REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
En su reflexión sobre la parábola de los viñadores homicidas, francisco explicó que la urgencia de responder con frutos buenos a la llamada del Señor a convertirnos en su viña, nos ayuda a comprender qué hay de nuevo y original en la fe cristiana. Es entonces cuando afirma que la fe cristiana “no es sólo la suma de preceptos y normas morales, sino que es ante todo una propuesta de amor que Dios, por medio de Jesús, ha hecho y sigue haciendo a la humanidad. Es una invitación a entrar en esta historia de amor, convirtiéndose en una viña viva y abierta, rica de frutos y de esperanza para todos.”
El otro punto subrayado por el Papa es la imagen de la viña viva y abierta y no cerrada y que relaciona con el salir para ponerse al servicio de los hermanos. Dijo: “Una viña cerrada puede volverse salvaje y producir uvas silvestres. Estamos llamados a salir de la viña para ponernos al servicio de los hermanos que no están con nosotros, para sacudirnos mutuamente y animarnos, para recordarnos que debemos ser la viña del Señor en cualquier ambiente, incluso en los más lejanos e incómodos”.
Finalmente, esta viña que el Señor a plantado somos nosotros mismos, que, especialmente en las periferias de la sociedad, tenemos que ser “la viña que el Señor ha plantado para el bien de todos y a llevar el vino nuevo de la misericordia del Señor”. @jesuitaGuillo
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