VATICANO, 06 Dic. 16 (ACI).-
Los artistas, en especial los que son cristianos, tienen una función en la sociedad muy concreta que es la de ser “los guardianes de la belleza, heraldos y testigos de esperanza para la humanidad”.
Así lo indicó el Papa Francisco en su mensaje a los participantes en la XXI Reunión Pública de las Academias Pontificias, en el transcurso de la cual, el Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, hizo entrega del Premio de las Academias Pontificias.
Para el Pontífice, los artistas, especialmente los artistas que son creyentes, cumplen una tarea “importante y necesaria: crear obras de arte que porten, mediante el lenguaje de la belleza, un signo, una chispa de esperanza y de confianza allí donde las personas parecen ceder ante la indiferencia y la fealdad”.
Según indicó el Santo Padre, “arquitectos, pintores, escultores, músicos, cineastas, escritores, fotógrafos, poetas y artistas de todas las disciplinas, están llamados a hacer brillar la belleza, especialmente allí donde la oscuridad o el gris dominan la vida cotidiana. Son los guardianes de la belleza, heraldos y testigos de esperanza para la humanidad”.
“Les invito, por lo tanto, a cuidar la belleza, y entonces la belleza sanará muchas heridas que marcan los corazones y las almas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.
En su mensaje, Francisco habló de la problemática en las ciudades de nuestro tiempo. “Un escritor italiano, Italo Calvino, afirmaba que ‘las ciudades, como los sueños, están hechas de deseos y miedos’. Tal vez muchas ciudades de nuestro tiempo, con sus degradados suburbios, han dejado más espacio para los miedos que para los deseos y los sueños bellos de las personas, sobre todo de los jóvenes”.
El Obispo de Roma se refirió a la aportación que la Iglesia puede hacer para que esos suburbios dejen atrás la degradación:
“Es necesario que los edificios sagrados, empezando por las parroquias nuevas, en especial aquellas que se encuentran ubicadas en entornos periféricos y degradados, se conviertan, en su simplicidad y en su esencia, en oasis de belleza, de paz y de aceptación”.
“Que favorezcan de forma real el encuentro con Dios y la comunión con nuestros hermanos y hermanas, convirtiéndose así en un punto de referencia para el crecimiento integral de todos los habitantes, para el desarrollo armónico y solidario de la comunidad”.
El Papa se refirió a las personas marginadas por la cultura del descarte, que muchas veces impera en las ciudades, y a la degradación medioambiental.
“El cuidado de las personas, empezando por los más pequeños e indefensos, y de sus vínculos cotidianos, significa necesariamente cuidar también del medio ambiente en el que viven”.
El Santo Padre explicó que “con pequeños gestos, acciones sencillas, con pequeñas chispas de belleza y de caridad, podemos curar, ‘remendar’, el tejido humano, además del urbanístico y ambiental, frecuentemente desgarrado y dividido, lo cual constituye una alternativa concreta a la indiferencia y al cinismo”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 16 de junio de 2016
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