Lefevbrianos aseguran que volverán a la comunión con Roma “si nos acepta como somos”

Sistema de Información del Vaticano

VATICANO, 03 Feb. 17 (ACI).-
El superior de los Lefevbrianos, Mons. Bernad Fellay, asegura en una entrevista concedida a la revista española Vida Nueva que la condición para volver a la comunión plena con Roma es que el Vaticano “nos acepte tal y como somos”.

De la vuelta de los Lefevbrianos (Fraternidad Sacerdotal San Pío X) a la Iglesia, de la que se separaron al no aceptar el Concilio Vaticano II allá por 1988, habló recientemente Guido Pozzo, secretario de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei y delegado vaticano en este proceso, quién afirmó que habrían aceptado reconciliarse con Roma y se constituirían en forma de prelatura personal.

Después de varias fases de diálogo entre los Lefevbrianos y el Vaticano con más o menos éxito, parece que el proceso iniciado por Benedicto XVI en 2009, cuando levantó la excomunión de los cuatro obispos consagrados sin permiso por Lefebvre, llega a su fin.

Preguntado por Vida Nueva sobre si la prelatura personal será finalmente la fórmula por la cual volverán a la comunión con Roma, Fellay afirma que “creemos que las autoridades romanas consideran que la prelatura personal es la estructura canónica que mejor refleja nuestra situación real. Y nosotros también pensamos que la prelatura personal es el régimen más adecuado a la Fraternidad en las circunstancias actuales”.

El principal problema es “el grado de la obligación de adhesión al Concilio Vaticano II. Se dio un paso muy importante cuando Mons. Pozzo dijo públicamente que ciertos textos del Concilio no constituían criterios de catolicidad; por ejemplo, los que se refieren a la libertad religiosa, a las relaciones con las religiones no cristianas, al ecumenismo y también, en parte, a la reforma litúrgica. Si pudiéramos comprobar que se trata de la línea de la Iglesia toda, y no de una u otra persona, ello sería decisivo”, añade Fellay.

Pero también asegura que existen algunas “líneas rojas” que no están dispuestos a saltarse. Entre ellas, “el modo en que el ecumenismo es practicado, incluyendo afirmaciones muy peligrosas para la fe, que hacen pensar que todos tienen la misma fe; la cuestión litúrgica o la relación entre la Iglesia y el Estado”. “Todos estos son temas en los que no cederemos”, manifiesta.

Por su parte, Guido Pozo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, encargado de negociar la vuelta a la comunión de la FSSPX, también asegura en Vida Nueva que en este momento “hay un profundo examen de algunos aspectos del texto de la figura jurídica de la prelatura personal. Terminado este, se presentará al Santo Padre un borrador de las constituciones”. Sin embargo, “la condición necesaria para el reconocimiento canónico es la adhesión a los contenidos de la Declaración Doctrinal que la Santa Sede ha presentado a la FSSPX”.

Cuestionado sobre la adhesión de los lefevbrianos al Concilio Vaticano II, Pozo señala que “el Vaticano II debe ser comprendido y leído en el contexto de la tradición de la Iglesia y de su constante magisterio”. “Podrían ser objeto de examen, después de la reconciliación plena, las reservas sobre cuestiones que no son propias de la materia de la fe, sino de temas que se refieren a la aplicación pastoral de orientaciones y enseñanzas conciliares como la relación entre la Iglesia y el Estado, el ecumenismo, el diálogo interreligioso o algunos aspectos de la reforma litúrgica y su aplicación”.

A su vez, explica que “es un falso problema preguntarse si un católico puede aceptar o no el Concilio. Un buen católico no puede rechazarlo, por ser una asamblea universal de obispos reunidos en torno al Papa”. El verdadero problema es la interpretación de los documentos conciliares”.

En definitiva, el responsable del proceso detalla cuáles serían los requisitos fundamentales para la FSSP pudiera regresar a la comunión plena con Roma: “Como para cualquier otro católico, la adhesión a la profesión de fe, el vínculo de los sacramentos y la comunión jerárquica con el Papa. Un punto específico tendría que ver, como digo, con la correcta relación entre la tradición y el magisterio de la Iglesia y el hecho de que el Concilio debe ser leído a la luz de la tradición perenne y del magisterio constante de la Iglesia”.

Por último, indica que en el proceso “no hay plazos” y que “como en una vuelta ciclista, hay etapas antes de la meta”.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 30 de junio de 2016

 


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