(Radio Vaticana)-. Profetizado por Isaías como "una voz que grita en el desierto", en el segundo domingo de adviento, Juan Bautista predica: "Conviértanse y crean porque el Reino de los cielos está cerca”. Inspirado en este Evangelio, Francisco recordó que estas son las mismas palabras con las que Jesús da inicio a su misión. Se trata del mismo anuncio feliz: ¡viene il reino de Dios, es más, está cerca, en medio de nosotros!
El Obispo de Roma se preguntó entonces ¿qué es este reino de los cielos?, y dijo que inmediatamente nosotros pensamos en algo relacionado con el más allá: la vida eterna y es cierto, “pero la bella noticia que Jesús nos trae y que Juan anticipa, es que al reino de Dios no tenemos que esperarlo en el futuro: se ha aproximado y de algún modo está ya presente y podemos experimentar ya dese ahora su potencia espiritual”.
El Papa explicó que Dios viene a establecer su señorío en nuestra vida de cada día; y que allí donde es recibido con fe y humildad germina el amor, la alegría y la paz. Y subrayó que “la condición para entrar y ser parte de este reino es realizar un cambio en nuestra vida, es decir, convertirnos”. “Con el nacimiento de Jesús en Belén, es el mismo Dios quien ha venido a habitar entre nosotros, para liberarnos del egoísmo, del pecado y de la corrupción”. jesuita Guillermo Ortiz – Radio Vaticana
Texto completo de la reflexión del Papa Francisco, previa a la oración del ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este segundo domingo de Adviento resuena la invitación de Juan el Bautista: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 3,2). Con estas mismas palabras Jesús dará inicio a su misión en Galilea (cf. Mt 4,17); y este también será el anuncio que llevarán los discípulos en su primera experiencia misionera (cf. Mt 10,7). De este modo el evangelista Mateo quiere presentar a Juan como aquel que prepara el camino al Cristo que viene, y los discípulos como los continuadores de la predicación de Jesús. Se trata del mismo anuncio gozoso: viene el reino de Dios, es más, está cercano, está en medio de nosotros, esta palabra es muy importante: el reino de Dios está en medio de ustedes, dice Jesús. Y Juan anuncia esto que Jesús luego dirá: el reino de Dios ha venido, ha llegado, está en medio de ustedes. Este es el mensaje central de toda misión cristiana. Cuando un misionero, un cristiano va a anunciar a Jesús, no va a hacer proselitismo como si fuese un aficionado que busca para su equipo, más seguidores, no. Va simplemente a anunciar "el reino de Dios está en medio de ustedes". Y así el misionero prepara el camino a Jesús que encuentra a su pueblo.
Pero, ¿qué es este reino de Dios, de los cielos? Son sinónimos. Nosotros pensamos inmediatamente en algo que tiene que ver con el más allá: la vida eterna. Cierto, esto es verdad, el reino de Dios se extenderá indefinidamente más allá de la vida terrena, pero la buena noticia que Jesús nos trae – y que Juan anticipa – es que no debemos esperar el reino de Dios en el futuro: se ha acercado, de alguna manera ya está presente y podemos experimentar desde ahora su potencia espiritual. El reino de Dios está en medio de ustedes, dirá Jesús. Dios viene a establecer su señorío en nuestra historia, en el hoy de cada día, en nuestra vida; y allí donde sea aceptado con fe y humildad, germinan el amor, la alegría y la paz.
La condición para entrar y ser parte de este reino es hacer un cambio en nuestra vida, es decir, convertirnos. Convertirnos cada día, un paso adelante cada día. Es dejar los caminos cómodos pero engañosos, de los ídolos de este mundo: el éxito a toda costa, el poder a expensas de los débiles, la sed de riquezas, el placer a cualquier precio. Y abrir, en cambio, el camino al Señor que viene, Él no quita nuestra libertad, sino que nos dona la verdadera felicidad. Con el nacimiento de Jesús en Belén, es el mismo Dios quien ha venido a habitar entre nosotros, para liberarnos del egoísmo, del pecado y de la corrupción, y de estas actitudes, que son del diablo: buscar el éxito a toda costa, buscar el poder a expensas de los débiles, tener la sed de riquezas y buscar el placer a cualquier precio.
La Navidad es un día de gran alegría, también exterior, pero es sobre todo un evento religioso para el cual se necesita una preparación espiritual. En este tiempo de Adviento, dejémonos guiar por la exhortación de Juan el Bautista: «Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos», nos dice. (v. 3). Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos, cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, para sacar de nosotros estas actitudes pecaminosas que he mencionado, que no son de Dios: el éxito a toda costa, buscar el poder a expensas de los débiles, tener la sed de riquezas y buscar el placer a cualquier precio
Que la Virgen María nos ayude a preparar el encuentro con este Amor-siempre-más-grande que es el que trae Jesús y que en la víspera de Navidad se hizo pequeño, pequeño como una semilla caída en la tierra. Es Jesús esta semilla, la semilla del Reino de Dios. (Traducción del italiano: Griselda Mutual)
Saludos despues del ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Dirijo mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos!
Saludo en particular a los fieles que han venido de Córdoba, Jaén y Valencia, en España; de Split y Makarska, en Croacia; de las parroquias de Santa María de la Oración y del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo en Roma.
A todos les deseo un buen domingo y un buen camino de Adviento, este preparar el camino del Señor, convertirse cada día.
Nos vemos el jueves para la fiesta de la Inmaculada. En estos días recemos juntos, pidiendo su intercesión maternal para la conversión de los corazones y el don de la paz.
Y por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo. Hasta el jueves.
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