VATICANO, 02 Jul. 17 (ACI).-
En un nuevo Ángelus presidido por el Papa Francisco, éste habló de la importancia de la misión y comentó que aquél que deja todo por Jesús se convierte en un “embajador” suyo y la gente "reconoce que Jesús está en Él”.
Además, habló de la importancia de la acogida y aseguró que “no importa si después, como toda persona humana, uno tiene sus límites y también sus errores” sino que “tenga humildad para reconocerlos”. “Lo importante es que no tenga el corazón doble, sino sencillo, unido; que no tenga el pie en dos zapatos, sino que sea honesto con sí mismo y con los demás”.
El Papa explicó que el Evangelio del día presenta un discurso con el cual “Jesús instruye a los doce apóstoles en el momento en el que por primera vez los envía a la misión de pueblo en pueblo en Galilea y Judea”.
El Obispo de Roma también afirmó que existe “una reciprocidad en la misión: si tú dejas todo por Jesús, la gente reconoce en ti al Señor; pero al mismo tiempo te ayuda a convertirte cada día a Él, a renovarte y purificarte de los compromisos y a superar las tentaciones”.
Al hablar del Evangelio, señaló que “en esta parte final Jesús subraya dos aspectos esenciales para la vida del discípulo misionero: que su unión con Jesús es más fuerte que cualquiera otra; el segundo, que el misionero no lleva a sí mismo, sino a Jesús, y mediante Él, el amor del Padre celeste”.
Francisco afirmó que “el afecto de un padre, la ternura de una madre, la dulce amistad entre hermanos y hermanas, todo esto, también siendo muy bueno e legítimo, no puede ser antepuesto a Cristo”.
“No porque Él nos quiera sin corazón y prive de reconocimiento, es más, al contrario, pero porque la condición del discípulo exige una relación prioritaria con el maestro”.
En definitiva, “quien se deja atraer por este vínculo de amor y de vida con el Señor Jesús, se convierte en su representante, un ‘embajador’ suyo, sobre todo con el modo de ser, de vivir. Al punto de que Jesús mismo, enviando a sus discípulos en misión, les dice: ‘Quien os acoge, me acoge a mí y quien me acoge a mí, acoge aquél que me ha enviado’”.
“Y aquí nuestra experiencia de sacerdotes nos enseña una cosa muy hermosa e importante: es característico esta acogida de santo pueblo fiel de Dios, ese ‘vaso de agua fresca’ dado con fe afectuosa que te ayuda a ser un buen sacerdote”.
“La Virgen María ha experimentado en primera persona lo que significa amar a Jesús despegándose de sí misma, dando un nuevo sentido a los lazos familiares, a partir de la fe en Él. Que con su materna intercesión nos ayude a ser libres y alegres misioneros del Evangelio”, concluyó.
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