REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Nuestro corazón, como un terreno, puede ser bueno, y así la Palabra de Jesús da mucho fruto, pero también puede ser duro, impermeable y la Palabra de Jesús nos rebota, como sobre las piedras de una carretera: “no entra”, explicó Francisco el domingo 16 de julio de 2017, desarrollando la parábola del Sembrador.
“Jesús realiza, por así decirlo, una “radiografía espiritual” de nuestro corazón, que es el terreno sobre el que cae la semilla de su Palabra”. Entre el terreno bueno y el de la carretera, hay dos terrenos intermedios en la parábola: el pedregoso y el espinoso. En el pedregoso la semilla no echa raíces profundas. “Así el corazón superficial, que recibe al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero que no persevera, se cansa y no nunca “despega”. Luego está aquel espinoso, lleno de zarzas, que representan “las preocupaciones mundanas y la seducción de las riquezas”, así lo dice Jesús explícitamente, afirmó el obispo de Roma, que concluyó invitando a “encontrar el valor de hacer un buen saneamiento del corazón, con la Confesión y la oración”. @jesuitaGuillo
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