“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”, grita también hoy el Bautista para mí y para vos

Sistema de Información del Vaticano

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Con lectura del Evangelio del domingo 5 minutos

La poderosa fuerza del amor de Dios estaba a punto de manifestarse con la presencia de Jesús de Nazaret, según las antiguas profesías de los libros sagrados. Pero también el presentador de Jesús había sido anunciado por el profeta Isaías: “una voz grita en el desierto” preparen el camino del Señor. Y Juan Bautista, primo de Jesús, apareció en el desierto de Judea proclamando: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”.

En el Adviento, preparación para la Navidad, la liturgia nos trae la imagen austera del Bautista que grita en el desierto su llamado a la conversión: “el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego”.

Juan ofrecía un bautismo de conversión, distinto del que recibimos nosotros, que es el bautismo de Jesús. Pero Juan lo aclara bien en su predicación. A los que aceptaban que el Reino de Dios estaba cerca los bautizaba y les decía: “Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo… El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”.

Hace 56 años yo recibí el bautismo de Jesús en la parroquia de mi pueblo. Pero quizá vos y yo, bautizados con el bautismo de Jesús, tenemos que revisar hoy nuestra conversión a Dios. Esa conversión de la que habla Juan Bautista. Examinar si produzco verdaderos frutos de amor y adoración a Jesucristo en el servicio a los hermanos. 


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