Comunidad del Enmanuel: “no hay mayor libertad que la de dejarse guiar por el Espíritu”

Sistema de Información del Vaticano

(ZENIT – 30 abril 2018).- “No hay mayor libertad que la de dejarse guiar por el Espíritu y de permitirle que nos ilumine y nos conduzca allá donde Él quiere”, dijo el Papa Francisco a unos 500 miembros de la Comunidad del Emmanuel que  ha recibido en audiencia privada este 7 de abril de 2018, en la sala Clementina del Vaticano. Les instó a “guardar en el corazón este ardiente deseo de transmitir la alegría del Evangelio a aquellos que no lo conocen o que se han alejado de Él” y “hacer descubrir a los hombres de nuestro tiempo la Misericordia de Dios”.

Esta audiencia tuvo lugar al final del encuentro anual de los sacerdotes de la Comunidad durante la octava de Pascua, primer encuentro como “Asociación Clerical de la Comunidad de Emmanuel”, cuyos nuevos estatutos fueron promulgados a finales de 2017. 480 personas de las cuales 3 obispos, aproximadamente 100 sacerdotes, cerca de 10 diáconos, cerca de 30 célibes consagrados, y laicos y familias, incluidos casi 50 niños, participaron en esta entrevista.

El Papa les agradeció su fidelidad y su “apego al Sucesor de Pedro”, alabando su “compromiso misionero ahora presente en todos los continentes”. Animó a las comunidades a “perseverar en el futuro” y “mantener una conexión cada vez más estrecha con esta rica realidad de la parroquia del lugar donde viven”.

“El carisma de la Comunidad Emmanuel está inscrito en su nombre,  Emmanuel, Dios con nosotros”, continuó el Papa. Es esencialmente en la contemplación del misterio de la encarnación, especialmente en la adoración eucarística, que se dibuja el dinamismo misionero para anunciar las buenas nuevas a todos aquellos a quienes Jesús ofrece su amistad”.

Durante esta audiencia, el Papa invitó: “Donde su Comunidad está presente, la Misericordia del Padre se manifiesta, especialmente a los más pobres – de corazón o de cuerpo – sanando sus heridas con el consuelo del Evangelio por la solidaridad y la atención”.

La Comunidad Emmanuel nació en 1972 en París (Francia), por iniciativa de Pierre Goursat (1914-1991) y Martine Laffitte-Catta, sobre la base de la experiencia de un grupo de oración de la Renovación Carismática. Reconocida por la Santa Sede como una asociación pública de fieles, la comunidad tiene hoy 11,500 miembros en 67 países en 5 continentes, incluyendo 265 sacerdotes y 200 personas consagradas.

AK

Discurso del Papa Francisco

Queridos amigos,

Me complace darles la bienvenida con ocasión de vuestro encuentro anual  que se desarrolla en Roma este año. Esta peregrinación es un signo de la plena participación de la  Comunidad Emmanuel  en la comunión de toda la Iglesia Católica. También es una oportunidad para que mi de daros las gracias por vuestra fidelidad y por vuestra adhesión al Sucesor de Pedro, a decir la apreciación que tengo sobre vuestro compromiso misionero desde ahora presente en todos los continentes, y de animaros a la perseverancia para el futuro.

Este futuro ahora está marcado por el reciente reconocimiento de la Asociación de Clerical de la Comunidad Emmanuel  el 15 de agosto último, una estructura hecha oportuna debido a las muchas vocaciones sacerdotales que el carisma de Emmanuel despierta y para una mayor fecundidad de la evangelización. Lejos de aislarse los sacerdotes de otros miembros de la comunidad, laicos o consagrados, es mi esperanza que este reconocimiento vitaliza al contrario esta hermosa comunión de los estados de vida de los cuales hacéis la experiencia desde hace más de 40 años en la complementariedad de las diversas vocaciones. También invito a vuestras Comunidades a mantener un vínculo cada vez más estrecho con esta rica realidad de la parroquia del lugar donde viven, y que voluntariamente se integren en la pastoral orgánica de la Iglesia particular (véase  Evangelii Gaudium, 29).

El carisma de la Comunidad Emmanuel está inscrito en su nombre, “Emmanuel”, Dios con nosotros. Es esencialmente en la contemplación del misterio de la encarnación, especialmente en la adoración eucarística, del cual sacáis el dinamismo misionero para anunciar las buena nueva a todos aquellos a quienes Jesús ofrece su amistad. Os animo a hacer descubrir a los hombres de nuestro tiempo, donde sea que el Espíritu os envíe, la Misericordia de Dios que nos ha amado hasta el punto de permanecer entre nosotros. La misericordia del Señor, siempre presente en su pueblo pide ser propuesta con un nuevo entusiasmo y a través de una pastoral renovada para que penetre el corazón de las personas y les anime a encontrar su camino de vuelta al Padre (cf. Bulle Misericordiae Vultus, n. 15). Que donde vuestra Comunidad esté presente, la Misericordia del Padre se manifieste, especialmente para los más pobres – de corazón o de cuerpo – curando sus heridas por el consuelo del Evangelio, por la solidaridad y la atención (ibid).

Queridos amigos, la Comunidad de Emmanuel  ha demostrado, desde el comienzo, un verdadero dinamismo para anunciar la Buena Nueva de una manera viva y gozosa. Os exhorto a que permanezcan enraizados en Cristo por medio de una sólida vida interior y confiados en el Espíritu Santo que viene en ayuda de nuestra debilidad y nos sana de todo lo que debilita nuestro compromiso misionero; mantener en el corazón este ardiente deseo de transmitir la alegría del Evangelio a quienes lo ignoran o se han alejado; a estar completamente involucrado en esta “Iglesia en salida” que llamo. “La Iglesia cuenta con vosotros, en vuestra fidelidad a la Palabra, en vuestra disponibilidad para el servicio y en el testimonio de vidas transformadas por el Espíritu Santo” (Vigilia de Pentecostés, 3 de junio de 2017).

Con vosotros doy gracias por todo el camino que habéis recorrido bajo la influencia del Espíritu Santo que quiere que estemos siempre en camino, y yo os invito a que siempre lo escuchéis porque no hay mayor libertad para ser guiado por el Espíritu y permitirle que nos ilumine y nos guíe donde quiere.

Os confío a todos por la intercesión de la Virgen María, pidiéndole que guíe vuestros pasos y sostenga vuestros esfuerzos. Y os doy la Bendición. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

© Editorial del Vaticano

© Traducción ZENIT, Raquel Anillo

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