Segundo domingo después de Navidad

Sistema de Información del Vaticano

Ciclo A – Textos: Eclesiástico 24, 1-4.12-16; Efesios 1, 3-6.15-18; Juan 1, 1-18

P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el centro de Noviciado y Humanidades clásicas de la Legión de Cristo en Monterrey (México).

Idea principal: Dios en Cristo puso su tienda entre nosotros.

Resumen del mensaje: Dios se encarnó y “acampó” entre nosotros, puso su “tienda” entre nosotros, expresión ésta usada por san Juan en el evangelio de hoy, y usada anteriormente en el libro del Éxodo para señalar el lugar de reunión entre Dios y su pueblo, la morada de Yahvé.

Aspectos de la idea principal:

En primer lugar, Dios ha puesto su tienda entre nosotros (evangelio). En Jesús se ha hecho uno de nosotros, con carne y sangre como nosotros. Esta es su tienda. Su tienda, él mismo con su cuerpo, permanece entre nosotros como uno de nosotros. La tienda para los judíos y los habitantes del desierto, es algo habitual. Cuando ellos van caminando día con día, llegan a algún lugar y se establecen ahí. Ponen tienda, es decir, se establecen ahí, para vivir ahí. Poner la tienda quiere decir que acomodan todo, y van disponiendo todo de manera que puedan establecerse. No es simplemente poner una tienda de campaña; es llegar, colocar la tienda, en medio de la tierra, acomodarla, y colocar dentro todos los utensilios para la vida, así como los animales y demás cosas. Poner la tienda significa establecerse, introducirse a la vida.

En segundo lugar, preguntémonos por qué Dios pone su tienda entre nosotros. Lo hizo para quedarse con nosotros, para vivir en medio de nosotros, nosotros somos su tienda, él está aquí para transformarnos, para conocernos. Él se hace carne para conocer nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestro dolor, y se establece aquí, pone su tienda para estar siempre cerca de nosotros, viviendo junto a nosotros. Dios quiere estar con nosotros, y quiere entrar en nuestras vidas, pero no para que lo encerremos en nuestras categorías, en nuestros esquemas, en nuestras maneras de pensar. Dios viene en Jesús para que descubramos en Él la verdadera sabiduría (primera lectura), la novedad de la fe de nuestra filiación divina (segunda lectura) y seamos capaces de entender esa Palabra que es Luz y Vida (evangelio). Ciertamente, esto para muchos es un absurdo, porque vemos en Dios algo lejano, algo sin sentido, una mera idea, un absurdo o una quimera más, alguien que nos incomoda con su tienda. Y por ello, no le dejan acampar en su corazón.

Finalmente, celebrar, pues, la navidad es ser capaces de ir a la tienda, entrar en ella, encontrarnos con Él y descubrir quién es realmente. Él ha puesto su tienda –su humanidad diría santa Teresa-. Sólo es entrar en ella para llegar a su divinidad. No es que yo lo meta a mi tienda, Él fue quién se metió en mi tienda para ensancharla, limpiarla, divinizarla. Sin esta verdad, la navidad no tiene ningún sentido; se queda en nacimientos, árboles, regalos. Dejemos que él acampe en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro puesto de trabajo y proyectos. ¿No es la Eucaristía la prolongación de esa tienda que comenzó el día de la Encarnación?

Para reflexionar: ¿Por qué no quiero entrar en esa tienda? ¿Porque no quiero confrontar mi vida con la Vida, mi verdad con la Verdad, mi luz natural con esa Luz?

Para rezar: Señor, quiero entrar en tu Tienda para encontrarme contigo en esta Navidad. Y tu tienda hoy la has puesto en la Eucaristía. Enséñame tus caminos para que camine con rectitud. Que mi vida arrastre a otros a entrar en tu Tienda y a encontrarse contigo. Amén.

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