Anuncien la luz de Cristo e impulsen un mundo más humano y la paz. Pide el Papa a Congreso mundial de Pastoral para estudiantes internacionales

Sistema de Información del Vaticano

(RV).- El que tiene el «don de estudiar tiene también la responsabilidad de estar al servicio del bien de la humanidad», señaló el Papa exhortando a los que enseñan y a los agentes pastorales a «formar jóvenes sedientos de verdad y no de poder», que «vivan la misericordia y la caridad, pilares fundamentales para una sociedad más sana».

Al recibir a los participantes en el IV Congreso mundial de Pastoral para los estudiantes internacionales – organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes – que culminó con este encuentro con el Obispo de Roma, el Santo Padre reflexionó sobre el tema que han estado tratando: «La Evangelii Gaudium del Papa Francisco y los desafíos morales en el mundo de los estudiantes internacionales hacia una sociedad más sana».

Con su alegría y cordial bienvenida, el aliento del Papa a los jóvenes estudiantes ante los numerosos desafíos de nuestro tiempo, que «se pueden superar con la ayuda de Dios» y la «voluntad sincera de hacer el bien», escuchando la «voz del Espíritu de Cristo»:

«A la concepción moderna del intelectual, comprometido en la realización de sí mismo y en la búsqueda de reconocimientos personales, a menudo sin tener en cuenta al prójimo, es necesario contraponer un modelo más solidario, que se esmere por el bien común y por la paz. Sólo así el mundo intelectual se vuelve capaz de construir una sociedad más sana. El que tiene el don de poder estudiar tiene también una responsabilidad de servicio por el bien de la humanidad».

El Papa Francisco recordó que las escuelas y las universidades son lugar privilegiado para la consolidación de conciencias sensibles hacia un desarrollo más solidario y un compromiso de evangelización de forma interdisciplinar e integrada (cfr. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 134).

Y ésta fue su exhortación:

«Los exhorto a ustedes, profesores y agentes pastorales a infundir en los jóvenes el amor al Evangelio, el anhelo de vivirlo concretamente y de anunciarlo a los demás. Es importante que el periodo transcurrido en el exterior se vuelva una ocasión de crecimiento humano y cultural para los estudiantes y que sea para ello un punto de partida para volver a su país de origen para dar una contribución cualificada y también con un impulso interior para transmitir la alegría de la Buena Noticia. Es necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en los valores (cfr. Ibid 64). De este modo, se forman jóvenes sedientos de verdad y no de poder, listos para defender los valores y para vivir la misericordia y la caridad, pilares fundamentales para una sociedad más sana».

Tras poner en guardia contra la globalización de la indiferencia, que nos hace incapaces de compadecernos ante el grito de dolor de los demás, el Papa hizo hincapié en su invitación a custodiarnos los unos a los otros, sin olvidar la creación:

«Ustedes los estudiantes, pasando algún tiempo lejos de sus países, en familias y contextos diferentes, pueden desarrollar una importante capacidad de adaptación aprendiendo a ser custodios de los demás como hermanos y de la creación como casa común. Ello es decisivo para hacer que el mundo se vuelva más humano. Los caminos formativos pueden acompañar y orientar a los jóvenes estudiantes en esta dirección. Y lo pueden hacer con la frescura de la actualidad y la audacia del Evangelio, para formar nuevos evangelizadores listos para contagiar al mundo con la alegría de Cristo, hasta los confines de la tierra».

Evocando a Juan Pablo II, el Papa Francisco renovó su invitación:

«Queridos jóvenes, a San Juan Pablo II le gustaba llamarlos ‘centinelas de la mañana’. Los aliento a serlo cada día, con la mirada dirigida a Cristo y a la historia. Así lograrán anunciar la salvación de Jesús y llevar su luz a un mundo, demasiado a menudo oscurecido por las tinieblas de la indiferencia, del egoísmo y de la guerra. Los encomiendo a la maternal protección de María Santísima nuestra Madre. Los bendigo a ustedes, sus estudios, su amistad y su compromiso misionero. Y por favor, no se olviden de rezar por mí».

(CdM – RV)

(from Vatican Radio)


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