Papa: Dios quiere que seamos capaces de soñar como Él y con Él

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(RV).- En su catequesis de la audiencia general precedente a su viaje apostólico a Colombia, del  6 al 11 de septiembre, ante miles de fieles y peregrinos de numerosos países reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco reflexionó acerca de la relación existente entre la esperanza y la memoria, con una referencia especial a la memoria de la vocación. Y lo hizo a partir de la llamada de los primeros discípulos de Jesús, en cuya memoria, esa escena, permaneció impresa de modo indeleble.

En efecto, el Obispo de Roma afirmó que Juan y Andrés comenzaron a estar con el Maestro transformándose, en poco tiempo, en misioneros, haciendo que sus hermanos Simón y Santiago también siguieran a Jesús, a quien reconocieron – como Juan el Bautista – como el Cordero de Dios.

Ante la pregunta de cómo se descubre la propia vocación en este mundo, el Santo Padre afirmó que se la puede descubrir de tantas maneras, comenzando por el Evangelio que nos dice que el primer indicador es la alegría del encuentro con Jesús.

Además – prosiguió diciendo el Papa – tanto el matrimonio, como la vida consagrada y el sacerdocio – es decir, toda vocación, comienza con un encuentro con el Señor que nos da una alegría y una esperanza nueva que nos conducen, incluso mediante pruebas y dificultades, a un encuentro cada vez más pleno con Él y a la plenitud de la felicidad.

Francisco también dijo que el Señor no quiere hombres y mujeres que caminen detrás de Él de malagana, sin tener en corazón el viento de la alegría. Sí, porque Jesús quiere personas que han experimentado que estar con Él produce una felicidad inmensa, que puede renovarse cada día. De hecho, el Pontífice afirmó que “un discípulo del Reino de Dios que no sea alegre no evangeliza este mundo”. Y añadió que se llega a ser predicadores de Jesús no con las armas de la retórica, sino custodiando en los ojos el resplandor de la felicidad verdadera.

De ahí que el Papa Bergoglio haya dicho que – al igual que la Virgen María – el discípulo debe custodiar la llama de su enamoramiento, independientemente de los momentos de la vida en los que hay que ir adelante a pesar del frío y los vientos contrarios. Sin embargo – recordó – los cristianos conocen el camino que conduce a aquel fuego sagrado que los encendió de una vez para siempre.

Por esta razón el Santo Padre recomendó no prestar demasiada atención a las personas decepcionadas e infelices o a quienes dicen cínicamente que no hay que cultivar esperanzas en la vida; sino a cultivar sanas utopías, puesto que Dios quiere que seamos capaces de soñar como Él y con Él mientras caminamos estando atentos a la realidad.

(María Fernanda Bernasconi – RV). 


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