INDULGENCIA PLENARIA
La Iglesia concede la indulgencia plenaria a enfermos de coronavirus,
médicos y familiares que los acompañan y los cuidan, así como a los demás fieles que se dispongan a recibir el perdón y la indulgencia con arrepentimiento y oración.
“Con la alegría de la esperanza, seamos constantes en la tribulación
y perseverantes en la oración” (Cf. Rom 12:12).
Estas palabras escritas por San Pablo a la Iglesia de Roma resuenan a lo largo de toda la historia de la Iglesia y orientan a los fieles en estos momentos de sufrimiento, enfermedad y calamidad.
En este momento en que todos experimentamos la amenaza de esta enfermedad invisible, que provoca angustiosos temores, incertidumbre y sufrimiento, la Iglesia, siguiendo el ejemplo de nuestro salvador, manifiestan su cercanía y nos invitan a rezar con confianza y perseverancia para que todos los que sufren a causa del Covid-19, precisamente en el misterio de este padecer, puedan redescubrir "el mismo sufrimiento redentor de Cristo".
Confiando en la palabra de Cristo y considerando con espíritu de fe esta epidemia, para vivirla con espíritu de conversión personal,
LA IGLESIA CONCEDE EL DON DEL PERDÓN (INDULGENCIA PLENARIA), CON LAS DISPOSICIONES ADECUADAS:
= A los enfermos del Coronavirus sujetos a cuarentana en hospitales o en sus casas
= A familiares, doctores y enfermeras que los cuidan, recordando que "Nadie tiene mayor amor que quien arriesga la vida por sus amigos" (Cf. Jn 15,13),
= Y también se concede a quienes con perseverancia imploren a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a salir de este mundo.
¿Cuáles son las disposiciones:
Tener espíritu y disposición para desprenderse de cualquier pecado. unirse espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, o rezar del Santo Rosario, o rezar el Vía Crucis, rezar el credo u otras formas de oración.
Arrepentimiento y oración, siguiendo alguna de las muchas formas posibles, encomendarnos a Dios, con confianza y disposición para hacer su voluntad. Pedimos también el amparo de nuestra madre la Virgen María.
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