Al clero en Morelia: No caigamos en la tentación de la resignación

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Ciudad del Vaticano, 17 de febrero de 2016 (Vis).-El Papa llegó ayer martes, poco después de las 08,45 (hora local, 15,45 hora de Roma) a Morelia, centro geográfico de México, capital del estado de Michoacán y desde 1991 declarada por la UNESCO, patrimonio de la humanidad, por su centro histórico de clara huella hispánica y sus edificios barrocos entre los que destacan la catedral de la Transfiguración y el Palacio de Justicia. También es sede de una importante universidad, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, fundada en 1551 como Colegio de San Nicolás, frecuentada actualmente por 45.000 estudiantes.

Desde el aeropuerto el Papa recorrió en papamóvil los 9 kilómetros que lo separaban del estadio Venustiano Carranza, que tiene cabida para 20.000 personas, donde lo esperaban los sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y seminaristas de la arquidiócesis. Durante la eucaristía presidida por el Santo Padre se utilizó la lengua purhépecha para la oración de los fieles.

El Papa comenzó su homilía en un tono coloquial ''Hay un dicho entre nosotros -dijo- que dice así: ''Dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas'', porque mostrándome cómo rezas, aprenderé a descubrir el Dios que vives y, mostrándome cómo vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas''....A rezar se aprende, como aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar. La escuela de la oración es la escuela de la vida y en la escuela de la vida es donde vamos haciendo la escuela de la oración''.

A este propósito comentó que Pablo, a su discípulo predilecto Timoteo, cuando le enseñaba o lo exhortaba a vivir la fe le decía que se acordase de su madre o de su abuela y recordó que los seminaristas, cuando entraban al seminario, muchas veces le preguntaban: ''Padre, pero yo quisiera tener una oración más profunda, más mental'', a lo que Francisco respondía :''Mirá, seguí rezando como te enseñaron en tu casa y después, poco a poco, tu oración irá creciendo, como tu vida fue creciendo''.. A rezar se aprende, como en la vida''.

''Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el misterio de su vida -prosiguió el Pontífice- Les mostró comiendo, durmiendo, curando, predicando, rezando, qué significa ser Hijo de Dios. Los invitó a compartir su vida, su intimidad y estando con Él, los hizo tocar en su carne la vida del Padre. Los hace experimentar en su mirada, en su andar la fuerza, la novedad de decir: ''Padre nuestro''. En Jesús, esta expresión, ''Padre Nuestro'' no tiene el ''gustillo'' de la rutina o de la repetición, al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: Padre nuestro. Y nos ha invitado a nosotros a lo mismo. Nuestra primera llamada es a hacer experiencia de ese amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia. Su primera llamada es a introducirnos en esa nueva dinámica de amor, de filiación. Nuestra primera llamada es aprender a decir ''Padre nuestro'', como Pablo insiste: ''Abba''. ¡Ay de mí sino evangelizara!, dice Pablo. ¡Ay de mí! porque evangelizar —prosigue— no es motivo de gloria sino de necesidad''.

''Nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina, ay de nosotros -consagrados, consagradas, seminaristas, sacerdotes, obispos-ay de nosotros, si no la compartimos, ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros. No queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: ''Padre nuestro''. ¿ Y qué es la misión sino decir con nuestra vida... ''Padre nuestro''?

''A este Padre nuestro es a quien rezamos con insistencia todos los días: Y ¿qué le decimos en unas de esas cosas? -dijo el Papa a los presentes- No nos dejes caer en la tentación. El mismo Jesús lo hizo. Él rezó para que sus discípulos —de ayer y de hoy— no cayéramos en la tentación. ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que nos pueden asediar? ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que brota no sólo de contemplar la realidad sino de caminarla? ¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad? ¿Qué tentación podemos tener nosotros, llamados a la vida consagrada, al presbiterado, al episcopado- que tentación podemos tener una y otra vez frente a esta realidad que parece haberse convertido en un sistema inamovible?''

''Creo que la podríamos resumir con una sola palabra: resignación. Y frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, la resignación. ''¿Y que le vas a hacer? La vida es así''. Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras ''sacristías'' y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar, nos quita la alegría, el gozo, la de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos frena para arriesgar y transformar. Por eso, Padre nuestro, no nos dejes caer en la tentación.

''Qué bien nos hace apelar en los momentos de tentación a nuestra memoria -exclamó el Papa- Cuánto nos ayuda el mirar la ''madera'' de la que fuimos hechos. No todo ha comenzado con nosotros y tampoco todo terminará con nosotros, por eso cuánto bien nos hace recuperar la historia que nos ha traído hasta aquí''. Y haciendo memoria, Francisco recordó al español Vasco Vázquez de Quiroga el primer obispo de Michoacán ''alguien que amó tanto este lugar que se hizo hijo de esta tierra, alguien que supo decir de sí mismo: ''Me arrancaron de la magistratura y me pusieron en el timón del sacerdocio, por mérito de mis pecados. A mí, inútil y enteramente inhábil para la ejecución de tan grande empresa; a mí, que no sabía manejar el remo, me eligieron primer Obispo de Michoacán''.

''Con ustedes quiero hacer memoria de este evangelizador, conocido también como Tata Vasco, como ''el español que se hizo indio''. La realidad que vivían los indios Purhépechas descritos por él como ''vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos'', lejos de llevarlo a la tentación y de la acedía de la resignación, movió su fe, movió su vida, movió su compasión y lo impulsó a realizar diversas propuestas que fuesen de ''respiro'' ante esta realidad tan paralizante e injusta. El dolor del sufrimiento de sus hermanos se hizo oración y la oración se hizo respuesta. Eso le ganó el nombre entre los indios del ''Tata Vasco'', que en lengua purhépecha significa: Papá''.

''Padre, papá, Tata, abba -invocó el Obispo de Roma al final de su homilía- Esa es la oración, esa es la expresión a la que Jesús nos invitó. Padre, papá, abba, no nos dejes caer en la tentación de la acedia, no nos dejes caer en la tentación de la pérdida de la memoria, no nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores que nos enseñaron con su vida a decir: Padre Nuestro''.

Después de la celebración, el Papa se trasladó al arzobispado de Morelia donde almorzó y desde allí fue a visitar la catedral de la Transfiguración (1644-1744) barroca, con elementos neoclásicos y cuyas cúpulas están revestidas de azulejos, que domina la Plaza de las Armas. En la sacristía, donde al lado de obras pictóricas del siglo XVI,se encuentra un Cristo realizado con una mezcla de maíz y miel según las técnicas prehispánicas, esperaban a Francisco 14 rectores de universidades mexicanas y 6 líderes de otras confesiones cristianas, con los que el Papa conversó.

También saludó el Santo Padre a un centenar de niños, alumnos de catecismo, reunidos en el templo a quienes agradeció su visita. ''Le voy a pedir a Jesús que los haga crecer con mucho amor, como tenía Él -dijo el Papa a los niños- Con mucho amor para ser cristianos en serio, para cumplir el mandamiento que Jesús nos dio: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús los amó, como a nosotros mismos o más, como Él nos amó. Y le vamos a pedir a la Virgen también que nos cuide, que nos bendiga. Sobre todo, cada uno de ustedes, ahora, piense en su corazón en la familia que tiene y en los amigos, y si están peleados con alguno, también piensen en él, y también le vamos a pedir para que la Virgen lo cuide: es una manera de ir haciéndonos amigos y no tantos enemigos, porque la vida no es linda con enemigos, y El que hace los verdaderos amigos es Dios en nuestro corazón''.


Igualmente felicitó al coro que le había dedicado una canción recordándoles que ''el arte, el deporte ensanchan el alma y hacen crecer bien, con aire fresco y no aplastan la vida. Sigan siendo creativos, sigan así,-dijo- buscando la belleza, las cosas lindas, las cosas que duran siempre, y nunca se dejen pisotear por nadie''.
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