REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Con la imagen del sembrador (cf. Mt 13.1 a 23) Jesús se presenta como uno que no se impone sino que se propone; no nos atrae conquistándonos, sino donándose, explicó Francisco el domingo 16 de julio. “Arroja la semilla. Él propaga con paciencia y generosidad su Palabra, que no es una jaula o una trampa, sino una semilla que puede dar frutos”.
Pero ¿Cómo puede dar frutos? Se preguntó el Papa y respondió: “Si nosotros la recibimos”.
El Obispo de Roma expuso que, por eso la parábola del sembrador tiene que ver más con nosotros; que de hecho habla del terreno más que del sembrador. “Jesús nos invita hoy a mirar dentro nuestro: a agradecer por nuestro terreno bueno, y a trabajar en los terrenos todavía no buenos. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto para recibir con fe la semilla de la Palabra de Dios. Preguntémonos si nuestras rocas de la pereza son todavía muchas y grandes; identifiquemos y llamemos por nombre los espinos de los vicios. Encontremos el valor de hacer un buen saneamiento del terreno, un buen saneamiento de nuestro corazón, llevándole al Señor en la Confesión y en la oración nuestras rocas y espinos. Haciéndolo así, Jesús, el Buen Sembrador, será feliz de realizar un trabajo adicional: purificar nuestro corazón, quitando las rocas y los espinos que ahogan su Palabra”.
Publicar un comentario