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Tal como informa la página web del Arzobispado de Lima, al comentar el Evangelio de Mateo en su homilía de la Misa celebrada el domingo 8 de noviembre en la catedral de Lima, su Arzobispo Monseñor Castillo, quien también es Primado del Perú, explicó que el Señor vuelve a hablar mediante su parábola para anunciar que hay que estar preparados para encontrarnos con Él definitivamente. Y dijo que para hacerlo emplea la imagen de un grupo de muchachas que con sus lámparas salieron al encuentro del esposo para recibirlo y entrar al banquete de bodas.
Esperar preparados o distraídos
Tras explicar los dos tipos de comportamientos de la comunidad cristiana y del mundo referido al hecho de esperar preparados o distraídos, el Arzobispo afirmó: “Tenemos que estar preparados porque no sabemos el día ni la hora, pero ocurrirá. El Señor no sólo va llegando progresivamente en cada situación de la vida, también llegará definitivamente”. Y señaló:
Dios viene por medio de su Hijo a renovarnos, inclusive si estamos ‘dormidos’, viene a ‘despertarnos’ para poder entrar en la vida plena.
La fuente de la felicidad
De ahí la importancia de ser capaces de generar y promover al otro, dijo Monseñor Castillo, quien a continuación explicó cuándo es que se está “distraídos”: Cuando soltamos los deseos inmediatos y realizamos aquellas cosas que ‘nos salen del hígado’, sin pensar, sin reflexionar, sin hacer un camino inteligente y prudente” y precisó:
Acumulación de imprudencias
A pesar del problema actual de la “acumulación de imprudencias, cosas que hacemos sin reflexionar, sin pensar, sin ordenar nuestras vidas, tanto en la Iglesia como en el mundo”, el Arzobispo de Lima dijo que “el Señor quiere que nuestro encuentro definitivo con Él sea alegre, quiere que sea ‘una fiesta de bodas’”.
Capacidad de reflexión y sabiduría
Monseñor Castillo afirmó que la fraternidad es la mejor manera de tener nuestras “lámparas cargadas con aceite para esperar al novio”, y que “es un elemento fundamental e indispensable para que sepamos actuar con prudencia, ampliando nuestra capacidad de reflexión y sabiduría para hacer las cosas pensando en los demás”.
En otro momento, Monseñor Castillo explicó que, en las últimas décadas, hemos vivido presos de la pasión individualista, actuando en base a los intereses propios sin pensar en los demás: “la parábola de hoy nos recuerda que debemos tener la suficiente capacidad para iniciar un proceso de conversión personal y social, porque hemos sido creados para ser hermanos y amar a manos llenas”, manifestó.
Hacia el final de su homilía el Arzobispo Carlos Castillo pidió “estar vigilantes a la espera del Señor, por lo tanto, es aprender a identificar a Cristo en nuestra vida cotidiana, en nuestras situaciones complejas y difíciles”. A la vez que subrayó:
Y concluyó con un llamamiento a vivir en hermandad y a actuar de forma justa en el país y el mundo entero, a fin de poder “entrar en un proceso de consideración de las cosas, de vigilancia y de reflexión, para actuar en forma justa y adecuada en el tiempo que viene”.
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