Documento final: Nuevos camino de conversión pastoral

Sistema de Información del Vaticano

(ZENIT – 29 oct. 2019).- “Quien no nace de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5) con esta cita bíblica comienza el 2º capítulo del documento final redactado al término del Sínodo Especial de los Obispos para la Región Panamazónica, celebrado del 6 al 27 de octubre de 2019 en el Vaticano, con el tema Nuevos caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral.

En este capítulo, los participantes en la Asamblea sinodal proponen nuevos caminos para una conversión pastoral, dirigiendo su atención a los jóvenes, a los migrantes, a los bautizados, marcando un fuerte énfasis en la identidad misionera de la Iglesia: “Este Sínodo quiere ser un fuerte llamado a todos los bautizados de la Amazonía a ser discípulos misioneros. El envío a la misión es inherente al bautismo y es para todos los bautizados” (punto 26).

“La Iglesia por naturaleza es misionera”, aseguran. “El dinamismo misionero que brota del amor de Dios se irradia, expande, desborda y se difunde en todo el universo”, recoge el punto 21. “Este desbordamiento impulsa a la Iglesia a una conversión pastoral y nos transforma en comunidades vivas que trabajen en equipo y en red al servicio de la evangelización”.

Diálogo ecuménico, interreligioso y cultural

En el punto 23 exponen que la realidad pluriétnica, pluricultural y plurireligiosa de la Amazonía “demanda una actitud de abierto diálogo”, reconociendo igualmente la multiplicidad de interlocutores: los pueblos indígenas, ribereños, campesinos y afrodescendientes, las otras Iglesias cristianas y denominaciones religiosas, organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales populares, el Estado, en fin todas las personas de buena voluntad que buscan la defensa de la vida, la integridad de la creación, la paz, el bien común.

El diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural debe ser asumido como camino irrenunciable de la evangelización en la Amazonía. (…) La región es una amalgama de credos, la mayoría cristianos.

En la Amazonía, el diálogo interreligioso se lleva a cabo especialmente con las religiones indígenas y los cultos afrodescendientes. En esta línea, “es necesario que las iglesias de la Amazonía desarrollen iniciativas de encuentro, estudio y diálogo con los seguidores de estas religiones”.

Pastoral indígena

“Es urgente dar a la pastoral indígena su lugar específico en la Iglesia”, apuntan en el punto 27 del documento. Con el objetivo de “definir, elaborar y adoptar acciones pastorales, que nos permitan desarrollar una propuesta evangelizadora en medio de las comunidades indígenas, ubicándonos dentro del marco de una pastoral indígena y de la tierra”.

En este contexto, proponen dos medidas: Establecer y consolidar los organismos diocesanos de pastoral indígena con una acción misionera renovada, que escuche, dialogue, esté encarnada y con una presencia permanente; y aspirar a una Iglesia indígena con sacerdotes y ministros propios siempre unidos y en total comunión con la Iglesia Católica.

Mundo rural

Es necesaria una referencia al mundo rural en su conjunto y a la pastoral rural en particular, comentan en el Puno 28. Desde el punto de vista pastoral, la Iglesia debe dar respuestas al fenómeno de la despoblación del campo, con todas las consecuencias que de ello se derivan (pérdida de identidad, laicismo imperante, explotación del trabajo rural, desintegración familiar, etc.).

Acompañar a los migrantes

El desplazamiento forzado de familias indígenas, campesinas, afrodescendientes y ribereñas, expulsadas de sus territorios por la presión sobre los mismos o por la asfixia ante la falta de oportunidades, exige una pastoral de conjunto en la periferia de los centros urbanos.

Así, animan a crear equipos misioneros para su acompañamiento, coordinando con las parroquias y demás instituciones eclesiales y extraeclesiales las condiciones de acogida, ofreciendo liturgias inculturadas y en las lenguas de los migrantes; promoviendo espacios de intercambios culturales, favoreciendo la integración en la comunidad y en la ciudad y motivándoles en esta labor al protagonismo.

Jóvenes

Del punto 30 al 33, los participantes en el Sínodo alertan de que entre la juventud amazónica, se presentan realidades tristes como pobreza, violencia, enfermedades, prostitución infantil, explotación sexual, uso y tráfico de drogas, embarazo precoz, desempleo, depresión, trata de personas, nuevas formas de esclavitud, tráfico de órganos, dificultades para acceder a la educación, salud y asistencia social.

Por ello, apuntan que la labor de la Iglesia es la de acompañarlos para hacer frente a toda situación que destruya su identidad o dañe su autoestima. Y, matizan, una atención especial merece “la realidad de los jóvenes en los centros urbanos”. Cada vez más las ciudades son receptoras de todos los grupos étnicos, pueblos y problemas de la Amazonía. La Amazonía rural se está despoblando; las ciudades se enfrentan a enormes problemas de delincuencia juvenil, falta de trabajo, luchas étnicas e injusticias sociales, observan.

Tres urgencias

En este contexto, exhortan a acoger y caminar con los jóvenes, especialmente en las periferias. Frente a esto, surgen tres urgencias: promover nuevas formas de evangelización a través de los medios sociales (Francisco, Christus Vivit 86); ayudar al joven indígena a lograr una sana interculturalidad; ayudarlos para hacer frente a la crisis de antivalores que destruye su autoestima y les hace perder su identidad.

Los jóvenes indígenas tienen un “enorme potencial” y “participan activamente en sus comunidades y organizaciones” (…) en defensa de los derechos, especialmente en el territorio, la salud y la educación, y por, denuncian que son las “principales víctimas de la inseguridad sobre las tierras indígenas” y la “ausencia de políticas públicas específicas y de calidad”.

Pastoral urbana

La ciudad es una explosión de vida, porque “Dios vive en la ciudad”, señalan. En el punto 35 llaman a “defender el derecho de todas las personas a la ciudad”, e invitan a “incidir en las políticas públicas y promover iniciativas que mejoren la calidad de vida en el mundo rural evitando así su desplazamiento descontrolado”.

Asimismo, coinciden en que “es necesario que los pastores animen en todos y cada uno de los fieles al discipulado misionero”, de manera que “la comunidad eclesial deberá estar presente en los espacios de participación de políticas públicas donde se articulan acciones para revitalizar la cultura, la convivencia, el ocio y la celebración”.

Equipos misioneros itinerantes

Los equipos misioneros itinerantes en la Amazonía, señalan, van tejiendo y haciendo comunidad en el camino, ayudan a fortalecer la sinodalidad eclesial. Pueden sumar varios carismas, instituciones y congregaciones, laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes, ejerciendo lo que se llama la “pastoral de visita”.

En este contexto, proponen una “red itinerante que reuna los distintos esfuerzos de los equipos que acompañan y dinamizan la vida y la fe de las comunidades en la Amazonía”, con “miras a pasar de visitas pastorales a una presencia más permanente”.

Y exhortan a las congregaciones y/o provincias de religiosos/as del mundo, que aún no están involucrados en misiones, a “establecer al menos un frente misionero en cualquiera de los países amazónicos”.

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