Afganistán: ¿qué pasa y cómo viven los cristianos?

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Redacción ZENIT

(Ayuda a la Iglesia Necesitada – ZENIT News Agency / 23.08.2021).- Afganistán es una república islámica que limita con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán por el norte, China por el noreste, Pakistán por el este y el sur e Irán por el oeste. El país es un conglomerado de distintos grupos étnicos enfrentados entre sí durante décadas antes de unirse, finalmente, en un solo país a la caída del régimen talibán en 2001.

Los grupos étnicos más importantes son los pastunes (42 %), los tayikos (27 %), los hazaras (9 %), los uzbekos (9 %) y los turkmenos (3 %)2. Aproximadamente el 99 % de la población es musulmana, mayoritariamente suní (80 %), en la que los chiíes representan el 19 % y pertenecen fundamentalmente a los grupos étnicos hazara y tayik.

La Constitución de 2004 se promulgó tras la caída del régimen talibán (1997-2001) y declara que el país es una república presidencialista islámica.

El carácter religioso del Estado es uno de los elementos claves de la nueva Constitución, aunque está mitigada por una combinación de medidas, fruto de un intenso debate, diseñadas para prevenir la posibilidad de que el país caiga en una interpretación fundamentalista de la sharía. La sharía sigue siendo una de las principales fuentes de la ley dentro de la sociedad, en particular en las áreas rurales.

El artículo 2 de la Constitución afirma que “El islam es la religión oficial del Estado”, sin embargo, el segundo párrafo del mismo artículo proclama la libertad religiosa. El artículo 3 estipula “la conformidad de las leyes” con los principios y normas de la religión islámica; por lo tanto convierte a la sharía, aunque sin nombrarla, en la primera fuente de la ley.

Así, en la práctica, en nombre del respeto a la ley islámica en el país, es imposible convertirse a otra religión, profesar libremente una fe distinta, mostrar símbolos religiosos o dedicarse a la tarea de misión.

Situación de los cristianos 

Además de las restricciones impuestas por el Estado y por esta sociedad fuertemente musulmana por tradición, hay un clima de desconfianza hacia los cristianos.

La razón principal para ello son los 10 años de control militar de las fuerzas internacionales. Esta década de guerra contra los talibanes ha obligado a 2,7 millones de personas a vivir en el exilio en los países vecinos. Buscaron refugio sobre todo en Pakistán e Irán. En 2012 – por 32o año consecutivo – Afganistán ocupó el primer lugar en la lista anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Aparte del radicalismo de los talibanes, que se ha incrementado en los últimos años con continuos ataques y atrocidades, sobre todo contra civiles, un factor que en ciertos casos ha fomentado el odio hacia los cristianos y otras religiones consideradas como extranjeras ha sido la presencia continuada de las fuerzas militares internacionales. Un ejemplo de esto fue la quema que soldados estadounidenses hicieron de ejemplares del Corán en la base militar de Estados Unidos en Bagram, en el norte del país, el 20 de febrero de 2012.

El incidente provocó protestas violentas por todo Afganistán, costó docenas de vidas y causó la convocatoria de grandes manifestaciones en las que los manifestantes quemaron cruces y otros símbolos religiosos, así como grandes fotografías del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

El Gobierno afgano ha declarado la primacía del islam respecto a otras religiones. En un discurso pronunciado en el Parlamento en septiembre de 2013, el diputado Nazir Ahmad Hanafi prestó su voz a los rumores de que musulmanes afganos se estaban convirtiendo al cristianismo en la India. “El pueblo afgano”, afirmó “continua convirtiéndose al cristianismo en la India. Esto es una violación de la ley islámica y, de acuerdo con el Corán, deben ser asesinados”.

El presidente del Parlamento afgano, Abdul, Rauf Ibrahimi, también condenó las presuntas conversiones, pidiendo al Comité de Seguridad Nacional “un estudio profundo del caso”.

No hay datos fiables sobre el número exacto de no musulmanes en Afganistán. Algunas organizaciones protestantes estiman que hay alrededor de 5000 cristianos afganos – en otras palabras, conversos del Islam –, pero este extremo nunca ha sido confirmado.

La Iglesia católica está presente en Afganistán en la forma de la misión sui iuris, bajo la dirección de un sacerdote italiano barnabita, el P. Giuseppe Moretti. En total, el número de sacerdotes y de religiosos, hombres y mujeres, que trabajan en Afganistán asciende a 15. La congregación religiosa mejor establecida en el país son las Hermanitas de Jesús. Estas religiosas (cuatro en total) son respetadas incluso por los talibanes y llevan 50 años trabajando en Kabul.

La caída del régimen talibán hizo posible que en 2006 llegaran al país las hermanas de la Madre Teresa para trabajar con los enfermos y los pobres. Otro grupo respetado y reconocido por la gente es la organización de beneficencia italiana Asociación Pro Niños de Kabul (Associazione pro-bambini di Kabul) que trabaja con orfanatos y niños discapacitados.

Estudiando el problema de la libertad religiosa en su conjunto en el país, la Constitución está basada en la sharía, lo que hace casi imposible que la situación mejore.

El continuo clima de inseguridad ha dado gran poder a los talibanes y sus seguidores, no sólo en las áreas rurales sino también en la capital, Kabul. La intolerancia hacia otras religiones y hacia las costumbres distintas del Islam se ha reforzado tras las declaraciones de algunos parlamentarios contra las conversiones al cristianismo, y se ha demostrado con los casos recurrentes de justicia sumaria, por ejemplo, los casos de adulterio penados con la lapidación.

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