El Papa usa el baloncesto para explicar el lugar de la cruz en la vida del sacerdote

Sistema de Información del Vaticano

VATICANO, 03 Mar. 17 (ACI).-
En un encuentro con el clero de la diócesis de Roma, en la Basílica de San Juan de Letrán, este jueves 2 de marzo con motivo del comienzo de la Cuaresma, el Papa Francisco usó una analogía del baloncesto para explicar el lugar de la cruz en la vida de los sacerdotes.

“Para un sacerdote, la cruz es como el pie clavado de un jugador de baloncesto en la cancha: hace movimientos para proteger la pelota, para encontrar un lugar para pasarla, o para salir hacia la canasta. Así, el sacerdote debe pivotar en torno a la cruz”, dijo el Santo Padre a los presbíteros presentes.

En abril de 2015, en declaraciones al portal deportivo argentino TyC Sports, el Santo Padre comentaba que era un “patadura”, es decir, no muy bueno para el fútbol y que “más bien jugaba al básquet”.

En el básquet o baloncesto, cuando un jugador está detenido y sostiene el balón con las manos, solo puede mover un pie, mientras que el otro queda fijo en el suelo. De allí el símil del Pontífice.

Francisco también refirió en la reflexión del 2 de marzo que es importante tener siempre presente la cruz, pues “la fe, el progreso y el crecimiento en la fe, se fundamenta siempre” en ella.

El Santo Padre también apoyó su reflexión en tres puntos que consideró importantes para la vida sacerdotal: la memoria, la esperanza y el discernimiento del momento.

Memoria deuteronómica

“La memoria, como dice el Catecismo, está radicada en la fe de la Iglesia, en la fe de nuestros padres; la esperanza es aquella que nos sostiene en la fe; y el discernimiento del momento lo tengo presente en el instante de actuar, de poner en práctica aquella fe que actúa en medio de la caridad”, señaló.

El Santo Padre habló de la memoria deuteronómica, llamada así “en analogía con la memoria de Israel”.

“La fe se alimenta y se nutre de la memoria. La memoria de la Alianza que el Señor ha hecho con nosotros: Él es el Dios de nuestros padres y abuelos. No es el Dios del último momento, un Dios sin historia de familia, un Dios que para responder a cada nuevo paradigma deba descartar como viejo y ridículo lo precedente. En la historia de familia, nada pasa nunca de moda”, afirmó.

En este sentido, recomendó mantener lúcida la memoria, porque “cuanto más lúcida es la memoria del pasado, más claro se abre el futuro para ver el camino realmente nuevo y distinguirlo del camino que ya he recorrido y que no me ha llevado a ninguna parte”.

“La fe crece recordando, conectando las cosas con la historia real vivida por nuestros padres y por todo el pueblo de Dios, por toda la Iglesia”.

Para un cristiano, esa memoria reside en la Eucaristía: “la Eucaristía es el Memorial de nuestra fe, que nos sitúa siempre de nuevo, cotidianamente, en el evento fundamental de nuestra salvación, en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, centro y eje de la historia”.

Esperanza no solo en el futuro

Por su parte, “la esperanza es aquella que abre la fe a la sorpresa de Dios. Nuestro Dios siempre es más grande que aquello que podamos pensar e imaginar de Él, de aquello que le pertenece y de su forma de actuar en la historia. La apertura de la esperanza confiere a nuestra fe frescura y horizonte”.

“La fe se sostiene y progresa gracias a la esperanza. La esperanza es el ancla anclada en el cielo, en el futuro trascendente, del cual, el futuro temporal es solo una expresión”.

La esperanza, continuó el Papa, “es aquella que dinamiza la mirada al interior de la fe, que conduce a encontrar cosas nuevas en el pasado, porque se encuentra con el mismo Dios al que espera ver en el futuro”.

“La esperanza, por otro lado, se extiende hasta los límites, en toda su amplitud y en todo el espesor del presente cotidiano e inmediato, y ve la posibilidad nueva en el prójimo y en aquello que se puede hacer aquí, hoy”.

“La esperanza es saber ver, en el rostro de los pobres que encuentro hoy, al mismo Señor que vendrá a guiarnos”, subrayó el Obispo de Roma.

Discernimiento del momento

Por último, “el discernimiento es aquello que concreta la fe, que la hace funcionar en medio de la caridad, aquello que nos permite dar un testimonio creíble: ‘Con mis obras te muestro mi fe’”.

Francisco dijo a los sacerdotes que “es propio del discernimiento el dar un primer paso atrás, como si retrocediéramos un poco para ver mejor el panorama. Siempre hay una tentación en el primer impulso que nos lleva a querer resolver cualquier cosa inmediatamente”.

“En este sentido -dijo el Papa- creo que hay un primer discernimiento, grande y fundamental, aquel que no se deja engañar por la fuerza del mal”.

“En este discernimiento está implícito el acto de fe en Cristo presente en los más pobres, en los más pequeños, en la oveja perdida, en el amigo insistente. Cristo presente en quien nos viene al encuentro; o Cristo presente en quien se nos está acercando, sintiendo compasión cuando lo vemos a lo lejos".

“Creer que ahí está Cristo, discernir el modo mejor para dar un pequeño paso hacia Él, por el bien de esa persona y el progreso en la fe”, concluyó.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 23 de febrero de 2017


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