Hacia la normalización de los pedófilos desde una universidad en Estados Unidos: estos son los hechos

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El guiño que poco a poco gana terreno para normalizar la pedofilia y a los pedófilos va con paso lento pero seguro. Lanzada en 2017, una película incluso llegó a ser nominada a mejor película para los premios Óscar. Se trató de “Call Me by Your Name” (“Llámame por tu nombre”), una cinta de romance homosexual en la que un profesor mayor de edad enamora a un adolescente. No se ganó el Óscar a la mejor película, pero sí al mejor guión adaptado. La cuestión era introducir el tema. Nadie se escandalizó por ello. En 2014 The New York Times (el mismo medio que se rasga las vestiduras con los abusos contra menores) publicaba un amplio artículo de opinión titulado “Pedophilia: a disorder, not a crime” (“Pedofilia: un desorden, no un crimen”).

Los medios poco a poco han ido abriendo el terreno para sensibilizar y migrar el tema al ámbito de las universidades. Sucedió recientemente en Old Dominion University, en Nortfolk, Virginia.

Allyn Walker, assistant profesor de Sociología y Justicia Penal dio una entrevista a Prostasia Foundation, una organización sin fines de lucro que en su web alberga una sección llamada “MAP Support club”, a saber: una comunidad para que las personas atraídas por menores encuentren amistad y comprensión entre pares”. En esa entrevista Allyn pidió que la sociedad cese en el uso del término “pedófilo” y acoja el término “M.A.P.” (persona atraída por menores, por sus siglas en inglés). ¿La razón? No herir la sensibilidad de los pedófilos ni contribuir al estigma contra ellos.

Dijo específicamente Walker: “Creo que es importante usar la terminología para los grupos que los miembros de ese grupo quieren que otros usen para ellos”. Y añade: “Es menos estigmatizante que otros términos como pedófilo… Mucha gente, cuando oye el término pedófilo, asume automáticamente que significa delincuente sexual. Y eso no es cierto. Y lleva a muchas ideas erróneas sobre la atracción hacia los menores”. Allyn Walker, quien también escribió el libro “A long, dark shadow” (“Una sombra larga y oscura. Los menores atraídos y su búsqueda de la dignidad”) sugiere que la pedofilia debe ser tolerada pues, “Por un lado, el hecho de que alguien sienta atracción por los niños no significa que nunca vaya a experimentar también atracción por los adultos, ni siquiera que su atracción por los niños vaya a persistir durante toda su vida… La sexualidad puede ser fluida y hay muchos MAP que sienten una serie de atracciones tanto por los niños como por los adultos”.

Las declaraciones de esta persona orillaron a que la Universidad Old Dominion le pusiera en licencia administrativa, con efecto inmediato, de su posición como profesor asistente de sociología y justicia criminal. Pero la motivación para retirarle no fueron sus posiciones filo pedófilas sino estas otras que dice la universidad en un comunicado oficial: “Las reacciones a la investigación y al libro de la dra. Walker generaron preocupación por su seguridad y la del campus”. O, en otras palabras: le licencian por su seguridad y la de la universidad, no por lo que afirmó.

De hecho, en otra declaración institucional la universidad defiende sutilmente el pensamiento de Walker cuando dice: “Es importante compartir que Old Dominion, como comunidad solidaria e inclusiva, no respalda ni promueve los delitos contra los niños, ni ninguna forma de actividad delictiva. Una comunidad académica desempeña un valioso papel en la búsqueda del conocimiento. Una parte vital de esto es estar dispuesto a considerar datos científicos y otros datos empíricos que pueden implicar cuestiones y perspectivas controvertidas”.

Muchos estudiantes, como refleja un artículo en The Daily Mail, contrastan en sus posturas con la decisión tomada por la universidad. Hay quien afirma que a otras personas, por mucho menos, especialmente si expresaron posturas conservadoras, se les ha expulsado del campus.

En todo este asunto hay algo más a considerar, pero en lo que no es políticamente correcto detenerse: Allyn Walker se autodenomina “no binaria”, es decir, no clasificable ni como hombre ni como mujer. Una persona “trans” (aunque sus cromosomas tengan las cosas más claras). No por nada hay ahora mismo una lucha interna por añadir más colores al arcoíris. La colorida bandera comienza a ser ya un proyecto. Y como el cine y las series ya está sensibilizado, había que pasar a hacer pininos en las universidades.

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