Región italiana de Calabria recibe la ayuda del Papa

Sistema de Información del Vaticano

Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano

A 700 km del Vaticano se encuentra el Aspromonte, el macizo montañoso de los Apeninos calabreses, a menudo asociado a las noticias porque es un lugar de secuestros y crímenes. Son plagas que en esta zona siguen conviviendo con realidades marcadas por la belleza del bien. Esto es lo que el Papa Francisco ha visto, y por ello ha enviado al Limosnero Apostólico, el Cardenal Konrad Krajewski, a la Llanura de Gioia Tauro, que allí llevó los dones del Santo Padre: víveres, una generosa contribución en dinero, muchos rosarios para los voluntarios y la Encíclica "Fratelli tutti".

Don Gaudioso Mercuri, párroco de Varapodio, en la provincia de Reggio Calabria, fue quien recibió todos estos dones. Todo está destinado a "Il Cenacolo" (El Cenáculo), una asociación con sede en Maropati, a los pies del Aspromonte, un baluarte de solidaridad y ayuda para los aproximadamente dos mil africanos que viven en las barriadas de la zona, en particular la de San Ferdinando. Pero en la fila, sobre todo en medio de una emergencia sanitaria, también hay muchas familias italianas que vienen de diferentes partes de Calabria, padres que se quedan sin trabajo que van adelante con gran esfuerzo y mujeres solteras obligadas a vivir con poco.

Centro de acogida Il Cenacolo
Centro de acogida Il Cenacolo

Una sorpresa inesperada

Don Gaudioso, hijo de Bartolo, fundador del Cenáculo, agradece a la Providencia. No sabía de la llegada del Limosnero y del interés del Papa por ellos. "El Papa nos ha mirado con una gran consideración y lleno de misericordia", explica el sacerdote, que narra la realidad fundada por el padre, que ha crecido desmesuradamente en pocos años, es capaz de acoger y asistir a los inmigrantes. Dentro también hay un comedor abierto tres veces por semana, donde se realiza la distribución de productos para las necesidades básicas. La asistencia médica también está garantizada para los que vienen aquí. Don Gaudioso subrayó varias veces que el territorio en el que se encuentran es muy pobre, explicó que su padre, animado por una conversión repentina y perturbadora, había comprado un autobús para recoger a los inmigrantes que necesitaban ayuda en la calle. Se trataba de personas empleadas en los campos, explotadas, acostumbradas a la violencia de los “caporales”, a la degradación que en muchos casos les llevaba a la muerte. Una realidad no muy diferente a la de hoy en día. En este escenario, vino la bendición y la mano extendida del Papa Francisco para continuar dando esperanza y vida a tantos pobres olvidados.

Víveres para las personas necesitadas
Víveres para las personas necesitadas


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