¿Quién es en realidad el Padre José Kentenich?

Sistema de Información del Vaticano

(zenit – 10 nov. 2020).- El 2 de julio The Washington Post publicaba un artículo en el que, basado en una publicación de la agencia de noticias AP, hacía referencia a que la historiadora Von Teuffenbach informaba que el visitador apostólico por el Santo Oficio ante el Movimiento de Schoenstatt, Padre Sebastián Tromp, había recibido en los años 1950’ un “reporte creíble de abuso sexual cometido contra al menos una religiosa”, refiriéndose a una Hermana de María de Schoenstatt. Esta información publicada en numerosos medios de comunicación, es en realidad, más que creíble, un “reporte increíble” (tan insólito como no veraz) de una frase, simplemente una frase, a través de la que Kentenich pretendía ayudar psicológicamente a una hermana con complejos sexuales, concretamente la aceptación de su propio cuerpo.

También es erróneo, entre otras falsedades que se dijeron en los medios y proveniendo de la misma fuente, afirmar que Kentenich fue enviado al exilio como medida punitiva. Se trató de una medida administrativa a los efectos de investigar a Schoenstatt sin la interferencia de su fundador. Es más, nunca hubo contra él una acusación formal de la Iglesia, lo que refleja el trato que dicha institución daba a aquellos a quienes investigaba. El P. Kentenich solicitó que se hiciera una acusación formal contra su persona para poder ejercer su defensa, pero esto nunca ocurrió.

Sobre el Santo Oficio

El origen del Santo Oficio es la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fundada en 1542 por el papa Pablo III. En 1908, Pio X cambió su nombre por el de Sagrada Congregación del Santo Oficio. Ante las quejas de que sus métodos eran extremadamente legalistas, parciales, inflexibles e implacables en sus investigaciones y en sus imposiciones, incapaz de comprender contextos y procesos vitales, Pablo VI, en 1965, redefinió su estructura y le dio el nombre de Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

El Santo Oficio nunca mencionó ningún tipo de abuso sexual

El P. Tromp, sacerdote jesuita holandés, redactó documentos preparatorios del Concilio Vaticano II a pedido del papa Juan XXIII, con la posible intención de que fueran aprobados prácticamente a libro cerrado. Padres conciliares se resistieron a esta imposición y el Concilio trabajó desde las concepciones de los Obispos conciliares en forma sinodal, sin tener en cuenta ninguno de los documentos preparados por Tromp.

Este sacerdote, visitador apostólico en Schoenstatt, conforme al modus operandi del Santo Oficio, investigó a Schoenstatt escuchando prácticamente en forma exclusiva a unas pocas hermanas que criticaban el estilo pastoral y pedagógico del P. Kentenich, sin interesarse en recibir el testimonio de otras 1700 hermanas que lo valoraban, y cuya pedagogía les llevó a caminos de profunda realización personal en el camino de una santidad comprometida y fecunda.

Siendo que su trabajo se centraba en descubrir posibles desvíos y no virtudes en Schoenstatt, es interesante que Tromp en ningún momento acusara al P. Kentenich de ningún tipo de abuso sexual. El mencionado “incidente” con la hermana al que se refieren denuncias mediáticas, Tromp lo relaciona con una dependencia emocional de las hermanas con el fundador de Schoenstatt, pero no menciona un atisbo siquiera de un desvío o abuso sexual en Kentenich.

El P. Kentenich aclara más tarde que su tarea no se reduce a que las almas que Dios le encomendó cumplan simplemente con los preceptos de la Iglesia, sino que está llamado a sanar las almas desde lo más profundo, incluyendo la sexualidad no asumida y otros complejos psicológicos, viendo en este punto una misión personal para la Iglesia, que en tiempos anteriores al Vaticano II eran tabú, lo que sin duda se evidencia que sigue siendo para algunas facciones de la Iglesia. Y nos preguntamos si hoy sería noticia que un psicólogo o psiquiatra quisiera brindar ayuda a una persona con complejos sexuales, y si por dar esa ayuda, se lo expondría en los titulares de medios masivos de comunicación como un abusador. No lo hizo el Santo Oficio, no lo hizo la Iglesia con el P. Kentenich, pero insólitamente sí lo ha hecho la investigadora mencionada y lo replicaron diversos medios de comunicación sin cotejar la información.

Otras acusaciones

Salen hoy también a la luz testimonios que ponen en duda prácticas pedagógicas y psicológicas del P. Kentenich en base a testimonios de algunas hermanas. Son testimonios muy duros, que han conmocionado a muchos, esto potenciado porque son publicados de la misma forma en que ha actuado el Santo Oficio con el P. Kentenich, unilateralmente y sin interés en explicar los contextos en los que los posibles hechos habrían ocurrido, ni en la ocasión en que fueron escritos, ni en la realidad emocional o psíquica de sus autores, ni en el testimonio de miles de otras personas con experiencias diametralmente opuestas sobre la pedagogía del P. Kentenich.

No es mi tarea dar explicaciones a tales testimonos que también a mí me han conmovido. Averiguando, encontré respuestas coherentes al poner todo en un contexto, que como he dicho arriba, los medios no han hecho.

El obispo Stephan Ackerman, titular de la diócesis de Tréveris, a la que pertenece Schoenstatt, y donde se encuentra en marcha el proceso de canonización del P. Kentenich, ha nombrado una nueva Comisión Histórica que analiza sitemáticamente los hechos que son noticia hoy. A la vez, el Movimiento de Schoenstatt ha establecido un Grupo de Investigación, compuesto por 12 personalidades de diversos países, con el objeto de dar respuestas objetivas a los temas en cuestión.

Sobre la importancia de la verdad para Schoenstatt, afirma el P. Ángel Strada, postulador de la causa de canonización del P. Kentenich entre 1997 y 2017: “Lo que me importa es la canonización de la verdad. Todo lo demás para mí es, en principio, un asunto secundario”.

Observaciones de la Presidencia General de Schoenstatt

El P. Juan Pablo Catoggio, presidente de la Presidencia General del Movimiento de Schoenstatt, informaba el 2 de julio pasado: “El P. Kentenich respondió detalladamente al visitador y a sus superiores a la acusación de abuso de poder y expuso abiertamente su pensamiento, sus principios y su comportamiento. A José Kentenich se le permitió regresar a Schoenstatt en 1965 y 1966, respectivamente, después de un exilio de 14 años. Los decretos que lo separaban de su fundación fueron revocados, y la causa del fundador fue devuelta a la Congregación de los Religiosos de la época. De esta manera pudo asumir una vez más su posición de fundador en la Obra de Schoenstatt. De hecho, con esto se invalidó también la acusación de abuso de poder”.

Antes de que se abra un proceso de beatificación, la Congregación para las Causas de los Santos debe emitir el nihil obstat (declaración de no objeción) basado en expedientes de sus archivos, y después de haber consultado a otras congregaciones de la Curia Romana. Si existiera una sospecha fundada de mala conducta moral por parte del candidato a la beatificación, no se da luz verde al inicio del proceso. La Congregación para la Doctrina de la Fe -ex Santo Oficio- fue consultada a este respecto y se expresó a favor de otorgar el nihil obstat a José Kentenich, que, luego de efectuar las profundas investigaciones necesarias, fue dado por la autoridad pertinente, la Congregación para las Causas de los Santos.

La concepción del hombre en el P. Kentenich

El P. Kentenich concibió en su corazón una persona nueva, como reflejo de la nobleza, pureza y armonía de Jesús y María. Nunca predicó algo que él no viviera previamente. Su principal misión para la Iglesia y el mundo la vio en la integridad personal, en una persona sana emocionalmente, coherente, transparente, y así, abierta plenamente a la gracia de Dios. Entendió que este era el regalo más profundo que podría regalar a la Iglesia: personas orgánicas, que unen naturaleza y gracia de forma ejemplar, armónica, sin olvidar la debilidad, el pecado y las limitaciones humanas. Por eso es que le dio un valor tan importante a la psicología en los procesos pedagógicos, los que en su tiempo, la Iglesia no pudo comprender.

El valor de la pureza en Kentenich

La Inmaculada para el P. Kentenich no es solo una devoción a seguir, sino que se trata de un ideal profundo a imitar desde las actitudes más pequeñas de la vida. Un día le dijo a una joven adulta, la que sería más tarde Hna. M. Petra: “Si usted consigue formar una sola joven como pequeña María, su vida habrá sido un éxito incríble”.

Quien conoce a una Hermana de María de Schoenstatt, creo que puede afirmar conmigo que en su alegría, servicialidad, libertad interior, atención generosa al otro, sin eludir sus obvias limitaciones, son de alguna forma esa presencia de María en el ideal de Kentenich.

La verdad solo puede surgir teniendo en cuenta los contextos

Siempre afirmé que es muy grave juzgar a una persona por algunos elementos que surgen de pronto, y que no concuerdan con las certezas que teníamos de esa persona. No debe ser distinto con el P. Kentenich. Todo debe ser analizado en sus contextos históricos, sin dejar ningún aspecto de lado, con un absoluto apego a la verdad.

Por mi parte, y evidentemente se trata de una opinión personal, luego de las dudas razonables, imprescindibles en todo analista y observador serio, tengo la certeza de la santidad del P. Kentenich. No lo he conocido personalmente, pero por más de 50 años he interactuado con incontables personas que sí lo han conocido, y todas, a conciencia lo puedo decir, sin excepción, me han transmitido del P. Kentenich una figura paternal, con una pedagogía que ayuda a surgir lo mejor de las personas, y una entrega generosa a todo el que se acercaba a él.

Schoenstatt, hijo de la guerra

Sus hijos espirituales somos conscientes de que Schoenstatt tiene una misión profunda para la Iglesia, que está íntimamente unida a la persona de su fundador, y que está llamado a cumplirla en unión con muchos otros carismas. Schoenstatt fue fundado cuando ya había estallado la Primera Guerra Mundial, superó la Segunda ante los nazis, fue probada con el exilio del P. Kentenich, que finalizó con su liberación por Pablo VI. Schoenstatt ha afirmado a través del tiempo que es hijo de la guerra. Esto no lo hace ni mejor ni peor. Pero sabemos que no hay misión sin pruebas. Y cuanto más grande la misión, tanto más grande las pruebas. Esto vale para todos.

Personalmente creo que Dios permite este tipo de pruebas, en primer lugar, para mostrar nuestra tremenda debilidad humana. Somos de barro. Ni por un minuto podemos creer que algo es obra nuestra. Solo somos ínfimos instrumentos débiles. Pero a la vez, con la tremenda dignidad de los hijos de Dios, amados inmensamente y enviados a llevar el amor de Dios al mundo. En segundo lugar, tengo el convencimiento que Dios permite estas pruebas para despertar en la Iglesia el deseo de conocer profundamente el carisma del P. Kentenich. Tengo el íntimo convencimiento de que todo esto acelerará su proceso de canonización. Los caminos de Dios son misteriosos.

Rebelde de Dios

Un teólogo, periodista independiente de radio, televisión y periódicos y autor de biografías de grandes personalidades cristianas, el alemán Christian Feldmann, escribe: “No soy schoenstattiano. El P. Rudolf Amman intentó convencerme de que escribiese una biografía del fundador de Schoenstatt. A fin de tener argumentos convincentes para rechazar tal propuesta, me acerqué a José Kentenich. Pero mientras más lo conocía, más me entusiasmaba: me encontré con un sacerdote apasionadamente enamorado de Dios y de todas las personas desesperadas y desengañadas que giran en torno a sí mismas. Descubrí que con su ardiente entusiasmo arrasó la desesperanza del cristianismo contemporáneo. No se daba por satisfecho con tímidos planes a corto plazo, sino que soñaba con el pasado mañana de la historia, con una Iglesia rejuvenecida, de rostro resplandeciente, con un hombre nuevo y una sociedad humana, justa y pacífica.

¿Cómo logró este sacerdote de complexión no muy robusta superar sin amargura el campo de concentración, el confinamiento en un búnker hermético, el humillante destierro decretado por las autoridades romanas y catorce años de exilio, y hablar siempre con una sonrisa de la fe práctica en la divina Providencia? ¿De dónde sacaba fuerzas este hombre ya de edad avanzada? Esta es la increíble historia -capaz de quitarnos el aliento- de la alianza de amor entre Dios y este hombre llamado José Kentenich”.

Feldman terminó escribiendo el libro que quería evitar. El texto encomillado arriba es la introducción de su libro Rebelde de Dios, José Kentenich y su visión de un mundo nuevo.

Revisado por el P. Ángel Strada, postulador de la causa de canonización del P. José Kentenich entre 1997 y 2017.

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