VATICANO, 15 Mar. 18 (ACI Prensa).-
El Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación de los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina destacó que la importancia del “tema de la mujer” requiere que tanto la Iglesia como la sociedad “realicen una inversión colosal de pensamiento y de acción”.
En su intervención en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, con el tema de “La mujer, pilar en la edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina”, el Cardenal puso de relieve “la necesidad de un reconocimiento teológico y práctico más concreto de la mujer en la Iglesia y en nuestra sociedad”.
No obstante, reconoció que “la ejecución de prácticas eclesiales más abiertas a su presencia e influencia tarda en realizarse por razones que no son solamente de orden histórico y cultural”.
Sin embargo, destacando la importancia de este aspecto, el Cardenal se centró en la “investigación teológica que debe hacer su parte en este tema, con el fin de eliminar cuanto obstaculiza la promoción de la mujer y valorizar su dignidad a partir de las fuentes de la revelación cristiana”.
Además, sobre la cuestión “debatida de la ordenación sacerdotal reservada a los varones”, recordó que este asunto “ha hecho correr ríos de tinta y continúa suscitando la crítica de los adeptos a una concepción absolutamente paritaria de la igualdad entre el hombre y la mujer, desde el punto de vista de los roles que se les asignan en los diferentes ámbitos culturales”.
No obstante, señaló que “no discutiré aquí la cuestión concreta del ministerio ordenado para la mujer, para concentrarme en el fundamento teológico del ‘misterio’ de la mujer a la luz de la Trinidad y de la relación nupcial de Cristo y la Iglesia”.
El Cardenal Ouellet planteó “la cuestión teológica del fundamento trinitario de la diferencia sexual”. Y se preguntó si hay “un arquetipo de la mujer en el misterio íntimo de Dios”. A continuación, planteó: “¿Podemos apoyarnos en la teología de la Imago Dei para afirmarlo?”.
E incluso fue más allá: “¿Cómo no caer entonces en el grosero antropomorfismo, típico de ciertas religiones, que consiste en proyectar en Dios la sexualidad humana?”.
Frente a la identificación, heredada de la tradición judía, del varón como imagen de Dios, destacó cómo “el cristianismo aportó una liberación de principio a esta subordinación de la mujer, gracias a la actitud innovadora de Jesucristo respecto a las mujeres y a su impacto sobre su papel activo en la Iglesia de los orígenes, como lo atestigua el Nuevo Testamento”.
Este simboliza “la apertura de una nueva era en el reconocimiento de la dignidad de la mujer y de su igualdad con el hombre”.
Sin embargo, el proceso de asimilación de esta nueva visión no fue inmediato, sino que llevó siglos. “Se superarán poco a poco las influencias culturales que afectan el reconocimiento de la igualdad del hombre y de la mujer”.
En su argumentación, recurrió a la interpretación del Papa San Juan Pablo II, quien “indicó la relación íntima entre el Espíritu Santo como amor que da vida, y la mujer que da la vida”.
Posteriormente, el Prefecto de la Congregación de los Obispos se detuvo en “el arquetipo de la maternidad en Dios que la Tradición tiende a situar también en el Espíritu Santo”.
“Él es confesado en el Credo como aquel que ‘da la vida’, y es descrito en la Santa Escritura como cercano a la Mujer, sea de la Virgen María en todo su misterio, desde la Anunciación hasta Pentecostés y la Asunción, sea de la Esposa del Apocalipsis con la cual aspira el regreso del Señor Jesús”.
Además, destacó que “el Espíritu Santo fecunda continuamente esta maternidad de María-Iglesia a través de la economía sacramental, especialmente en la celebración del misterio pascual donde él procede a la efusión eucarística del Verbo encarnado que, acogida en la fe de la Iglesia, la constituye como Cuerpo y Esposa de Cristo. De ahí la denominación Ecclesia Mater que está vinculada a su participación íntima a la propiedad nupcial-maternal del Espíritu del Padre y del Hijo”.
En su conclusión, el Cardenal Ouellet resaltó que “el tema de la mujer es de tal importancia hoy en día que requiere que la Iglesia y la sociedad realicen una inversión colosal de pensamiento y de acción, para iluminar correctamente las elecciones de la sociedad y para permitir que la imagen de Dios en el hombre y la mujer, en dolor y deseo de comunión, alcance la divina semejanza del Amor sin la cual no hay ni felicidad posible para la humanidad ni sociedad digna de este nombre”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 15 de marzo de 2018
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