Ciudad del Vaticano, 21 de febrero de 2016 (Vis).-Después de rezar el ángelus Francisco se refirió al congreso internacional ''Por un mundo sin pena de muerte'' que se abre mañana en Roma organizado por la Comunidad de San Egidio manifestando el deseo de que impulse todavía más el compromiso para la abolición de la pena de muerte.
El Papa observó que una señal de esperanza en ese sentido era que en la opinión pública se afianzaba cada vez más la oposición a la pena de muerte como herramienta legítima de defensa social. ''Efectivamente -indicó- las sociedades modernas tienen la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente al que lo ha cometido la posibilidad de redimirse. El problema se enfoca partiendo de una justicia penal que sea cada vez más conforme a la dignidad del ser humano y del proyecto de Dios sobre la persona y la sociedad y también de una justicia penal abierta a la esperanza de la reinserción social. El mandamiento ''no matarás'' tiene un valor absoluto y atañe tanto al inocente como al culpable''.
''El Jubileo extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto de la vida y de la dignidad de cada persona. También el criminal mantiene el derecho inviolable a la vida, don de Dios. Me apelo a la conciencia de los gobernantes -dijo Francisco- para que se llegue a un consenso internacional para la abolición de la pena de muerte. Y propongo a todos los que entre ellos son católicos que hagan un gesto valiente y ejemplar: que no haya ninguna ejecución capital en este Año Santo de la Misericordia''.
''Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad -recalcó- están hoy llamados a actuar no solo por la abolición de la pena de muerte, sino también en la mejora de la condición carcelera, en el respeto de la dignidad humana y de las personas privadas de la libertad''.
También habló el Papa del Via Crucis que el próximo jueves -organizado por la Comunidad Papa Juan XXIII, fundada por el sacerdote Oreste Benzi- atravesará las calles de Roma en solidaridad con las mujeres víctimas de la trata de personas y para rezar por ellas.
Antes de despedirse de los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre reiteró que la Cuaresma era un tiempo propicio para recorrer un camino de conversión cuyo centro es la misericordia. ''Por eso -dijo- he pensado en regalar, a los que están aquí en la Plaza, una ''medicina espiritual'', llamada Misericordina. Ya lo hicimos una vez, pero esta es de calidad superior: es la Misericordina plus. Una cajita que contiene la corona del Rosario y la estampa de Jesús Misericordioso. Ahora la distribuirán los voluntarios, entre los que hay pobres, personas sin domicilio fijo, prófugos y también religiosos. Recibid este regalo como una ayuda espiritual para difundir, sobre todo en este Año de la Misericordia, el amor, el perdón y la fraternidad''.
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