El santo no pasaba un día sin rezar el Santo Rosario o haber realizado algún otro signo de veneración y amor a la Madre de Dios.
Las mismas Misiones al Pueblo, predicadas por el santo en todo el Reino de Nápoles, durante el siglo XVII, incluían una invitación a dedicar una catequesis a la Virgen.
Durante su vida, Alfonso le confió la espada de su caballero, dejando el mundo por el sacerdocio y su profesión por Dios.
Amó tanto a la Virgen que le dedicó una de sus obras más importantes como es “Las Glorias de María”.
El texto, que fue publicado por primera vez en 1750 en Nápoles, contiene material de primer orden para poder meditar y profundizar la devoción a María.
“Un devoto de María no se pierde”, escribió San Alfonso, y esto es cierto, tanto que forma parte del eje sobre el que gira la conversión del corazón a Dios.
El fundador de los Redentoristas estaba convencido que la vida cristiana no podía prescindir de la confianza a María, que es Madre y modelo de vida para todos los católicos.
Probablemente, es la obra más hermosa que escribió para dar gloria y honor a la Virgen.
La obra se divide en dos partes: la primera ofrece un sabio comentario sobre la oración de la Salve Regina y la segunda contiene una serie de reflexiones sobre las principales fiestas marianas y sobre los Siete Dolores de la Virgen, entre otros.
Además, contiene una invitación a vivir esta devoción con diferentes prácticas de piedad, para vivir plenamente el amor a la Madre de Dios. Por ejemplo, el Santo Rosario y el escapulario, hasta el recurrir a ella para pedir su intercesión poderosa y maternal, intercesión que lleva al cristiano a amar, concretamente, a la Virgen.
Entre las múltiples formas que recomienda el santo, también es interesante descubrir la simple visita a María, en alguna imagen que la retrata, rezando frente a ella el Rosario, las Letanías o cualquier otra oración mariana.
Al leer las biografías del obispo napolitano, se observa su costumbre de llevar consigo una imagen sagrada de la Virgen, precisamente para sentirla siempre cerca por este medio.
La función de los escritos del santo no es la erudición ni otra cosa, sino la de difundir el amor a la Madre de Dios, en el centro de la vida de los fieles.
Mientras que el lector medita, ya está rezando: este es el secreto de su autor.
Dentro de la escritura, con espíritu práctico, el santo también inserta un capítulo en el que analiza las virtudes de la Virgen, proponiéndolas a imitación de los fieles.
Humildad, caridad, fe, esperanza, castidad, pobreza, obediencia, paciencia y oración son las cualidades que María profundizó, en su camino, para traer el Reino de los cielos a la tierra.
Una existencia que no siempre es fácil, pero que María supo ofrecer a Dios magnificando el nombre de Dios Padre.
El texto representa una ayuda práctica y eficaz para vivir y revivir el misterio de María, en la vida cotidiana de la propia existencia, incluso leyendo pocas páginas al día y meditando sobre ellas.
“Las Glorias de María” han tenido muchas ediciones y se han impreso en muchos idiomas, para la edificación del Pueblo de Dios.
El sacerdote e historiador P. Giuseppe de Luca señaló que el texto “decía e hizo que millones de almas dijeran las palabras más hermosas y dulces a la Virgen y a la Virgen”, y nunca esas palabras fueron más verdaderas.
Traducido y adaptado por Mercedes De La Torre. Publicado originalmente en ACI Stampa
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