Tal como estaba previsto, tras celebrar la Santa Misa por los caídos en las guerras en el Cementerio de Nettuno, el Santo Padre visitó, en este jueves 2 de noviembre, Conmemoración de los fieles difuntos, las Fosas Ardeatinas, el monumento a la barbarie acaecida el 23 de marzo de 1944, cuando Hitler mandó ejecutar, a raíz de un ataque del grupo partisano GAP, a 10 italianos por cada alemán muerto, perpetrando así la masacre de 335 civiles.
Después de la acogida de los militares que se ocupan de honrar la memoria de los caídos, y de la Directora del Mausoleo, junto al Rabino Jefe de Roma Riccardo de Segni, la presidenta de la Comunidad Judía Ruth Dureghello, los miembros de la Asociación nacional de las familias italianas de los mártires caídos por la libertad de la Patria, el Papa saludó a la multitud presente y a los parientes de las víctimas de la masacre de 1944.
El Santo Padre ingresó solo al Mausoleo, y tras atravesar las tumbas de las víctimas en silencio orante, depositó, tal como había realizado antes ante las blancas cruces del Cementerio de Nettuno, un homenaje floral.
Luego de la oración del Rabino del Rabino Jefe de Roma, el Santo Padre Francisco elevó su oración al cielo:
“Dios de Abraham, de Isaac, Dios de Jacob, con este nombre te has presentado a Moisés cuando le revelaste la voluntad de liberar a Tu pueblo de la esclavitud en Egipto. Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, Dios que estrecha alianza con el hombre. Dios que se une con un pacto de amor fiel para siempre, misericordioso y compasivo con cada hombre y cada pueblo que sufre la opresión. « Yo he visto la opresión de mi pueblo, y he oído los gritos de dolor». Dios de los rostros y de los nombres, Dios de cada uno de los 335 hombres que murieron aquí, el 24 de marzo de 1944, cuyos restos descansan en estas tumbas. Tú, Señor, conoces sus rostros y sus nombres: todos, incluso el de los doce que quedaron desconocidos para nosotros. Para Ti, nadie es desconocido. Dios de Jesús, Padre nuestro que estás en los cielos: gracias a Él, el Crucificado resucitado, sabemos que Tu nombre – Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob – significa que no eres el Dios de muertos, sino de los vivos, que tu fiel alianza de amor es más fuerte que la muerte y es garantía de resurrección. Haz, oh Señor, que en este lugar consagrado a la memoria de aquellos que murieron por la libertad y la justicia, nos quitemos las sandalias del egoísmo y la indiferencia, y por medio del arbusto ardiente de este mausoleo escuchemos en silencio Tu nombre: Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, Dios de Jesús, Dios de los vivos. Amén.
Antes de dejar el Mausoleo de las Fosas Ardeatinas, el Sucesor de Pedro firmó el Libro de Honor escribiendo las siguientes palabras: “Estos son los frutos de la guerra: odio, muerte, venganza… Perdónanos Señor”.
(De Griselda Mutual)
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