REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
El último día del año, Francisco apeló a la luz de Jesucristo: “Hoy frente al niño de Belén queremos admitir la necesidad de que el Señor nos ilumine, porque no son pocas las veces que parecemos miopes… Necesitamos de esa luz que nos haga aprender de nuestros propios errores e intentos a fin de mejorar y superarnos; de esa luz que nace de la humilde y valiente conciencia del que se anima, una y otra vez, a levantarse para volver a empezar”.
El Obispo de Roma -que en el 2016 también desarrolló el rol de líder mundial a distintos niveles, por la carencia de líderes políticos y sociales, y por la ineptitud de las organizaciones internacionales, frente a las enormes crisis y conflictos que atravesamos-, explicó que “al terminar otra vez un año, nos detenemos frente al pesebre, para dar gracias… memoria viva que ayuda a despertar la creatividad personal y comunitaria porque sabemos que Dios está con nosotros.”
También expresó que “el pesebre nos desafía a no dar nada ni a nadie por perdido. Mirar el pesebre es animarnos a asumir nuestro lugar en la historia sin lamentarnos ni amargarnos, sin encerrarnos o evadirnos, sin buscar atajos que nos privilegien. Mirar el pesebre entraña saber que el tiempo que nos espera requiere de iniciativas audaces y esperanzadoras, así como de renunciar a protagonismos vacíos o a luchas interminables por figurar”. @jesuitaGuillo
Publicar un comentario