VATICANO, 22 Jun. 18 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco hizo un llamado a ayudar a los cristianos de Oriente Medio, custodios de una importante “carga profética”, y pidió generosidad de acogida a los que huyen de la guerra, pues su testimonio tiene un gran valor en un Occidente secularizado.
El Santo Padre realizó este pedido durante la audiencia que concedió a los participantes de la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), que celebran estos días su Asamblea Plenaria que, este año, coincide con el 50 aniversario de su fundación.
El Papa valoró los diversos proyectos impulsados por la Agencia, “gracias a la generosidad de muchísimos fieles en todo el mundo”, que han permitido a las diferentes Iglesias Orientales Católicas, “tanto en la madre patria como en la diáspora, desarrollarse y llevar adelante el testimonio evangélico”.
En este sentido, subrayó que ese testimonio ha supuesto una dura prueba para los cristianos orientales, pues, con frecuencia, se ha llevado a cabo “en medio de dolores y persecuciones, primero por parte de los regímenes totalitarios de Europa Oriental, y, de forma más reciente, en medio del fundamentalismo y del fanatismo que, con pretextos religiosos y de conflictos, parecen no querer cesar, sobre todo en Oriente Medio”.
“La solidaridad concreta que habéis mostrado se ha dirigido a las emergencias de las guerras y de las migraciones, pero, principalmente, ha sabido garantizar la vida de la Iglesia, la actividad pastoral y de evangelización, las obras sociales y asistenciales”.
En su discurso, el Santo Padre subrayó la misión esencial de las Iglesias Orientales: “Las Iglesias Orientales Católicas, que son testimonios vivos de los orígenes apostólicos, están llamadas de manera especial a custodiar y a difundir la llama pentecostal”.
“Están llamados cada día a redescubrir la misma presencia profética en cada lugar donde son peregrinos. Comenzando por Jerusalén, Ciudad Santa cuya identidad y vocación peculiar debe preservar, más allá de las tensiones y de las disputas políticas, la presencia de los cristianos como pequeño rebaño que obtiene del Espíritu la fuerza para la misión de dar testimonio, hoy más urgente que nunca”.
Con esta misión de los cristianos de Jerusalén presente, el Pontífice hizo un llamado: “Que, de los lugares santos, donde el sueño de Dios se cumplió en la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo, llegue un renovado espíritu de fortaleza que anime a los cristianos de Tierra Santa y de Oriente Medio a comprender su vocación específica y a dar razón de la fe y de la esperanza”.
Dentro de esa misión de “los hijos e hijas de las Iglesias Orientales Católicas” tiene especial peso el encargo de “custodiar su carga profética, de anuncio del Evangelio de Jesús, también en los contextos a menudo muy secularizados de nuestro Occidente, adonde llegan como migrantes y refugiados”.
Por ello, pidió que “puedan encontrar acogida tanto en el ámbito práctico como en el ámbito de la vida eclesial, conservando y desarrollando el patrimonio de sus propias tradiciones”.
Francisco finalizó su discurso destacando que “gracias a la actividad de la ROACO, por medio de miradas y gestos de caridad que sostienen la vida de las Iglesias Orientales, el Sucesor de Pedro puede continuar su misión de búsqueda de posibles caminos hacia la unidad visible de todos los cristianos”.
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