Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En este tiempo todavía oprimido por la pandemia parece fuera de lugar hablar de alegría, del testimonio alegre, pero para nosotros los cristianos debería ser algo natural, espontáneo que se refuerza precisamente en estos momentos” escribe en el editorial del último número del Boletín de la Obra Pontificia de la Infancia Misionera (POSI), la hna. Roberta Tremarelli, Secretario General de la POSI, compartiendo con los lectores “la alegría que también proviene de los numerosos testimonios que llegan al Secretariado Internacional desde todo el mundo y que nos llenan de esperanza y confianza”. La hna. Roberta recuerda que “Uno de los frutos del Espíritu Santo es la alegría, la alegría de Dios que nos empuja a anunciar y a dar testimonio de Cristo muerto y resucitado para la salvación de todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. Y hoy, quien mejor que un niño o un adolescente para ser un influencer de la alegría, aquella simple, sincera, que sorprende o impresiona, y que llega en profundidad y logra comprometernos”.
El tema central del Boletín de mayo es “El valor y el significado del testimonio en la vida de los niños y adolescentes de hoy”, tratado en un artículo de don Adamar A. Peña, sacerdote y psicólogo de la archidiócesis de Huambo, Angola, que en su amplio artículo escribe: “El niño y el adolescente del grupo de Infancia Misionera, son, antes que nada, discípulos de Jesús que, más que tratar de anunciar la Buena Nueva de la salvación y la grande Noticia de Jesús Resucitado, deberían tratar de dar un buen testimonio de vida, que se traduce en ser y actuar como bautizados. Y si son coherentes con los valores en los cuales creen, esto tiene efectos psicológicos muy positivos, ya que producen serenidad y reducen el ansia en la vida de todos los días”.
La Hna. Geneviève Uwamariya, de Ruanda, habla de los niños como “misioneros de corazón puro” capaces de convertir a los demás: “Para los niños todo es posible, Recuerdan perfectamente lo que han aprendido de la Palabra de Dios y lo repiten con convicción a los padres y a los amigos, haciendo sí, por ejemplo, que los padres vuelvan a frecuentar la misa”. Luego se presenta el testimonio de Teresita Castillo de Diego, una niña adoptada por un matrimonio madrileño, que a los 10 años ofreció su sufrimiento “para llevar a otros a Jesús”. Desde su cama de hospital animaba a los niños a ser misioneros, deseando que fueran felices, que fueran amigos de Jesús y que se parecieran a Él.
En el nuevo número del Boletín POSI hay un amplio espacio, como es habitual, para la presentación de las actividades de las Direcciones Nacionales de las Obras Misionales Pontificias en el mundo, en este tiempo todavía marcado por la pandemia: Rumanía, Estados Unidos de América, Túnez, Portugal, Eslovaquia, España, Chad, Australia, Canadá francófono.
El panorama de las iniciativas de los pequeños misioneros se amplía presentando actividades y compromisos en las diócesis de Rusia oriental (diócesis de San José de Irkutsk); República Centroafricana (diócesis de Bouar); Francia (diócesis de Draguignan); Argelia (diócesis de Laghouat - Ghardaïa); Burkina Faso (diócesis de Dedougou); Bangladesh (diócesis de Mimensingh); Kazajistán (diócesis de Almaty). Por último, otras dos realidades son presentadas en la sección “entre las líneas” de los proyectos apoyados por el POSI: la educación y la formación de los niños pobres en la parroquia de Ai Nghia, en la diócesis de Da Nang, en Vietnam, y las “Noticias del campamento de los plátanos” en la diócesis de Vanimo, en Papúa Nueva Guinea.
(SL) (Agencia Fides 31/05/2021)
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