Ciudad del Vaticano
La Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral publica su vigésimo séptimo boletín, en el que analiza la crisis económica desencadenada por la pandemia de coronavirus, la situación de emergencia alimentaria y la degradación ambiental, que afectan sobre todo a las categorías más vulnerables de personas. A continuación, el contenido del Boletín.
Seguridad alimentaria
La emergencia sanitaria del COVID-19 ha desencadenado una crisis económica en algunos países y la ha exacerbado en la mayoría de los demás. Muchas personas han perdido sus empleos, por lo que no pueden satisfacer sus necesidades básicas. En 2019, unos 690 millones de personas no tenían suficiente comida y, debido al COVID-19, otros 130 millones de personas corren el peligro de morir de hambre antes de finales de año. Las personas en movimiento resultaron ser uno de los sectores más vulnerables. Los agentes católicos promueven activamente acciones e iniciativas dirigidas a ayudar a quienes están en situación de emergencia alimentaria.
A medida que se han recrudecido los conflictos en el estado de Chin en Myanmar, la situación de emergencia alimentaria ha empeorado debido al incremento de los precios y a las dificultades de distribución en algunas zonas remotas. Las parroquias se han unido para enviar arroz y otros artículos a las aldeas que se encuentran en zonas aisladas. Además, miles de desplazados internos no pueden regresar a sus hogares puesto que la situación sigue siendo muy tensa. Muchos han encontrado refugio en un monasterio y en edificios gubernamentales. A unos 130 desplazados internos, en su mayoría católicos y algunos bautistas y budistas, se les ha dado temporalmente albergue en las instalaciones de la iglesia de San Pedro, en la ciudad de Paletwa. Más de 3.000 desplazados internos se encuentran en cuatro campamentos temporales en el municipio de Samee, donde la Iglesia, el Programa Mundial de Alimentos y varias ONG están satisfaciendo sus necesidades básicas. Karuna (Cáritas) Pyay ha enviado dinero en efectivo para comprar arroz para los desplazados internos.
Los misioneros claretianos han dado vida a una iniciativa que se llama “Mother’s Meal” en memoria de Madre Teresa de Calcuta, que pretende dar de comer a las personas necesitadas en Macao. Misioneros y voluntarios distribuyeron paquetes de alimentos a unas 50 familias migrantes, especialmente necesitadas en estos tiempos de COVID-19, para su supervivencia. El objetivo es involucrar a aquellas familias que pueden permitirse mantener a otra familia en situación de vulnerabilidad y ofrecerles una ayuda constante durante todo el año. El obispo Stephen Lee Bun Sang de Macao, también quiso mostrar su apoyo a la iniciativa y contribuir directamente ofreciendo una ayuda económica. El movimiento Mother’s Meal pretende garantizar la seguridad alimentaria a todas las familias que se enfrentan a la crisis económica debido al impacto del coronavirus. Según Sibu George, coordinador del programa en la India, ya hay nuevas solicitudes para activarlo en Sri Lanka y en varios países africanos.
Un grupo intercongregacional de religiosas de Bangalore, en el sur de la India, ha puesto en marcha un programa de seguridad alimentaria gracias al cual proporcionan el sustento diario a unas 2000 personas necesitadas, afectadas por la grave crisis económica que está sacudiendo al país debido a la pandemia. Dream India Network (DIN), una ONG fundada en 2012 en Bangalore por un grupo de laicos católicos y religiosos, lleva a cabo este proyecto, gracias al cual proporcionaron alojamiento a unos 4.000 trabajadores migrantes durante el periodo de confinamiento. Los migrantes no solo recibieron alojamiento, sino también comida y atención médica gratuita, gracias a la presencia de médicos y psicólogos que les brindaron asesoramiento gratuito online.
La ecología integral para prevenir el desplazamiento
La crisis actual tiene varias causas, entre ellas la degradación ambiental, las emergencias sanitarias y las desigualdades sociales. La Iglesia ha insistido durante mucho tiempo en la necesidad de adoptar un enfoque integrado de estos problemas para poder generar respuestas eficaces y duraderas. Cabe destacar la conexión clara y prominente entre la falta de respeto por el planeta, los desastres naturales y el consiguiente desplazamiento forzado, especialmente entre las categorías más vulnerables de personas.
En una declaración presentada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la Santa Sede reiteró su llamamiento a una ecología integral, para contrarrestar el riesgo de desastres naturales y prevenir ulteriores problemas medioambientales. La declaración hizo hincapié en este concepto a menudo invocado por el Papa Francisco, porque se requiere “un enfoque integrado para combatir la pobreza, devolver la dignidad a los excluidos y, al mismo tiempo, proteger la naturaleza”. Para perseguir el bien común, afirma la Santa Sede, “cada país debe proteger y amar su tierra”.
Unas 240.000 familias se han visto afectadas por las inundaciones registradas en Vietnam. En 212 aldeas, han fallecido 102 personas, se han inundado 107.000 hectáreas de tierras agrícolas y se han perdido 531.000 cabezas de ganado y aves de corral. Es un duro golpe para aquellas poblaciones que residen en zonas donde la agricultura y la ganadería son sus principales medios de subsistencia. Las personas que han perdido sus casas porque han sido arrastradas por las corrientes están pasando hambre. Las Diócesis están luchando para proporcionar ayuda de emergencia a cientos de miles de víctimas. Las iglesias y las parroquias locales están proporcionando refugio a las personas cuyos hogares han sido destruidos y los voluntarios católicos distribuyen alimentos y agua potable, y ayudan a evacuar a las personas que se han refugiado en sus hogares para escapar de las inundaciones.
Prácticamente no ha llovido en los últimos dos años en el suroeste de Zimbabue. Los expertos afirman que es uno de los efectos desestabilizadores del cambio climático, que en combinación con otros desastres relacionados con el clima, han provocado una escasez de alimentos en el sur de África. A pesar del calor castigador, el entorno hostil y las luchas diarias por el agua para humanos y animales domésticos, varias agencias católicas están financiando centros de aprendizaje de agroecología y pozos comunitarios que funcionan con energía solar en países de África meridional, para ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático. En los centros, que combinan técnicas de agricultura sostenible con prácticas agrícolas indígenas, los agricultores locales aprenden técnicas como el arado de contorno, el riego por goteo y el control orgánico de plagas. Esta iniciativa tiene como objetivo luchar contra los problemas relacionados con el cambio climático, como la inseguridad alimentaria y el desempleo y, por lo tanto, prevenir el desplazamiento inducido por el cambio climático.
En Italia, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y siete municipios italianos, junto con la Región del Véneto y la Agricultura del Véneto, inauguraron el “Jardín Laudato si’”. El proyecto fue ideado por el P. Lino Mazzocco, un párroco local que animó a los alcaldes del delta del río Po a hacer algo útil para el cuidado de su casa común. Un jardín es mucho más que unas plantas, se trata de una feliz convergencia de “recursos del territorio, vida humana, actividades productivas y elementos educativos, sociales, económicos y cívicos, hacia el cuidado de la naturaleza y la creación, sus ecosistemas y la biodiversidad”. El jardín aspira a convertirse en el símbolo de un nuevo modelo de desarrollo que respeta la Tierra, promueve la comunidad local y responde a la invitación del Papa Francisco a cuidar de nuestra casa común.
Voces de la Iglesia
El Papa Francisco afirmó que podemos salir mejores de la crisis del coronavirus, si buscamos todos juntos el bien común. “La respuesta cristiana a la pandemia y a las consecuentes crisis socio-económicas se basa en el amor”, explicó el Santo Padre durante la Audiencia General celebrada el pasado mes de septiembre. El amor, añadió, no solo nos ayuda a construir relaciones personales, sino “fructifica también las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas, permitiéndonos construir una ‘civilización del amor’”. Si las soluciones a la crisis llevan la huella del egoísmo, advierte el Papa “quizá podamos salir de la crisis del coronavirus, pero ciertamente no de la crisis humana y social que el virus ha resaltado y acentuado”. En cambio, con la ayuda de Dios, dijo Francisco, “podremos curar el mundo”, si trabajamos unidos “por el bien común”.
“Nos necesitamos, no podemos solos; tenemos que empezar a pensar de un modo nuevo, en el prójimo, en mi hermano”, expresó el Arzobispo Oscar Vicente Ojea de San Isidro, Argentina, al referirse a este especial tiempo de pandemia. En uno de sus mensajes dominicales se refirió a la corrección fraterna de la que habla el Evangelio: “La corrección fraterna es ir con esa humildad del que se sabe perdonado, del que busca solamente el bien, del que no quiere imponer su pensamiento”. Las repercusiones de la pandemia, nos muestran la importancia de la interdependencia entre las personas: “Esa interdependencia debe llevarnos a la solidaridad” en cuanto que significa un cambio de mentalidad. Refiriéndose al episodio bíblico del Génesis, de la Torre de Babel, Mons. Ojea explicó que “pone de manifiesto la soberbia del hombre que quiere tocar el cielo y Dios confunde las lenguas” y continúa contraponiendo el capítulo de Pentecostés donde “el espíritu de Dios se derrama sobre hombres que entienden la diversidad de lenguas. Es la diversidad solidaria. Partiendo de lo diferente construimos una unidad”.
“La Encíclica del Papa Francisco Laudato si’ es una preciosa fuente de inspiración para el compromiso en defensa de la madre tierra y en la lucha contra la crisis climática. Normalmente suelo sacar inspiración de Laudato si'. El mandamiento de Jesús, amar al prójimo, incluye no solo a los seres humanos, sino también a la naturaleza, que es nuestra casa común. Por eso tenemos la responsabilidad de cuidarla para nuestra existencia y subsistencia”. Esto es lo que dijo a la Agencia Fides
Archana Soreng, una joven india, católica y activista climática, designada por el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, para formar parte de su nuevo grupo asesor compuesto por 7 jóvenes, que le ayudarán a acelerar las acciones globales para abordar la escalada de la crisis climática.
Para números anteriores, por favor consulte la página https://migrants-refugees.va/es/blog/2020/04/21/covid-19-nadie-debe-ser-olvidad o/
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