ASIA - La próxima frontera para el desarrollo humano: trabajar “con” y no “contra” la naturaleza

Sistema de Información del Vaticano

Bangkok (Agencia Fides) - El número de personas desplazadas por causas relacionadas con desastres ambientales en el mundo está destinado a crecer alcanzando los casi 14 millones de personas, el 72% de las cuales afectadas por inundaciones. La mayoría de los desplazados serán del sur de Asia y la región de Asia y el Pacífico. Es lo que se explica en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Undp) en su 30 informe “The next frontier Human development and the Anthropocene”, que acaba de publicarse. La parte dedicada a las inundaciones es solo uno de los muchos aspectos que se tienen en cuenta en el documento, consultado por la Agencia Fides. El texto señala que las mujeres son las más afectadas: lo fueron más del 90% durante el ciclón Gorky de 1991 en Bangladesh, así como durante el tsunami de 2004 o debido a los efectos del ciclón Nargis de 2008 en Myanmar. Las inundaciones son sólo uno de los muchos desafíos de una naturaleza que parece ser la primera víctima del “Anthropocene”, la era del hombre.
La pandemia es la última crisis que debe afrontar el mundo, pero no será la última, señala el Informe, si los seres humanos “no dejaran de abusar de la naturaleza”. Centrándose tanto en el medio ambiente como en la desigualdad, el documento se hace eco de lo que el Papa Francisco recordó en la encíclica de 2015 “Laudato si'”, en la que se espera que la “ecología integral” pueda convertirse en un nuevo paradigma de justicia, porque la naturaleza no es un “mero marco” para la vida humana. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en sintonía con las palabras del Papa, perfila en su último informe la necesidad de una elección clara por parte de los líderes mundiales: es urgente dar pasos valientes para reducir la inmensa presión que se ejerce sobre el medio ambiente o el progreso de la humanidad se detendrá. El texto coloca otros dos elementos junto al tradicional Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide la salud, la educación y el nivel de vida de una nación: las emisiones de dióxido de carbono y la huella ecológica de cada país.
La Undp espera que la generación actual sea la primera generación en corregir el rumbo. En la era del Anthropocene, es hora de que el hombre vuelva a trazar sus caminos “teniendo muy en cuenta las peligrosas presiones que ejercemos sobre el planeta” y desmantelando “los graves desequilibrios de poder y oportunidades que impiden el cambio”, se afirma.
El próximo desafío para el desarrollo humano, argumenta el informe, será aquel en el que se haga necesario trabajar “con” y no “contra” la naturaleza, transformando las normas sociales, los valores y los incentivos gubernamentales y financieros. La acción pública, concluye el Undp, puede abordar el tema de la desigualdad, dentro y entre diferentes países con políticas específicas: impuestos progresivos; la protección de las comunidades costeras mediante medidas preventivas, inversiones y seguros (que podrían salvar la vida de 840 millones de personas); la opción de no subsidiar los combustibles fósiles. “Abordando la desigualdad, capitalizando la innovación y trabajando con la naturaleza, el desarrollo humano podría dar un paso adelante que apoye, en conjunto, al planeta y a las comunidades que lo habitan”, concluyen los editores del texto.
(MG-PA) (Agencia Fides 17/12/2020)


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