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Compartimos algunos momentos con el Papa Francisco

Se cumple un año de la JMJ Cracovia 2016. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia» (Mateo 5,7) – fue el lema que había elegido el Papa Francisco para esa cita con los jóvenes del mundo.

Y con la voz del Santo Padre recordamos su exhortación a los jóvenes a ser esperanza para el futuro, en su saludo y aliento, improvisando unas palabras, que dirigió en especial a jóvenes recién casados y a jóvenes que se preparaban para el matrimonio.

Con su paternal enhorabuena, el Papa aconsejó tres actitudes para ayudar a las familias a superar las dificultades y quiso que los jóvenes esposos y novios que habían acudido a saludarlo a la Plaza del Arzobispado repitieran con él esas tres palabras: «permiso, gracias, perdón»:

«Tres palabras que los pueden ayudar a vivir la vida de matrimonio, porque en la vida de matrimonio hay dificultades: el matrimonio es algo tan lindo tan hermoso, que tenemos que cuidarlo, porque es para siempre».

Mirar el mundo con la esperanza cristiana y la realidad de la conversión, como nos enseña Jesús, invocando la ayuda de la Virgen María, alentó el Papa Francisco

Con las palabras  de la parábola de la buena semilla y de la cizaña, con las que Jesús «ilustra el problema del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios», el Obispo de Roma introdujo el rezo a la Madre de Dios, del XVI domingo del Tiempo Ordinario.

«El Señor, que es la Sabiduría encarnada, nos ayuda hoy a comprender que el bien y el mal no se pueden identificar con territorios definidos o determinados grupos humanos: “Estos son buenos, estos son malos”. Él nos dice que la línea de confín entre el bien y el mal pasa por el corazón de cada persona, pasa por el corazón de cada uno de nosotros, es decir, somos todos pecadores.

Me dan ganas de pedirles: “Que levante la mano el que no es pecador”. ¡Ninguno! Porque todos lo somos, somos todos pecadores.

Jesucristo, con su muerte en la cruz y su resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado y nos da la gracia de caminar en una vida nueva; pero con el Bautismo nos ha dado también la Confesión, porque tenemos siempre la necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Mirar siempre y solamente el mal que está fuera de nosotros, significa no querer reconocer el pecado que también está en nosotros.

Y entonces Jesús nos enseña un modo diverso de mirar el campo del mundo, de observar la realidad. Estamos llamados a aprender los tiempos de Dios – que no son nuestros tiempos – y también la “mirada” de Dios: gracias al influjo benéfico de una impaciente espera, lo que era cizaña o parecía cizaña, puede convertirse en un producto bueno. Es la realidad de la conversión. ¡Es la perspectiva de la esperanza!»

Tras hacer hincapié en que sólo Dios puede separar el bien del mal y lo hará en el juicio final, el Santo Padre invitó a invocar la ayuda de la Virgen María para percibir el bien y lo bello en la realidad que nos rodea, más allá de la suciedad y del mal, a desenmascarar la obra de Satanás, pero sobre todo a confiar en la acción de Dios que fecunda la historia.

Después de la oración mariana y del responso por los difuntos, el Papa Francisco dirigió un nuevo apremiante llamamiento a la moderación y al diálogo, expresando su preocupación por la grave violencia que sacudió Jerusalén. El Obispo de Roma invitó a todos a unirse a su oración para que el Señor inspire la reconciliación y la paz.

(CdM – RV) 


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