“Hoy a la entrada una pareja me ha dicho: ‘Rece por nosotros porque tenemos un hijo discapacitado’. Yo he preguntado: ‘¿Cuántos años tiene?’. ‘Tantos’. ‘¿Y qué hace?’. ‘Nosotros le acompañamos, le ayudamos’. Toda una vida de los padres para ese hijo discapacitado. ¡Esto es amor!”, subrayó el Santo Padre.
El Pontífice empleó esa anécdota para explicar la necesidad de unas solidas relaciones sociales, culturales, económicas y políticas que permitan construir una “civilización del amor”. “Sin esta inspiración, prevalece la cultura del egoísmo, de la indiferencia, del descarte, es decir descartar lo que yo no quiero, lo que no puedo amar o aquellos que a mí me parece que son inútiles en la sociedad”.
Además, subrayó que esa civilización del amor “es lo opuesto a las guerras, divisiones, envidias, también de las guerras en familia. El amor inclusivo es social, es familiar, es político: ¡el amor lo impregna todo!”.
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