(zenit – 16 dic. 2020).- En la audiencia general de esta mañana, el Papa Francisco ha destacado que “la oración verdadera no nos evade de la realidad”, sino que “cualquiera puede encontrar en la persona orante un corazón compasivo que ruega por todos sin excluir a nadie”.
Hoy, 16 de diciembre de 2020, el Santo Padre ha presidido la audiencia general en la biblioteca del Palacio Apostólico vaticano, transmitida en directo, de nuevo sin fieles, como medida de prevención frente a la COVID-19, y ha proseguido con la serie de catequesis sobre la oración, bajo el argumento “La oración de intercesión”.
En sus palabras en español, el Papa se ha centrado en el orante que reza a Dios para la intercesión de todas las personas, que presenta al Señor “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren”.
Pan partido para la vida del mundo
Francisco ha señalado que “todos necesitamos tiempos y espacios de silencio y soledad para la relación con Dios, para escuchar su voz”. En la oración, añade, Él “nos bendice y nos hace pan partido y repartido para la vida del mundo”.
En esta línea, apunta que la oración de intercesión “abre las puertas del corazón de quien reza por los demás”, una puerta “abierta para los que rezan sin saberlo, para los que no rezan pero esconden un grito sofocado en su interior, para los que se equivocaron y no encuentran el rumbo”. El orante es como “una antena de Dios, que está en sintonía con su misericordia y ve a Cristo en los rostros de las personas por las que reza”, indica.
Comunión fraternal
El Obispo de Roma explica que la oración hace experimentar “que todos somos hermanos, que pertenecemos a la misma humanidad frágil y pecadora”. El que reza, continúa, “lo hace por todos” y también “por sí mismo”.
El Sucesor de Pedro aclara que todos los miembros de la Iglesia tienen la “misión de practicar la oración de intercesión”, sobre todo los que gozan de un rol de responsabilidad, como son los “padres, educadores, sacerdotes, superiores de comunidad”.
Este tipo de oración, concluye, “nos ayuda a mirar a los otros con los ojos y el corazón de Dios, con su misma ternura y compasión”.
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