REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
El ‘esclavo de los negros para siempre’, como este jesuita se hizo llamar desde el día de su profesión solemne, esperaba las naves que llegaban desde África al principal mercado de esclavos del Nuevo Mundo. “Muchas veces –dijo Francisco- los atendía solamente con gestos evangelizadores… sabía que el lenguaje de la caridad y de la misericordia era comprendido por todos… Cuando sentía repugnancia hacia ellos, besaba sus llagas.
Austero y caritativo hasta el heroísmo, después de haber confortado la soledad de centenares de miles de personas, transcurrió los últimos cuatro años de su vida enfermo, en un espantoso estado de abandono”.
El Papa dijo que “efectivamente, san Pedro Claver dio testimonio en modo formidable de la responsabilidad y el interés que cada uno de nosotros debe tener por sus hermanos. Este santo fue, por lo demás, acusado injustamente de ser indiscreto por su celo y debió enfrentar duras críticas y una pertinaz oposición por parte de quienes temían que su ministerio socavase el lucrativo comercio de los esclavos”. Y afirmó: “Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.
“María de Chiquinquirá y Pedro Claver nos invitan a trabajar por la dignidad de todos nuestros hermanos, en especial por los pobres y descartados de la sociedad, por aquellos que son abandonados, por los emigrantes, por los que sufren la violencia y la trata. Todos ellos tienen su dignidad y son imagen viva de Dios. Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y a todos nosotros, la Virgen nos sostiene en sus brazos como a hijos queridos”. @jesuitaGuillo – Texto completo
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