzar la paz.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 16 de febrero de 2017


Sistema de Información del Vaticano

REDACCIÓN CENTRAL, 30 Dic. 17 (ACI/EWTN Noticias).-
Se acerca el fin del 2017 y el mundo entero se prepara para recibir el nuevo año con fiestas y fuegos artificiales, pero muchos olvidan de celebrarlo con Dios, dueño de la vida y el tiempo. Por ello te compartimos esta oración para rezarla junto con tu familia, comunidad o amigos antes de la medianoche del 31 de diciembre.

Se recomienda estar alrededor del nacimiento o pesebre. Juntos comienzan diciendo: “En el nombre del Padre…”

Luego se hace la siguiente oración:

Lector 1: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.

Lector 2: Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Todos: Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”

Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea contigo. ¡Feliz año Nuevo!”


Parroquia Maria Auxiliadora Tuxpan

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