(zenit – 18 dic. 2020).- La conferencia de prensa de presentación del mensaje del Papa Francisco para la 45ª Jornada Mundial de la Paz tuvo lugar ayer, 17 de diciembre de 2020.
Este Día Internacional se celebra el 1 de enero de 2021 bajo el tema escogido por el Santo Padre: “La cultura del cuidado como camino de paz”.
En el acto intervinieron: el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral; Mons. Bruno-Marie Duffé, secretario del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral; Christine Jeangey, oficial del mismo dicasterio; y Anne-Julie Kerheul, de la Segunda Sección de la Secretaría de Estado.
Cardenal Peter K. Turkson
Al crear, Dios no solo da la vida, sino que también “la protege, la cuida”, dijo el cardenal Turkson, en su intervención. Es este cuidado de Dios por su creación el que divino “asegura la dignidad de una persona” creada a imagen de Dios y a su semejanza, llamándolo por su parte “a cuidar de sus semejantes” y de la Tierra.
Dios se convierte en un ejemplo, “un modelo de cuidado para la persona humana y la tierra, especialmente en el sentido de que el cuidado divino preserva la armonía de la creación”, continuó el cardenal ghanés. Una armonía cuyas condiciones son la paz y la justicia: “La cúspide de la comprensión bíblica de la justicia se manifiesta en la forma en que una comunidad trata a los más débiles de su entorno”.
Mons. Bruno-Marie Duffé
El secretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral describió que, aunque la pandemia ha afectado a todas las categorías sociales, “las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han tenido, en efecto, un impacto catastrófico en los más vulnerables: las personas sin hogar, los desempleados, los migrantes, los trabajadores de la economía no estructurada, los ancianos”.
En este contexto, “que exige una conversión fundamental de las políticas sociales, la economía y las relaciones internacionales, ¿qué significa ‘una cultura del cuidado’?”, planteó Mons. Duffé.
“La cultura es una forma de ser y de construir una forma de pensar sobre el ‘estar juntos’”, por lo tanto, la “cultura del cuidado” exige “una cierta visión de las personas y de las condiciones de vida”. “Cuidar”, matiza, no consiste solo en “proporcionar cuidados, aunque la asistencia y las medicinas sean indispensables”.
“Cuidar” significa “acercarse a los demás, a sus cuerpos y a sus vidas, y escuchar su sufrimiento, como se aprende a escuchar un corazón que late”, pues “la dignidad comienza con mirar y escuchar”. Así, la “’cultura del cuidado’ es inseparable de la ‘cultura del encuentro’ que es central en la enseñanza moral y pastoral del Papa Francisco”, resalta.
“La confianza y el diálogo nos curan de la indiferencia y nos ponen en el camino de un co-nacimiento (co-nascere) y un amor que nos eleva” dentro de una realidad en la que existe una fuerte instrumentalización al servicio exclusivo de la producción y el beneficio.
Anne-Julie Keruel
La oficial del citado Dicasterio, por su parte, apuntó que “el cuidado implica, sobre todo, el reconocimiento de que toda persona debe poder beneficiarse de estos derechos universales, en particular los derechos sociales, que se derivan de la dignidad humana y no pueden negarse a nadie. Piensa en el derecho a la alimentación, el acceso a la atención médica o a la educación”.
“Al insistir en la cultura del cuidado, el Papa Francisco nos enfrenta a lo que constituye un imperativo para toda sociedad humana comprometida con el camino de la paz. En contraste con la cultura del derroche, la cultura del cuidado requiere, por lo tanto, que remediemos la negación de los derechos más básicos a muchos de nuestros contemporáneos necesitados y marginados”, añadió Keurel.
A este respecto, prosiguió, “sería erróneo considerar la cultura de la atención como una cultura de dependencia”. Más bien, “el objetivo es fomentar un entorno inclusivo en el que cada persona, hombre o mujer, pueda desarrollar y promover plenamente la cultura del cuidado como un camino hacia la paz”.
Christine Jeangey
Finalmente, Christine Jeangey destacó que la propuesta de la “cultura del cuidado” por parte del Pontífice “reafirma la importancia de las relaciones internacionales basadas en la fraternidad, el respeto mutuo, la solidaridad y la observancia del derecho internacional y reitera el carácter central de la protección y la promoción de los derechos humanos fundamentales”.
Del mismo modo, indica que la Santa Sede “es parte en los principales acuerdos internacionales sobre la materia y multiplica sus llamamientos no sólo para que se respete esta preciosa rama del derecho internacional, sino también para que las normas que contiene encuentren, cuando sea necesario, un desarrollo adecuado, a fin de poder responder de la mejor manera posible a los desafíos que plantean los conflictos armados contemporáneos, especialmente aquellos en los que participan agentes armados no estatales”.
Frente a la crisis del derecho internacional de los derechos humanos, “la cultura del cuidado implica el compromiso de remediar numerosas deficiencias y, en lo que respecta a los debates y negociaciones multilaterales, de dejar de lado visiones parciales e interpretaciones controvertidas, superando así la excesiva politización, en favor de un enfoque solidario de los derechos fundamentales para el bien común de toda la humanidad”, clarifica Jeangey.
Asimismo, recordó que, entre las prioridades de la Santa Sede, se encuentra “la protección de los detenidos por motivos relacionados con los conflictos armados y la de los trabajadores humanitarios, también en lo que respecta al personal religioso civil y a los lugares de culto, que con demasiada frecuencia son objeto de ataques selectivos, incluso durante las celebraciones religiosas, con numerosas víctimas entre los fieles y los ministros”. Además de estas cuestiones, “cabe mencionar la urgente necesidad de poner fin al flagelo de la participación de los niños en los conflictos armados y al de la violación como arma de guerra, de la que las mujeres son las principales víctimas, que deben ser valoradas, en cambio, como agentes de la reconciliación y la paz”.
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