Catequesis del Papa: nadie nos robará la esperanza

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(RV).- En su catequesis de la Audiencia General del último miércoles de septiembre – prosiguiendo con su ciclo sobre “la esperanza cristiana” – el Papa Francisco propuso el tema de los enemigos de la esperanza”, por esta razón afirmó: “Mientras hay vida hay esperanza”, es una frase que solemos escuchar, pero yo creo que es más bien lo contrario, es la esperanza la que sostiene, protege y hace crecer la vida”.

Hablando en italiano el Santo Padre explicó que deseaba referirse a este tema puesto que como cada bien en este mundo, también la esperanza tiene sus enemigos. Además, puso de manifiesto que la esperanza es el impulso del corazón de quien parte dejando su casa, su tierra, y a veces a sus familiares, en busca de una vida mejor y más digna para sus seres queridos. A la vez que la esperanza impulsa el corazón de quien acoge y que se manifiesta con el deseo de encontrarse, conocerse y dialogar.

De manera que – como dijo el Obispo de Roma – la esperanza es ese incentivo que lleva a “compartir el viaje” de la vida, tal como lo recuerda la campaña de Caritas Internationalis lanzada por el Santo Padre tendente a sensibilizar hacia el encuentro real con los emigrantes y refugiados. De ahí que Francisco haya pedido a los presentes: “Hermanos, ¡no tengamos miedo de compartir el viaje!”.

Sí, porque “la esperanza – dijo – no es una virtud para la gente que tiene el estómago lleno”. A lo que añadió que por esta razón, “desde siempre, los pobres son los primeros portadores de la esperanza. Y, de hecho, recordó que, “para entrar en el mundo Dios tuvo necesidad de ellos: de José y de María, y de los pastores de Belén.

En efecto – prosiguió diciendo Francisco –  “en la noche de la primera Navidad había un mundo que dormía, acomodado en tantas certezas e adquiridas; pero los humildes preparaban en el escondimiento, la revolución de la bondad”. Y destacó que carecían de todo, hasta el punto de sobrevivir apenas, pero eran ricos del bien más precioso que existe en el mundo y que es, precisamente el deseo del cambio.

Hacia el final de su reflexión, el Papa Francisco pidió que cuando nuestras fuerzas decaigan y parezca que la batalla contra la angustia es sumamente dura, recurramos al nombre de Jesús, incluso con alguna oración sencilla, pidiendo piedad por ser pecadores. No estamos solos en nuestro combate contra la desesperación – dijo –  porque si Jesús venció el mundo, es capaz de vencer en nosotros todo lo que se opone al bien. Y si Dios está con nosotros, nadie nos robará la esperanza.

(María Fernanda Bernasconi – RV). 


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