(ZENIT – 21 enero 2020).- El Papa Francisco defiende la actitud de la humildad: “Todos fuimos ungidos por la elección del Señor; debemos custodiar esta unción que nos ha hecho cristianos, nos ha hecho sacerdotes, nos ha hecho obispos. Esta es la santidad. Lo demás no sirve. La humildad de custodiar”.
Hoy, 21 de enero de 2020, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre reflexionó en torno al Salmo Responsorial (Salmo 88) y de la Primera Lectura (1Sam 16,1-13°) de la Liturgia de hoy, informa Vatican News.
La elección de David
El Salmo 88 habla sobre la elección de David como rey de Israel después de que el Señor rechazara a Saúl por no haberle obedecido. En la primera lectura, el Señor envía a Samuel a ungir como rey a uno de los hijos de Jesé de Belén, expone el medio vaticano
La unción indica la elección de Dios y también se utiliza hoy en día para consagrar a los sacerdotes, obispos y el Papa recordó que los cristianos también somos ungidos con aceite en el Bautismo. Dios invita a Samuel a no detenerse en el aspecto físico porque, “no cuenta lo que el hombre ve: de hecho, el hombre ve la apariencia pero el Señor ve el corazón”, explicó en la homilía.
Después, el Pontífice repasó los acontecimientos que tuvieron lugar en ese momento: los hermanos de David luchaban contra los filisteos para defender el reino de Israel. Estos, relata, “tenían méritos”, pero el Señor eligió al último de ellos.
Gratuidad de la elección de Dios
Se trataba de “un muchacho inquieto”, que observaba cuando podía la lucha de sus hermanos contra los filisteos, pero siempre le ordenaban que volviese a apacentar el rebaño. Finalmente, llamaron a David, que era leonado y de buen aspecto, y el Señor le pidió a Samuel que lo ungiera. Entonces, describe el Obispo de Roma, “el Espíritu del Señor irrumpió sobre David desde ese día en adelante”.
Este es un relato que conduce a la reflexión, a preguntarse por qué el Señor eligió a un muchacho normal que probablemente, como apuntó el Papa Francisco “hacía algunas chiquilladas, las que hacen todos los chicos”.
Tampoco era un joven piadoso, “que rezaba todos los días”, contaba con siete hermanos, “que tenían más méritos que él”. No obstante, fue elegido el más pequeño, “el más limitado, el que no tenía títulos, no tenía nada”, el que no había luchado en la guerra. Esto es algo que nos muestra “la gratuidad de la elección de Dios”, añadió el Santo Padre.
“Cuando Dios elige, hace ver su libertad y gratuidad. Pensemos en todos nosotros que estamos aquí: pero ¿por qué nos eligió el Señor? ‘No, porque somos de una familia cristiana, de una cultura cristiana…’ No. Muchos de una familia y cultura cristiana rechazan al Señor, no quieren”, puntualizó Francisco.
Custodiar el don
Y planteó: “¿Pero por qué estamos aquí, elegidos por el Señor? Gratuitamente, sin ningún mérito, gratuitamente. El Señor nos ha elegido gratuitamente. No hemos pagado nada para convertirnos en cristianos”.
“Nosotros sacerdotes, obispos no hemos pagado nada para ser sacerdotes y obispos – al menos así pienso, ¿no? Porque hay, sí, los que quieren ir adelante en la llamada carrera eclesiástica, que se comportan de modo simoníaco, buscan influencias para convertirse en aquí, allá, allá… los trepadores. No, pero esto no es cristiano. El ser cristiano, el ser bautizados, el ser ordenados sacerdotes y obispos es pura gratuidad. Los dones del Señor no se compran”, remarcó el Papa.
La unción del Espíritu Santo es gratuita, señaló y ante la pregunta “Nosotros, ¿qué podemos hacer?”, él propone “ser santos”, definiendo que la santidad cristiana consiste en “custodiar el don, nada más”, comportándose de tal manera “que el Señor permanezca siempre Aquel que hace el don”, que uno no lo haga “mi mérito”.
“En la vida ordinaria, en los negocios, en el trabajo, tantas veces para tener un lugar más alto se habla con este funcionario, se habla con este gobernador, se habla con este de aquí…, porque ‘pero, dile al jefe que me lleve…’. No es don; esto es escalar. El ser cristiano, el ser sacerdotes, el ser obispos, es solo un don”, insistió.
No olvidar al pueblo de Dios
Por último, el Papa apuntó que David fue tomado “de detrás del rebaño”, “por su pueblo” y “si nosotros los cristianos olvidamos al pueblo de Dios, incluso a los no creyentes, si nosotros los sacerdotes olvidamos nuestro rebaño, si nosotros los obispos olvidamos esto y nos sentimos más importantes que los demás, negamos el don de Dios”.
“Es como decirle al Espíritu Santo: ‘Pero tú ve, ve tranquilo en la Trinidad, descansa, yo me las arreglo solo’. Y eso no es cristiano. Eso no es custodiar el don”, agregó.
“Pidamos hoy al Señor, pensando en David, que nos dé la gracia de dar gracias por el don que nos ha dado, de ser conscientes de este don, tan grande, tan bello, y de custodiarlo -esta gratuidad, este don- custodiarlo con nuestra fidelidad”, concluyó el Pontífice.
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