Ciudad del Vaticano, 21 de enero 2016 (Vis).-''Ir en peregrinación a los santuarios es una de las expresiones más elocuentes de la fe del pueblo de Dios... Esta religiosad popular es una forma auténtica de evangelización que necesita siempre ser promovida y valorizada sin minimizar su importancia'', ha dicho el Papa Francisco recibiendo esta mañana en el Aula Pablo VI a tres mil participantes en el jubileo de los responsables de las peregrinaciones y de los rectores de santuarios.
''Sería un error pensar que los que van en peregrinación viven una espiritualidad que no es personal sino de ''masa'', cuando en realidad el peregrino lleva consigo su propia historia, su propia fe, las luces y sombras de su vida -continuó el Pontífice-. Cada uno lleva en el corazón un deseo especial y una oración particular. El que entra en el santuario siente inmediatamente que se encuentra como en casa, acogido, entendido y sostenido...Por eso la palabra clave que quiero subrayar hoy con vosotros es acogida. Con la acogida, por decirlo así, ''nos jugamos todo''. Una acogida afectuosa, alegre, cordial y paciente...Jesús habló de la acogida, pero sobre todo la practicó. Cuando leemos que los pecadores, por ejemplo Mateo o Zaqueo recibían a Jesús en sus casas y se sentaban con él a la mesa es porque, ante todo, se sentían acogidos por Jesús y eso les cambió la vida''.
Francisco recordó que el peregrino que llega al santuario a menudo está cansado y tiene hambre y sed. ''Y tantas veces esta condición física refleja la interior -observó- Por esto esa persona necesita ser bien acogida, tanto material como espiritualmente... Cualquier persona, joven o anciana, rica o pobre, enferma o atribulada o turista curioso, debe encontrar la acogida debida porque en cada uno hay un corazón que busca a Dios, a veces sin darse cuenta plenamente''.
Por último evidenció que los sacerdotes ofrecen en esos lugares una acogida especial como ministros del perdón de Dios porque el santuario es ''la casa del perdón, donde cada uno se encuentra con la ternura del Padre que tiene misericordia de todos, sin excluir a ninguno. Los que se acercan al confesionario lo hace porque están arrepentido de su pecado... Los sacerdotes que desempeñan un ministerio en los santuarios han de tener el corazón impregnado de misericordia: su actitud debe ser la de un padre''.
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