(zenit – 21 julio 2020).- El cardenal Wilfrid Fox Napier, presidente de Cáritas Sudáfrica y arzobispo de Durban, ha expuesto lo que -está convencido- es esencial en medio de la pandemia de COVID-19 en África, especialmente dado su delicado contexto e historia.
Lo hizo hablando en la conferencia de prensa virtual de Caritas Internationalis con ocasión del lanzamiento de su Informe Anual, el 16 de julio de 2020.
Caritas Internationalis llamaba la atención sobre las consecuencias de las sanciones económicas en Oriente Medio y pedía la cancelación de la deuda internacional.
Hablando con el cardenal africano, estaban los representantes de Caritas Internationalis: el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, presidente de Caritas Internationalis; Aloysius John, secretario General de Caritas Internationalis; y Rita Rhayem, directora de Caritas Líbano.
La reunión se celebró a través de Zoom.
Con respecto a la pandemia, el cardenal Napier hizo llamó a llenar un vacío de ignorancia con conocimientos prácticos, donde se explica: cómo se propaga la COVID-19; cómo afecta al cuerpo humano; qué medidas de seguridad simples se pueden tomar para evitar ser infectado e, igualmente importante, transmitir la infección.
En casi todo el continente africano, subrayó, la principal limitación para la adopción de medidas eficaces contra la COVID-19 es la incapacidad de acceder a los conocimientos técnicos, el material y otros recursos de los que se sabe que son eficaces para hacer frente a la pandemia.
“Para mí, la cuestión más importante, dada la naturaleza, la visión y la misión de Cáritas, tanto de Internationalis, como de Cáritas África y Cáritas Sudáfrica”, dijo el arzobispo de Durban, «es lo que la Iglesia está llamada a hacer, y lo que puede hacer, de hecho en esta situación».
Afirmando su creencia de que la Iglesia puede hacer “una contribución enorme para cerrar la brecha en la capacidad de África para luchar contra el virus”, admitió que el desafío para la Iglesia es ayudar a eliminar los siguientes elementos:
Falta de información; falta de experiencia, incluyendo personas con conocimientos capaces de aplicar esos conocimientos; falta de recursos, instalaciones para hacer, distribuir y utilizar los frutos de la información; falta de personal para utilizar los recursos materiales disponibles. Falta de fuerza económica para aplicar los conocimientos técnicos y la autoridad.
El cardenal Napier especificó luego una segunda área clave en la que la Iglesia “puede y debe intervenir”, concretamente en el cambio de la naturaleza de la relación entre África y la Comunidad Mundial.
Algunos de esos cambios específicos en los que sería útil intervenir, enumeró, serían los siguientes: de la colonización a la independencia política; de la independencia política a la autodeterminación económica; de la teoría de la autodeterminación a una acción real y efectiva contra la COVID-19.
“Una tercera y más vital área de acción correctiva, que la Iglesia puede asumir y dirigir”, dijo, “es trabajar para que África sea autosuficiente”.
Esto, expuso el cardenal Napier, implicaría “compartir nuevos recursos, en particular la Solidaridad Internacional, cuyo objetivo y propósito es tan acertadamente resumido por san Juan Pablo II como la ‘Globalización de la Solidaridad’”.
El purpurado concluyó agradeciendo a Cáritas por su ayuda en Sudáfrica y diciendo a todos los presentes y seguidores: “Dios os bendiga”.
A continuación, sigue su intervención completa:
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África y la pandemia de COVID-19
Una de las principales cuestiones de interés que se han puesto de relieve en la pandemia de COVID-19 es el lamentable estado de las relaciones entre los países de África y la comunidad internacional. Esto es particularmente cierto en el caso de los antiguos colonizadores del continente.
Esa relación se caracteriza por la gigantesca brecha en los niveles de conocimiento e información, así como en los conocimientos especializados y los medios para responder y luchar contra la COVID-19. En la mayoría de los casos la relación ha mutado de la ocupación y el control coloniales a la cuasi-libertad, que se caracteriza por una dependencia casi total de la antigua potencia ocupante para prácticamente todo.
Por ejemplo, la mayoría de los países africanos siguen estando perjudicados por Europa y Occidente que les impiden ocupar su lugar en la comunidad mundial como socios dignos e iguales. Esa desventaja es la deuda internacional, que incluso en los mejores tiempos constituye una grave limitación para el crecimiento y el desarrollo de África.
Si bien no cabe duda de que ha habido una voluntad y una disposición a veces ejemplares de compartir los conocimientos y la información de los expertos sobre la enfermedad, sigue existiendo un enorme problema de comunicación de los conocimientos y la información necesarios a personas que viven en un contexto social y cultural muy diferente. Lo que tengo en mente aquí es específicamente, cómo se propaga la COVID-19; cómo afecta al cuerpo humano; qué medidas de seguridad simples pueden tomarse para evitar ser infectado y, lo que es igual de importante, transmitir la infección.
En casi todo el continente africano, el principal obstáculo para la adopción de medidas eficaces contra la COVID-19 es la imposibilidad de acceder a los conocimientos técnicos, el material y otros recursos que se sabe que son eficaces para hacer frente a la pandemia.
Para mí, la cuestión más importante, dada la naturaleza, la visión y la misión de Cáritas, tanto Internationalis, como Caritas África y Caritas Sudáfrica, es lo que la Iglesia está llamada a hacer, y lo que de hecho pueden hacer en esta situación
Creo que la Iglesia puede hacer una enorme cantidad para cerrar la brecha en la capacidad de África para luchar contra el virus. El desafío para la Iglesia es ayudar a eliminar:
a) La falta de información;
b) La falta de experiencia, incluyendo personas con conocimientos que puedan aplicarlos;
c) La falta de recursos, instalaciones para hacer, distribuir y utilizar los frutos de la información;
d) La falta de personal para utilizar los recursos materiales disponibles.
e) Falta de fuerza económica para aplicar los conocimientos técnicos y la autoridad.
Una segunda área clave en la que la Iglesia puede y debe intervenir es en el cambio de la naturaleza de la relación entre África y la Comunidad Mundial:
De la colonización a la independencia política
De la independencia política a la autodeterminación económica
De la teoría de la autodeterminación a la acción real y efectiva contra la COVID-19.
Una tercera y más vital área de acción correctiva, que la Iglesia puede asumir y dirigir, es trabajar para que África sea autosuficiente: Compartir nuevos recursos, en particular Solidaridad Internacional, cuyo objetivo y propósito es tan acertadamente resumido por San Juan Pablo II como la “Globalización de la Solidaridad”.
Muchos, incluso en el mundo secular, han adoptado el lenguaje de la globalización de la solidaridad, por lo que ¡es hora de que la Iglesia nos muestre cómo dar los pasos para aplicarlo en este período de la historia que cambia la vida!
Un sincero agradecimiento a Caritas Internationalis por responder tan rápidamente a la llamada de sor María de Lurdes a Caritas Internationalis por ayudar a alimentar a los inmigrantes, refugiados e indocumentados en seis diócesis de Sudáfrica.
Dios los bendiga a todos.
+ Wilfrid Cardenal Napier OFM
Arzobispo de Durban
Presidente de Caritas Sudáfrica
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