Ignacio de Loyola: “tu Palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora”(Jr 20,9)

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“Queridos hermanos y hermanas,

en el curso de nuestra vida, se nos regala la presencia de los hermanos y hermanas “mayores”- los santos-, que han pasado por nuestro mismo camino, que han vivido nuestras mismas fatigas, y viven para siempre en el abrazo de Dios.” Son las palabras de Papa Francisco durante su catequesis sobre los santos en el ciclo sobre Esperanza Cristiana del 2017.

El día 31 de julio la Iglesia celebra la festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

Según narra en su autobiografía, Ignacio de Loyola se considera a sí mismo un peregrino. Y en su peregrinaje, se despoja de todo aquello que sobra a su propósito “de preparar y disponer el ánima para quitar de si todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima”.

 A orillas del rio Cardener, en Manresa, siente que se le “empiezan a abrir los ojos del entendimiento” y “siente una iluminación tan grande, que todas las cosas le parecían nuevas”. Alojado durante unos meses en una cueva del lugar, redacta el Libro de los Ejercicios Espirituales.

Su meta: ser con Jesús, avanzar en su compañía, contemplar desde el espíritu, la vida de Jesús y acometer su misma misión de transmitir el Evangelio a todos los pueblos del mundo, sin importar el color, la cultura o la religión. Ser la Compañía de Jesús.

Ignacio, se convierte en el maestro del espíritu, agrupando en sus Ejercicios una serie de pautas y prácticas, capaces de llevar el alma tan cerca de la experiencia de Dios como le sea posible, según sus capacidades y disposición de ánimo.

El santo, nombrado Patrón de los Ejercicios Espirituales por el Papa Pio XI, demuestra que es posible ser testigos del paso de Jesús por el mundo a través de la contemplación del Evangelio, y llegar al discernimiento; encontrarse con el lugar dónde la gracia de Dios es infinita dentro de cada uno y elevar el entendimiento y el ánimo, para comprender mejor la voluntad de Dios.

A la muerte de San Ignacio, la compañía ya tenía misiones en los cuatro continentes y a lo largo de la historia han sido muchos los santos de la orden y los frutos a la hora de impulsar y dar forma al mensaje teológico, según las necesidades y expresiones de cada tiempo, en sus casi cinco siglos de historia (200 años desde la refundación).

Para terminar los testimonios sobre San Ignacio y la espiritualidad ignaciana, de los oyentes de la radio del Papa.

(Isabel Cantos – RV)


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