Ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice recordó que el sábado 7 de noviembre “en Barcelona fue proclamado Beato Joan Roig Diggle, laico y mártir, asesinado a solo 19 años durante la Guerra Civil Española”.
“Fue testigo de Jesús en el ambiente de trabajo y permaneció fiel a Él hasta la entrega suprema de la vida”, indicó el Santo Padre.
Por ello, el Papa rezó para “que su ejemplo suscite en todos, especialmente en los jóvenes, el deseo de vivir en plenitud la vocación cristiana” y pidió “un aplauso a este joven beato así de valiente”.
Joan Roig Diggle nació en 1917 en una familia catalano inglesa y murió con 19 años a inicios de la Guerra Civil.
Su educación empezó en los Hermanos de La Salle y siguió en los Escolapios en Barcelona. Después de que su familia sufriera un revés económico, tuvieron que trasladarse a la zona del Masnou, en Barcelona (España), lo que supuso un gran cambio para Joan Roig. Allí entró en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña.
Tuvo que abandonar su proyecto de ordenarse sacerdote porque su familia sufrió un revés económico y él tuvo que ponerse a trabajar como dependiente en una tienda con 14 años.
La noche del 11 de septiembre de 1936, unos milicianos golpearon la puerta de la casa de Joan Roig. Se despidió de su madre en inglés diciendo “God is with me”, es decir, “Dios está conmigo”.
Joan Roig Diggle fue asesinado de cinco tiros dirigidos a su corazón y uno de gracia en la nuca. Las últimas palabras que salieron de sus labios fueron: “Que Dios los perdone como yo los perdono”.
El Cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, escribió en su carta semanal diocesana que “la Eucaristía llevó a Joan a dar la vida por la fe, a perdonar y a orar por aquellos que lo asesinaron. También nos anima a vivir como vivió Jesús y a ser pan partido y compartido con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Atrevámonos a ser, como Joan, apóstoles de la Eucaristía, de la presencia sacramental de Jesucristo en nuestras vidas”, alentó el Cardenal.
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