(RV).- En la segunda semana de Adviento, primer período del nuevo Año litúrgico, el Papa Francisco dio inicio a la nueva serie de catequesis sobre el tema de la esperanza cristiana. En un tiempo en el que a veces nos sentimos perdidos ante el mal y la violencia que nos rodean, ante el dolor de tantos hermanos nuestros, la esperanza es un tema muy importante – dijo el Papa – porque la esperanza no desilusiona. “El optimismo desilusiona, pero la esperanza, no”, puntualizó.
«¡Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice su Dios!» Tras leer a los fieles presentes las palabras del profeta Isaías, “el gran profeta del Adviento”, Francisco explicó el mensaje de esperanza en ellas contenidas. Así se expresó en nuestro idioma: “Queridos hermanos y hermanas: hoy comenzamos una nueva serie de catequesis sobre la esperanza cristiana. En esta primera reflexión, el profeta Isaías nos invita a llevar el consuelo de Dios a nuestros hermanos. Isaías habla a un pueblo en el exilio y le presenta la posibilidad de regresar a su hogar, que en definitiva es volver a Dios. Para ello hay que eliminar los obstáculos que nos detienen, preparar un camino llano y ancho, un camino de liberación y esperanza que se extiende por el desierto”.
En este punto, en la catequesis en italiano, el Obispo de Roma detalló el momento dramático que vivía entonces el pueblo de Israel, cuando lo había perdido todo: la tierra, la libertad, la dignidad, e incluso la fe en Dios. En ese momento el profeta anuncia el consuelo del Padre que inicia con la posibilidad de caminar en la vía del Señor, en ese camino de regreso que se presenta nuevo, ancho y cómodo, de modo de poderlo atravesar sin dificultad para regresar a la patria, que significa también regresar a Dios, y volver a esperar y a sonreír.
Cuando nosotros estamos en la oscuridad, en las dificultades, no sonreímos. El Santo Padre siguió con la observación de que una de las primeras cosas que suceden a las personas que se alejan de Dios, es que son personas sin sonrisa: “tal vez son capaces de dar una gran carcajada, una detrás de otra; un chiste, una carcajada… ¡Pero falta la sonrisa! La sonrisa solamente la da la esperanza”, dijo. “La esperanza es la que nos enseña a sonreír en aquel camino para encontrar a Dios”.
Convertirse para abrirse a la esperanza. “San Juan Bautista retomando las palabras de Isaías, nos llama a la conversión, para que abramos un camino de esperanza en nuestros corazones”, dijo también en nuestro idioma, y extendiéndose en la catequesis en italiano, precisó que cuando el Bautista anunció la llegada de Jesús, la situación se presentaba como si los israelitas estuvieran aún en el exilio porque se encontraban bajo el dominio romano, lo que los hacía extranjeros en su misma patria gobernados por los poderosos ocupantes que decidían sobre sus vidas.
La verdadera historia, dijo el Papa, no es aquella hecha por los poderosos, sino aquella hecha por Dios junto con sus pequeños: “Dios con María, Dios con Jesús, Dios con José, Dios con los pequeños”. “Son los pequeños, hechos grandes por su fe, quienes saben seguir esperando. La esperanza es la virtud de los pequeños. Los grandes, los satisfechos, no conocen la esperanza. No saben qué es”.
Por eso la invitación del pontífice a los cristianos a hacerse pequeños como los personajes del Evangelio, María y José, Zacarías e Isabel o los pastores, quienes “eran insignificantes para los grandes y poderosos de entonces, pero cuyas vidas estaban llenas de esperanza, abiertas a la consolación de Dios”: “Pidamos al Señor la gracia de trasformar el desierto de nuestra vida, de nuestro sufrimiento y de nuestra soledad, en un camino llano que nos lleve al encuentro con el Señor y con los hermanos”.
(Griselda Mutual – Radio Vaticano)
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