Hermanos de San Juan de Dios muertos por ébola en África son susceptibles de beatificación – Entrevista

Sistema de Información del Vaticano

(ZENIT – Roma, 25 Jul. 2017).- Los hermanos y colaboradores de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, muertos en Liberia y Monrovia atendiendo a los enfermos de la epidemia de ébola, son susceptibles de una apertura del proceso de beatificación.

Esto gracias nueva normativa aprobada por el papa Francisco para la Congregación de la causa de los santos, que da una nueva causal para las beatificaciones: perder la vida por el prójimo, por amor de Jesús. Criterios que autorizó el santo padre Francisco a través del Motu proprio, ‘Maiorem hac dilectionem’ a pedido de la Congregación para la causa de los Santos.

El sacerdote Jesús Etayo Arrondo, español de Navarra, hermano superior de la orden Hospitalaria san Juan de Dios, conversó con ZENIT sobre este tema.

“Me gusta que me llamen hermano aunque soy sacerdote pero somos fundamentalmente una orden de hermanos”, dice y recuerda que “en Liberia y su capital Monrovia y en la ciudad de Lunsar, en Sierra Leona, tenemos casas que fueron diezmadas por la epidemia de ébola”.
Precisó que en Liberia fallecieron los tres hermanos de la Orden, además de una religiosa de la comunidad de las misionera de la Inmaculada que colaboraba con ellos, más cinco colaboradores. En Lunsa falleció un hermano y ocho colaboradores. “En total 18 personas las que sabían que se estaban exponiendo a la muerte”.

La epidemia en Libera había iniciado unos meses antes. “El primer hermano conocía que se podía enfermar pero por así decir le pilló más desprevenido. Los otros en cambio eran más conscientes del peligro de contagio y antes de morir supieron que estaban con ébola”. Indicó también que “las medidas de precaución que se tomaron coincidieron con las ayudas que llegaban del exterior”.

Sobre la posibilidad de que se les abra un proceso de beatificación, el superior de la Orden ha señalado que “los hemos puesto como ejemplo. Siempre los llamé ‘samaritanos de la hospitalidad’ o ‘profetas de la hospitalidad’, porque más allá de la posibilidad de un proceso de beatificación, fueron para nosotros un testimonio muy fuerte”.

Recordó que “muchos se podrían haber ido de estos países, en particular los que eran europeos, y los otros a algún lugar donde no había ébola”. Entretanto todos ellos “decidieron quedarse con la gente”.

Señala que cuando se contagiaron “tuvimos que cerrar los hospitales” porque eran peligroso como foco de infección. Sin que por ello cesaran en su labor, como “los hermanos de Sierra Leona que iban a las casas a llevar comida a la gente que estaba en cuarentena.

“No se trataba solamente de un discurso bonito -asegura el hermano Jesús- porque es una vocación radical en el sentido de la misión, en particular para nosotros que tenemos un cuarto voto de hospitalidad, de respetar incluso con peligro de la propia vida. Es una manera de testificar que la vida religiosa es un proyecto serio que a veces conlleva a la muerte”.

Siempre sobre la beatificación, el hermano Jesús señala que “al principio como no estaba dentro de los casos, no lo habíamos pensado” si bien como superior pidió que “recojan al menos lo que ha sucedido, que se escriba sobre sus personas y sus vidas, para que sirvan de testimonio, algo estamos haciendo”.

“Ahora con este decreto hablando con el postulador me decía que ellos tienen previsto un encuentro en la Congregación de la causa de los santos para entender mejor, entonces sabremos si es posible, o cómo se haría”.

La orden en números
El padre Jesús señala que “los religiosos entre hermanos y algunos sacerdotes somos unos 1.100. Estamos en 55 países, con más de 400 centros de servicios, sanitarios, sociosanitarios, sociales. Nos ocupamos de personas enfermas y necesitadas. Desde hospitales tecnificados y muy grandes a pequeños centros para migrantes, drogodependientes, enfermos mentales, discapacitados físicos y psíquicos y cárceles. Nuestra familia hospitalaria de San Juan de Dios incluye a unos 60 mil dependientes y unos 20 mil voluntarios”.

Los desafíos de la orden:
“El primer desafío es mantener vivo el carisma y la misión de la obra, esto implica la reflexión y discernimiento para decir cuál es el proyecto de Orden que la Iglesia y el mundo hoy nos demanda.

Esta es la clave. A nivel de nuestra vida consagrada pero también de nuestra misión”. También “si las estructuras actuales son las más adecuadas para responder a esta llamada que la Iglesia hoy nos hace”.

Luego hay otros desafíos, asegura el hermanos superior: “como el de transmitir de los valores y de la filosofía de la Orden a nuestros colaboradores. Tenemos más de 400 centros, A nosotros no nos interesa ser una empresa, una holding, nuestro objetivo es servir a las personas que sufren. Y por ello es muy importante que se sientan identificados”.

Esto asegura “implica información y formación, pero también implicación, testimonio, transmisión de valores. Tenemos un concepto que llamamos ‘escuela de hospitalidad’. La hospitalidad para nosotros es el carisma y la misión, o sea un programa de formación de la filosofía de la orden, de transmisión de valores, con un estilo propio asistencial. Estas existen en todas las provincias de la orden”.

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(Uso libre citando la fuente)

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