(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 14 Sept. 2017).- El santo padre Francisco ha enviado un mensaje, firmado por el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, a los participantes en la XIII Conferencia de la Convención de las Naciones Unidas para luchar contra la desertificación, que se realizó el 11 y 12 de septiembre en Mongolia interior (China).
En el mensaje leído por Mons. Joseph Chennoth, nuncio apostólico en Japón y Jefe de la Delegación de la Santa Sede, el lunes 11 de septiembre en el curso de la apertura solemne de la sesión de alto nivel, el Papa señala su aprecio por el esfuerzo realizado para promover “esfuerzos en la promoción de un enfoque coordinado a esta grave crisis ecológica de nuestro tiempo”.
El Pontífice además agradece al Gobierno y al pueblo de China por acoger esta importante asamblea.
“Su Santidad se complace de que la Conferencia se preocupe por despertar el interés y el compromiso de los jóvenes en la gran empresa de transformar los desiertos en jardines” indica el Mensaje, citando el texto bíblico de Isaias. Y “confía en que levanten su voz para llamar a una aplicación más concienzuda de las resoluciones de la comunidad internacional al respecto”.
En el texto se recuerda que en la encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco señala que debido a los lazos de solidaridad que unen a todos los miembros de la familia humana, “la desertificación del suelo es como una enfermedad”, que afecta personalmente a cada uno.
También cita el Mensaje Urbi et Orbi de Pascua 2013, en el cual se indica “que cada uno debe cruzar el desierto interior, esa desertificación interior arraigada en la incapacidad de amar a Dios y al prójimo, y en el abandono de nuestro papel como guardianes de todo lo que el Creador nos ha confiado y continúa dándonos en cada edad”.
Así Su Santidad expresa “su esperanza en que la Conferencia, en el tratamiento de los temas y objetivos específicos, se guíe por un enfoque integral que aúne el tema de la desertificación a la cuestión ética más amplia de la pobreza, del subdesarrollo y de la justicia entre generaciones, que determina la salud general, espiritual y moral de nuestra comunidad global”.
Y alienta los esfuerzos de la Conferencia para “permitir que en todos los lugares nuestros hermanos y hermanas vivan en paz y seguridad, a contribuir con sus medios al bien común y a desarrollar plenamente su potencial”.
El Papa concluye invocando “la abundante bendición de Dios sobre los participantes y todos aquellos que los ayudan con sus investigaciones, asesoramiento y apoyo”.
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