lunes, 16 julio 2018
Roma (Agencia Fides) - La misión de proclamar el Evangelio, confiada a los apóstoles por Cristo, es en realidad la simple “repetición de la presencia y obra de Jesús en su actividad misionera”. Por eso, solo si estamos unidos a Cristo, muerto y resucitado, podremos encontrar “el valor para la evangelización”. Esta misión “no es una iniciativa de creyentes individuales, grupos o incluso grandes organizaciones, sino que es la misión de la Iglesia, inseparablemente unida a su Señor”. Y la autenticidad trabajo apostólico y misionero también se reconoce por el “estilo” de discípulos misioneros, que no actúan como un “gestor todopoderoso”, “funcionarios inamovibles” o “divos de gira”, sino que son “humildes trabajadores del Reino”. Estos son algunos de los rasgos distintivos que el Papa Francisco, en el Ángelus del domingo 15 de julio, ha vuelto a proponer como característicos del impulso misionero.
Siguiendo el ejemplo del pasaje del Evangelio de Marcos leído durante la liturgia del domingo, el obispo de Roma se centró en el momento en que Jesús envía a los Doce en misión, teniendo en cuenta que en este pasaje del Evangelio se puede vislumbrar cuál es la fuente y el verdadero rostro de la misión evangelizadora. El discípulo misionero, -aseguró el Papa-, “encuentra su punto de referencia en la persona de Jesús”. El relato así lo indica empleando una serie de verbos cuyo sujeto es Él: les llamó, les envió, les dio el poder. De forma que el “ir” y el “trabajar” de los Doce aparece como el resultado de un centro, de una propuesta de la presencia y de la obra de Jesús en su acción misionera. Esto, -añadió el Papa-, muestra cómo los Apóstoles no tienen nada propio que anunciar, ni capacidad de demostrar, sino que hablan y actúan como “enviados”, como mensajeros de Jesús”.
El Papa Francisco reiteró que la misión no es una opción de la vida cristiana: todos los bautizados están “llamados a testimoniar, en los diversos ámbitos de la vida, el Evangelio de Cristo”. Y esta llamada no representa “una iniciativa individual de los creyentes, de los grupos o de grandes organizaciones, sino que es la misión de la Iglesia, inseparablemente unida a su Señor. Ningún cristiano proclama el Evangelio “por su cuenta”, sino que es un enviado de la Iglesia que ha recibido el mandato de Cristo mismo. Es precisamente el Bautismo lo que nos hace misioneros. Un bautizado que no siente la necesidad de proclamar el Evangelio, ha dicho el Papa, “no es un buen cristiano”.
Continuando con su reflexión, el Papa Francisco también se centró en la manera concreta en que se expresa la auténtica vocación misionera, caracterizada por la “pobreza de medios”; Cristo mismo, en el pasaje del Evangelio comentado por el Papa, ordena a los apóstoles ir en misión sin “llevar nada más que un bastón para el viaje: ni pan, ni bolsa, ni dinero”.
Jesús, -comentó el Papa-, “los quiere libres y ligeros, sin apoyos y sin deber favores, seguros solo del amor de Aquel que los envía, fuertes solo en su palabra que van a anunciar. De la misma manera, incluso los auténticos mensajeros del reino de Dios no son gerentes omnipotentes, ni funcionarios inamovibles, ni divos de gira”. Con una elocuente afirmación improvisada dijo que el sucesor de Pedro se refirió a los santos de la diócesis de Roma, “de la que soy obispo”, nombrando especialmente a San Felipe Neri, San Benito José Labre, San Alejo, Santa Ludovica Albertini, Santa Francisca Romana y San Gaspar Del Bufalo: “No eran funcionarios ni empresarios”, subrayó el Papa, “sino humildes trabajadores del Reino”. Tenían este rostro. Y a este rostro también pertenece la forma en que se recibe el mensaje: de hecho, puede suceder que no sea bien recibido o escuchado. Esto también es pobreza: la experiencia del fracaso. La historia de Jesús, que fue rechazado y crucificado, -concluyó el Papa-, prefigura el destino de su mensajero. Y solo si estamos unidos a Él, muerto y resucitado, podemos encontrar el valor de la evangelización”.
(GV) (Agencia Fides 16/7/2018).
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