Ángelus: El Papa pide “hagamos un esfuerzo para no chismorrear”

Sistema de Información del Vaticano

(zenit – 6 sept. 2020).- En el rezo del Ángelus, el Papa Francisco comenta este domingo, 6 de septiembre de 2020, el pasaje del Evangelio sobre la corrección fraterna, con la que “Jesús sugiere una pedagogía de recuperación”, ha aclarado, que es “siempre recuperar, siempre salvar”.

En este sentido, el Obispo de Roma ha advertido que las habladurías “cierran el corazón a la comunidad, cierran la unidad de la Iglesia”. Por ello, ha pedido: “Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo para no chismosear. El chismorreo es una peste más fea que el COVID, peor”.

Así, desde la ventana de la biblioteca del Palacio Apostólico, el Santo Padre ha indicado a los fieles, reunidos en la plaza de San Pedro, y a todos los que seguían el Ángelus mediante los medios de comunicación que Jesús “nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la existencia cristiana: aquélla comunitaria, que exige la protección de la comunión, y aquélla personal, que requiere la atención y el respeto de cada conciencia individual”.

A continuación, las palabras del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus, difundidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y transcritas por la redacción de zenit.

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Palabras del Papa antes de la oración

Ángelus corrección fraternaQueridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cf. Mt 18, 15-20) está tomado del cuarto discurso de Jesús en el relato de Mateo, conocido como el discurso “comunitario” o “eclesial”. El pasaje de hoy habla de la corrección fraterna, y nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la existencia cristiana: aquélla comunitaria, que exige la protección de la comunión, y aquélla personal, que requiere la atención y el respeto de cada conciencia individual.

Para corregir al hermano que se ha equivocado, Jesús sugiere una pedagogía de recuperación, y siempre la pedagogía de Jesús es la pedagogía de la recuperación, siempre recuperar, siempre salvar. Esta pedagogía de recuperación está articulada en tres pasajes. Primero dice: “Repréndelo entre tú y él solo” (v. 15), es decir, no pongas su pecado delante de todos. Se trata de ir al hermano con discreción, no para juzgarlo, sino para ayudarlo a darse cuenta de lo que ha hecho.

Cuantas veces nosotros hemos tenido esta experiencia, que alguien viene y nos dice: mira, tú en esto te has equivocado, tú tendrías que cambiar un poco en esto. A lo mejor al principio nos enojamos y después agradecemos porque es un gesto de hermandad, de comunión, de ayuda, de recuperación…

No es fácil poner en práctica esta enseñanza de Jesús, por varias razones. Existe el temor de que el hermano o la hermana reaccione mal; a veces no hay suficiente confianza con él o ella… Y otras razones. A veces cuando hemos hecho esto, hemos sentido que era el camino del Señor.

Ángelus corrección fraternaSin embargo, puede suceder que, a pesar de mis buenas intenciones, la primera intervención fracase. En este caso es una buena idea no desistir, –“que se las arregle, me lavo las manos”, no, esto no es cristiano–, no desistir, sino recurrir al apoyo de algún otro hermano o hermana. Jesús dice: “Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos” (v. 16). Este es un precepto de la Ley de Moisés (cf. Dt 19,15). Aunque parezca contra el acusado, en realidad servía para protegerlo de falsos acusadores. Pero Jesús va más allá: los dos testigos son pedidos no para acusar y juzgar, sino para ayudar. Pongámonos de acuerdo tú y yo y vayamos a hablarle a este está haciendo algo que se está equivocando, vayamos como hermanos a hablar, esta es la actitud de recuperación que Jesús quiere. De hecho, Jesús considera que este enfoque con testigos también puede fracasar, a diferencia de la Ley de Moisés, para la cual el testimonio de dos o tres era suficiente para la condena.

Ángelus corrección fraternaDe hecho, incluso el amor de dos o tres hermanos puede ser insuficiente. En este caso, añade Jesús, “díselo a la comunidad” (v. 17), es decir, a la Iglesia. En algunas situaciones toda la comunidad está involucrada. Hay cosas que no pueden dejar indiferentes a los otros hermanos: se necesita un amor mayor para recuperar al hermano. Pero, a veces, incluso esto puede no ser suficiente. Jesús dice: “Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el pagano y el publicano” (ibid.). Esta expresión, aparentemente tan despectiva, en realidad nos invita a poner a nuestro hermano de nuevo en las manos de Dios: sólo el Padre podrá mostrar un amor más grande que el de todos los hermanos juntos. Pensemos en un ejemplo: cuando nosotros vemos un error o un defecto, un desliz de un hermano o una hermana, generalmente la primera cosa que hacemos es ir a contárselo a los demás, a chismosear. Y las habladurías cierran el corazón a la comunidad, cierran la unidad de la Iglesia, el gran hablador es el diablo, que siempre va diciendo las cosas malas de los otros porque él es el mentiroso que busca desunir a la Iglesia, busca alejar a los hermanos y no hacer comunidad. Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo para no chismosear. El chismorreo es una peste más fea que el COVID, peor. Hagamos un esfuerzo, nada de habladurías, nada.

Es el amor de Jesús, que acogió a publicanos y paganos, escandalizando a las personas rígidas de la época. Por lo tanto, no se trata de una condena sin apelación, sino del reconocimiento de que a veces nuestros intentos humanos pueden fracasar, y que sólo estando solo ante Dios puede poner a nuestro hermano ante su propia conciencia y la responsabilidad de sus actos. Si la cosa no va, silencio y oración por el hermano y la hermana que se equivocan, pero jamás habladurías.

Que la Virgen María nos ayude a hacer de la corrección fraterna un hábito saludable, para que en nuestras comunidades se puedan establecer siempre nuevas relaciones fraternas, basadas en el perdón mutuo y, sobre todo, en la fuerza invencible de la misericordia de Dios.

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