Ciudad de México (Agencia Fides) – “Con el Motu Proprio ‘Antiquum Ministerium’ del Papa Francisco, ofrecida el pasado 10 de mayo, se abre un nuevo Pentecostés para la vida de los catequistas y de las comunidades cristianas. Estos hermanos nuestros que a lo largo de la historia han ocupado un papel primordial en la transmisión de la fe y del Evangelio, ahora, por medio de la institución del ministerio del catequista, se convertirán en un verdadero incienso que se consume para elevarse hasta Dios y que llenará con su aroma agradable a la Iglesia y a la sociedad, ya que revitalizarán los pies cansados de un ministerio no siempre valorado ni reconocido; listos para asumir un renovado protagonismo en las comunidades”. Lo escribe Mons. Fidencio López Plaza, Obispo de Querétaro y Responsable de la Dimensión Nacional de la Nueva Evangelización y Catequesis, en la Conferencia Episcopal de México.
En su mensaje pastoral a los catequistas, titulado “Catequesis y pandemia” subraya que en este tiempo de sufrimiento por la pandemia, que ha doblegado incluso las filas de la Iglesia, los catequistas están llamados “a convertirse en antorchas que iluminen el camino; en antorchas que muestren una ruta que va más allá del dolor histórico que estamos pasando… Por tal motivo, nuestra actitud de discípulos misioneros es la de convertir esta etapa oscura de la historia en un verdadero tiempo de gracia”.
Al presentar la situación de la catequesis mexicana ante la pandemia, el Obispo destaca que la prolongación del estado de contingencia sanitaria provocado por la Pandemia sigue planteando desafíos y problemas a la pastoral de evangelización y catequesis “Afortunadamente, ha surgido una infinidad de iniciativas y respuestas pastorales para atender la catequesis, especialmente con la asunción de las tecnologías y medios de comunicación social. Como bendición, las diócesis han entrado en un ambiente de comunión y sinodalidad, por lo que ya es común ver cómo comparten sus experiencias de trabajo con catequistas de otras diócesis. Los mismos catequistas, en su mayoría no nativos digitales, han empezado a emigrar hacia las plataformas digitales, en su celo pastoral por seguir atendiendo la evangelización y catequesis”.
Sin embargo algunas actitudes podrían provocar “el desperdicio de este tiempo de gracia en el cual la misma pandemia nos ha dado la oportunidad de replantear los modelos pastorales que se venían manejando en lo concerniente a la transmisión de la fe”. Aunque la catequesis ha entrado formalmente al espacio o continente digital, se percibe que un buen número de parroquias utiliza estos espacios para terminar de sacar los Sacramentos que quedaron pendientes, y dando la catequesis con la misma metodología, formas y contenidos de cuando era presencial. Para el obispos esta situación comporta tres peligros: prevalencia de una Pastoral Sacramentalista; espera de que, pasando la contingencia, se retorne a los mismos modelos pastorales en la transmisión de la fe; absolutización de los medios de comunicación en la atención de la transmisión de la fe, con los desvíos que eso pueda comportar.
Este tiempo de contingencia ha revelado que muchas formas pastorales de la Iglesia eran obsoletas por lo que es necesario realizar una atenta revisión de la situación y de las estrategias para no volver a la misma situación después de la pandemia. Por ello el obispo propone algunas “consideraciones pastorales para la catequesis ante la pandemia y pospandemia. En primer lugar, es nuestro deber repensar los elementos fundamentales de la metodología y la praxis en la transmisión de la fe. Los medios de comunicación que hemos utilizado no son “toda la renovación”.
El segundo aspecto se refiere a la necesidad de “retomar el verdadero significado de la experiencia de vida dentro de la transmisión de la fe”, Esto requiere catequistas profetas, visionarios, capaces de interpretar el paso de Dios por la vida y circunstancias que viven sus discípulos.
Además, “la Iglesia de México, que cuenta con una sorprendente cantidad de evangelizadores y catequistas, deberá encontrar en ellos la fuerza y condición necesaria para convertirse en un ‘hospital de campaña’, en una ‘Iglesia Samaritana’. Si bien es necesario organizar grupos de catequistas para prepararlos a dar la catequesis valiéndose de los medios digitales, es mucho más prioritario organizar a los catequistas para ser parte de esa Iglesia samaritana”.
La pandemia nos ha hecho comprender mejor el papel de la familia como Iglesia doméstica, por tanto, ya desde este momento de contingencia, y cuando lo hayamos superado, será necesario repensar la atención y los proyectos de evangelización y catequesis en esa perspectiva. Ahora es el momento de experimentar nuevas oportunidades y soñar con nuevas formas de transmitir la alegría del Evangelio. “La pandemia, más que un tiempo para llorar por lo perdido, es un tiempo para cosechar y evaluar todo lo que se ha adquirido en la formación y en la experiencia de ser catequistas y, más aún, de dejar que el Espíritu suscite los nuevos carismas que requerimos en estos tiempos históricos”. “Hoy, más que nunca, se trata de renovarse o morir”. Es también tiempo de dejar a Dios que hable directamente a través de la Palabra escrita, la catequesis debe afirmar que Dios está vivo y que habla desde las Escrituras: “a Palabra de Dios es en este momento el maná que cae del cielo para alimentar a sus hijos que atraviesan las inclemencias del desierto”.
Por último en l mensaje afirma: “Ante las emergencias pastorales y de caridad que requerían atención en estos períodos críticos, de repente descubrimos que no teníamos la suficiente fuerza para responder... simplemente porque no todos estábamos haciendo comunidad. Esa es una de las grandes verdades que nos ha mostrado la pandemia”.
(SL) (Agencia Fides 1/06/2021)
Compartir:
Publicar un comentario